"Fui el ¨²nico superviviente de una matanza"
Hace sol, as¨ª que nos sentamos en la terraza de Achuri, un bar de la concurrida calle de Argumosa, en el barrio de Lavapi¨¦s (Madrid). Manuel lo ha elegido porque es amigo de los due?os. A un palmo de la mesa, tres m¨²sicos hacen tronar trompeta, acorde¨®n y clarinete. Manuel -32 a?os, moreno, tranquilo- se ve obligado a hablar a gritos, pero eso no le resta un gramo de dramatismo a su relato.
Hay dos fechas clave en su historia. La primera es el 19 de noviembre de 1976, ocho meses despu¨¦s del golpe militar en Argentina. Ese d¨ªa, seis personas duermen en un piso del n¨²mero 668 de la calle de Juan B. Justo, en San Nicol¨¢s (Argentina): la familia Amestoy -Carmen, de 29 a?os, Omar, 31, Mar¨ªa Eugenia, 5, y Fernando, 3-, Ana Granada (de 23 a?os) y su hijo Manuel, entonces un beb¨¦ de cinco meses. Su padre, el l¨ªder montonero Gast¨®n Gon?alves, fue asesinado por los militares antes de que ¨¦l naciera.
Este argentino, hijo de desaparecidos y adoptado, conoci¨® su identidad a los 19 a?os
A las seis de la ma?ana los militares rodean el edificio. Buscan a Ana y al matrimonio Amestoy, que tambi¨¦n pertenecen al grupo guerrillero. "Les ordenaron salir de la casa, pero no obedecieron por miedo a que los mataran", explica Manuel. "Entonces los militares dispararon y lanzaron granadas y gases lacrim¨®genos por las ventanas. Los adultos metieron a Mar¨ªa Eugenia y a Fernando en el ba?o, el ¨²nico cuarto sin salida al exterior. A m¨ª me escondieron en un ropero entre almohadones. Cuando los militares entraron en la casa, todos los adultos y Fernando hab¨ªan muerto. Mar¨ªa Eugenia apenas respiraba y muri¨® de camino al hospital. Yo fui el ¨²nico superviviente de la matanza".
Lo que nos lleva a la segunda fecha, 1995. Claudio Novoa, un chaval de 19 a?os, abre la puerta de su casa de Buenos Aires y se topa con un extra?o. "Me dijo: '?Eres Claudio Novoa?'. 'S¨ª'. '?Eres adoptado?'. 'S¨ª'. 'Vengo a decirte que tu familia biol¨®gica te est¨¢ buscando, pero tus pap¨¢s est¨¢n desaparecidos". Mientras Manuel prosigue al interlocutor se le eriza cada vello de la piel. Una burbuja separa la mesa del jolgorio que nos rodea. Tras la identificaci¨®n de Manuel hay alguien clave: su abuela Matilde, una activa Abuela de la Plaza de Mayo que sigui¨® el rastro de su nieto, lleno de documentos falsos. Manuel se olvida del pastel de puerro cuando narra el reencuentro: "Toqu¨¦ el timbre de su casa y me prepar¨¦, porque quer¨ªa recordar el momento. Y entonces apareci¨® una se?ora bajita y con el pelo blanco. Matilde me cont¨® que tambi¨¦n ten¨ªa un hermano hijo de una relaci¨®n anterior de mi padre. Lo incre¨ªble es que es el bajista de Los Pericos, uno de mis grupos preferidos".
Han pasado 13 a?os del shock. Manuel ha asimilado su historia y se ha volcado en la b¨²squeda de m¨¢s hijos de desaparecidos. "Creemos que hay 400 m¨¢s, algunos seguramente en Espa?a. Quien tenga dudas se lo debe plantear. Siempre hay algo que se siente. Un vac¨ªo. Una incomodidad. Algo que no cuadra. La falta de fotos de tu mam¨¢ embarazada...".
Adem¨¢s, Manuel ha abierto tres causas judiciales. La primera por el asesinato de su madre y la familia Amestoy. La segunda, por el de su padre. Y la tercera para esclarecer su propia adopci¨®n. "Mis padres adoptivos lo hicieron de buena fe, pero alguien deb¨ªa saber algo. Quiero que se haga justicia. Por no hablar de los asesinatos. Hubo un genocidio y no debe quedar impune. ?sa es la parte que me toca en esta historia".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.