La izquierda catalana y la Espa?a de todos
De uno u otro signo, muchos pol¨ªticos catalanes trabajan desde el siglo XIX por una Espa?a que valore su pluralidad. Suelen optar por la b¨²squeda de acuerdos. Tambi¨¦n en el caso de la financiaci¨®n auton¨®mica
La presencia de Catalu?a en la pol¨ªtica espa?ola contempor¨¢nea con una o m¨¢s voces diferenciadas ha sido una de sus constantes. Lo fue con la Lliga Regionalista bajo el liderazgo de Camb¨® durante el primer tercio de siglo XX, lo fue con la presencia de Esquerra Republicana durante la II Rep¨²blica, y se ha mantenido, bajo formas distintas, hoy con la democracia. Incluso, para recordar hechos poco divulgados, lo hab¨ªa sido en los a?os ochenta del siglo XIX cuando los diputados conservadores y liberales constituyeron en varias legislaturas una minor¨ªa catalana que, de acuerdo con el color del gobierno existente, fue presidida sucesivamente por Manuel Duran y Bas y por V¨ªctor Balaguer.
El federalismo es una de las principales se?as de identidad de los progresistas en Catalu?a
La Generalitat padece un modelo de financiaci¨®n injusto y lesivo, forjado por las derechas espa?olas
No es, por tanto, un fen¨®meno nuevo, ni es s¨®lo producto de un humor pasajero; ni tan s¨®lo es el resultado de una ¨²nica concepci¨®n ideol¨®gica. Seg¨²n los momentos, ha sido impulsado por regionalistas, federalistas o nacionalistas; por las derechas o por las izquierdas. De todas formas, debe recordarse siempre que debido al compromiso de cada tendencia con sus programas globales nunca ha debilitado su actitud corresponsable para conseguir una Espa?a m¨¢s moderna que asuma su propia realidad, que se asuma a s¨ª misma tal como es, y por tanto la expresi¨®n de la pluralidad de sus pueblos.
La persistencia hist¨®rica del hecho muestra que se trata de un rasgo constitutivo m¨¢s que accidental, raz¨®n por la cual la Constituci¨®n ha establecido un marco institucional que permite el acceso a la autonom¨ªa de las nacionalidades y regiones, al mismo tiempo que un r¨¦gimen de libertades democr¨¢ticas garantiza la expresi¨®n de la opini¨®n de sus ciudadanos. Hasta entonces la cuesti¨®n no hab¨ªa encontrado una soluci¨®n estable, puesto que la obtenci¨®n de un Estatuto de Autonom¨ªa de Catalu?a fue imposible en 1918 y el aprobado en 1932 encontr¨® la f¨¦rrea cerraz¨®n de amplios sectores de la derecha. M¨¢s de medio siglo despu¨¦s, el marco auton¨®mico aparece hoy como un esquema institucional consolidado que goza de un amplio consenso, y que ha constituido uno de los grandes aciertos de nuestra Constituci¨®n. En el pasado, Catalu?a, casi en solitario, con el apoyo de los sectores m¨¢s progresistas, abri¨® este camino; es cierto que a costa de grandes desconfianzas, aunque hoy se ha convertido casi en un patrimonio com¨²n. Y en el 2005, cuando se ha iniciado un nuevo impulso auton¨®mico, hemos vivido una resistencia similar.
Como es sabido, la democracia moderna se concreta en instituciones y procedimientos, as¨ª como en la formaci¨®n de grandes alternativas de opini¨®n, organizadas en partidos pol¨ªticos. Por ello los grandes partidos catalanes, al tiempo que expresan su ideario y personalidad propia han intentado establecer v¨ªnculos s¨®lidos con quienes defienden valores, intereses y creencias compartidos en un proyecto com¨²n para configurar una mayor¨ªa pol¨ªtica y social en Espa?a. Catalu?a no puede limitarse a participar s¨®lo en aquellos momentos en que su concurso resulte indispensable o rentable, como si fuera un grupo de presi¨®n, ni Espa?a puede aislar a los catalanes, en la v¨ªa de considerarlos fuera del "territorio nacional", ni minusvalorar su capacidad como motor y generador de din¨¢micas colectivas. Por ambas razones, la mayor¨ªa pol¨ªtica en Espa?a no puede ser indiferente a los catalanes, ni la voz de los catalanes puede ser indiferente al progreso de la Espa?a realmente existente. El t¨ªtulo de uno de los libros de los a?os treinta del socialista Rafael Campalans sintetiza bien el objetivo: Hacia la Espa?a de todos. La tradici¨®n catalanista de todos los colores ha sido, y es, participar, proponer, asumir responsabilidades y llegar a acuerdos.
En el pasado el problema para Espa?a (y para Catalu?a) fue que Camb¨®, a pesar de su audacia, no consigui¨® coincidir con la derecha espa?ola de Maura, porque la creaci¨®n del Centro Constitucional en 1931 lleg¨® demasiado tarde y sus intentos de conectar con Gil Robles fracasaron; m¨¢s tarde los republicanos de izquierda tampoco alcanzaron la colaboraci¨®n en profundidad con Aza?a de una forma estable (a pesar de los esfuerzos de Marcelino Domingo y Jaume Carner); as¨ª como tampoco posteriormente, en el campo del comunismo, el PSUC tuvo ¨¦xito en estabilizar su relaci¨®n con el PCE.
