J?rg Haider: un cad¨¢ver pol¨ªtico extraordinario
El pol¨ªtico austriaco de extrema derecha -y el populista m¨¢s famoso de Europa- J?rg Haider muri¨® a los 58 a?os, en un accidente al estilo hollywoodiense de James Dean, en la madrugada del s¨¢bado 11 de octubre. Iba solo en su coche y trataba de adelantar a otro cuando perdi¨® el control y se sali¨® de la carretera cerca de su amada ciudad de Klagenfurt. Iba a 140 kil¨®metros por hora en un lugar en el que s¨®lo estaba permitido ir a 70 y bebido, pero la verdad es que Haider estuvo toda su vida sobrepasando l¨ªmites. Por lo menos, muri¨® satisfecho de s¨ª mismo y, una vez m¨¢s, convertido en el centro de la atenci¨®n pol¨ªtica.
En las recientes elecciones en Austria, su partido, BZ? (Alianza para el Futuro de Austria), creado mediante una escisi¨®n en 2005, obtuvo un incre¨ªble 11% de los votos. Junto con su partido original, FP? (Partido de la Libertad de Austria), que tuvo el 18%, la extrema derecha austriaca alcanz¨® su mejor resultado de la historia, con casi el 30%. En comparaci¨®n, los dos grandes partidos sufrieron un fuerte descenso. El Partido Socialdem¨®crata de Austria (SP?), de centro-izquierda, descendi¨® a casi el 30%, y el Partido Popular de Austria (?VP), de centro-derecha, tuvo resultados incluso peores, con el 25,6%.
El populismo de ultraderecha del austriaco ha tenido amplio impacto en toda Europa
Haider hab¨ªa trabajado mucho y durante mucho tiempo para lograrlo, pero a su manera, empleando su carisma y la ret¨®rica populista pronazi por la que era tristemente famoso. Hab¨ªa captado la atenci¨®n de todo el mundo cuando su partido estuvo a punto de entrar en la coalici¨®n de Gobierno, en el a?o 2000. Le llamaban el rey de Carinthia, despu¨¦s de haber gobernado esa provincia meridional en varias ocasiones a lo largo de m¨¢s de 20 a?os. Pero, al mismo tiempo, se pod¨ªa decir que era una especie de estrella pop, un actor de teatro, un artista. Siempre bronceado y musculoso, con una sonrisa constante en el rostro, hablaba con todos y estaba en todas partes; daba la sensaci¨®n de que ten¨ªa la facultad m¨¢gica de estar en muchos lugares al mismo tiempo.
Amaba el escenario, cualquier escenario, le daba igual que fuera un acontecimiento deportivo, una discoteca, una fiesta de la cerveza, un estudio de televisi¨®n o una tribuna pol¨ªtica. En un baile de disfraces se vest¨ªa de payaso o, normalmente, de la imagen que ten¨ªa de s¨ª mismo, Robin Hood. En realidad, su comportamiento ten¨ªa m¨¢s que ver con la tradici¨®n vienesa de la opereta que con los medios de comunicaci¨®n modernos. Ten¨ªa tal talento natural como actor que se podr¨ªa pensar que quiz¨¢ Haider se equivoc¨® de profesi¨®n. Pero no; J?rg Haider deseaba el poder a toda costa. Si la ret¨®rica nazi le era ¨²til, la empleaba. Elogiaba a los soldados de las SS, a los que calificaba de hombres respetables, y a Hitler por su pol¨ªtica de empleo. Lanzaba diatribas contra los inmigrantes y contra la Uni¨®n Europea, al mismo tiempo que se defin¨ªa como "un patriota austriaco". Sab¨ªa manipular el miedo de sus conciudadanos y les dec¨ªa lo que quer¨ªan o¨ªr, como que ten¨ªan derecho a ser sus propios due?os en su propio pa¨ªs (?les suena?). Tambi¨¦n promet¨ªa puestos de trabajo, dinero, la protecci¨®n de "las tradiciones austriacas" y lo que fuera. ?Por qu¨¦ no iba a hacerlo? Haider era un oportunista, capaz de prometer una cosa hoy y otra distinta ma?ana. Cuando Austria recibi¨® una serie de advertencias si se permit¨ªa que Haider entrara a formar parte de la coalici¨®n de Gobierno (despu¨¦s de que hubiera obtenido el 27% de los votos), ¨¦l empez¨® a suavizarse poco a poco. Y en las ¨²ltimas elecciones, este oto?o, emple¨® una ret¨®rica m¨¢s social que ideol¨®gica.
Hay que preguntarse: ?qui¨¦n y por qu¨¦ pod¨ªa votar a una persona y un partido as¨ª? La respuesta es que a los austriacos les sedujeron las palabras de Haider. Sin embargo, sus fieles partidarios no habr¨ªan podido elevar a Haider por s¨ª solos a las alturas pol¨ªticas que alcanz¨®. Fueron, m¨¢s bien, los votantes hartos de los dos partidos grandes, inm¨®viles y burocr¨¢ticos que, como dos dinosaurios, han dominado la pol¨ªtica austriaca desde 1945. Es decir, la raz¨®n del ¨¦xito de los partidos de extrema derecha es la frustraci¨®n de los votantes con la inmovilidad pol¨ªtica. La Austria actual ya no es un pa¨ªs que venere las ideas nazis, pero a los austriacos, como a muchos otros, les preocupan la inmigraci¨®n, la globalizaci¨®n y la ampliaci¨®n de la UE, y eso ofrece una oportunidad a los l¨ªderes populistas.
Tras su funeral -al que asistieron alrededor de 30.000 personas- hay que preocuparse ahora por su legado. Antes de su muerte, hizo las paces con el nuevo l¨ªder del FP?, el joven (38 a?os) Heinz-Christian Strache. Esto es importante, porque el inter¨¦s com¨²n de toda la extrema derecha era y es impedir la gran coalici¨®n. Los dos partidos ultraderechistas controlan juntos casi un tercio del Parlamento y son una fuerza a la que hay que tener en cuenta.
La crisis financiera va a alimentar a¨²n m¨¢s los miedos de la gente corriente, y eso quiz¨¢ podr¨ªa constituir un terreno f¨¦rtil para una pol¨ªtica del estilo de la de Haider. No hay que olvidar que, al margen de que fuera serio o no en su radicalismo de derechas, sus ideas contribuyeron enormemente a cultivar su variante de populismo en Europa, tanto en Occidente como en el Este. En ese sentido, Haider es un cad¨¢ver pol¨ªtico extraordinario.
Slavenka Drakulic es escritora croata y autora de No matar¨ªan ni una mosca. Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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