En la d¨¦cada de los setenta, la unidad de los socialistas retom¨® el viejo proyecto de impulsar un esfuerzo com¨²n para modernizar y conseguir una Espa?a m¨¢s justa, con m¨¢s libertades y m¨¢s oportunidades para las personas y capaz de asumir su pluralidad como uno de sus activos m¨¢s valiosos y no como una debilidad, para mantener el mismo discurso en Catalu?a que fuera de ella. Discrepando de la opini¨®n de quienes consideren un error la unificaci¨®n de los socialistas catalanes hace treinta a?os en el Partit dels Socialistes de Catalunya, con Joan Revent¨®s al frente, y su vertebraci¨®n con personalidad propia con el socialismo espa?ol, en mi opini¨®n, y visto con perspectiva hist¨®rica, constituye un hecho de una gran trascendencia. No fue s¨®lo una exigencia de los electores, sino una opci¨®n de fondo, porque afirma Catalu?a como un ¨²nico pueblo, que no acepta divisiones internas por razones de lengua, origen o clase, y hace posible la participaci¨®n de la izquierda catalana como tal en el esfuerzo de modernizaci¨®n y reforma social de Espa?a, y por tanto de Catalu?a. Su personalidad en el fondo deriva de la personalidad propia de la formaci¨®n social de la que formamos parte, de sus caracter¨ªsticas y de sus ra¨ªces progresistas. Somos socialistas y somos catalanistas por las mismas razones: porque creemos en la libertad, en la reducci¨®n de las desigualdades, en la solidaridad y en la justicia social.
De acuerdo con la tradici¨®n federalista de las izquierdas catalanas, el socialismo catal¨¢n concede un gran valor a los poderes locales y cree que la diversidad es un factor positivo que enriquece, mientras que la uniformidad empobrece. Quiz¨¢ la configuraci¨®n del mapa pol¨ªtico catal¨¢n le ha dado ciertos rasgos peculiares como resultado de la existencia de un espectro pol¨ªtico basado en cinco espacios ideol¨®gicos, con proporciones cambiantes seg¨²n los momentos y las consultas, que es distinto al bipartidismo imperfecto existente en gran parte de Espa?a. Por ello desde el comienzo el socialismo catal¨¢n se ha esforzado por conectar con los sectores creativos e innovadores y las clases medias, y por buscar acuerdos en funci¨®n de sus programas inmediatos de gobierno, con nobleza y lealtad, sin ocultar las discrepancias, pero con capacidad para encontrar coincidencias con otros sectores pol¨ªticos.
Para aproximarse mejor a su comprensi¨®n, tal vez sea relevante recordar el car¨¢cter de la formaci¨®n social en que se inserta y su transici¨®n desde una sociedad industrial a una sociedad posindustrial, inmersa hoy en el esfuerzo por remontar el momento econ¨®mico, que para los socialistas exige unas pol¨ªticas sociales que aseguren la cohesi¨®n social de sus ciudadanos, competencias que corresponden a la Generalitat, la cual padece un modelo de financiaci¨®n injusto y lesivo para los catalanes, que fue forjado por las derechas espa?olas. A nadie debe sorprender la tenacidad del presidente de la Generalitat en la defensa de los intereses de los ciudadanos de Catalu?a, con razones, con propuestas y con el fin de llegar a un acuerdo, a un buen acuerdo. Es su obligaci¨®n. Los socialistas catalanes, con sus aciertos y sus errores, con pragmatismo y flexibilidad, con la s¨®lida defensa de su personalidad y su lengua, con fidelidad a los valores centrales del socialismo democr¨¢tico, han expresado y expresan su voluntad de llegar a buenos acuerdos que sumen; tambi¨¦n a nosotros, por supuesto.
Querer avanzar hacia la Espa?a de todos no es una man¨ªa; es una caracter¨ªstica, que se ha mantenido constante con expresiones diferenciadas a lo largo del siglo XX en los diversos sectores del arco pol¨ªtico. En pol¨ªtica no existen f¨®rmulas m¨¢gicas que lo resuelvan todo. Pero creo que debe admitirse que el gran acuerdo de convivencia en libertad y de reconocer la existencia de un derecho igual a ser distintos est¨¢ en la base del gran avance que ha supuesto la organizaci¨®n de las autonom¨ªas, uno de los grandes logros de la Espa?a democr¨¢tica. Catalu?a ha sido pionera en ello, aunque le haya reportado incomprensiones y sinsabores. Lo fue en 1931, lo fue en el periodo final del franquismo y lo ha vuelto a ser en 2005. En pol¨ªtica siempre hay quien genera avances y quien genera resistencias al avance. Es ley de vida. Pero el camino lo vamos a hacer juntos.
Isidre Molas es presidente del PSC.
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