Arte y disputas bizantinas
Londres acoge la primera gran muestra sobre el imperio cristiano en 50 a?os
El esp¨ªritu y el arte se dan la mano en Bizancio, 330-1453, un recorrido por el arte del Imperio y la primera exposici¨®n de estas caracter¨ªsticas en el Reino Unido desde 1958. Re¨²ne 340 piezas, desde iconos, murales, micro-mosaicos, marfiles, esmaltes, cer¨¢micas y objetos diversos de oro y plata, procedentes de 85 donantes. Y probablemente la oportunidad que brinda hasta el 22 de marzo la Royal Academy de Londres (en colaboraci¨®n con el Museo Benaki de Atenas) ser¨¢ la ¨²ltima: la fragilidad de muchas de las piezas hace dif¨ªcil que vuelvan a viajar.
La exposici¨®n es m¨¢s un recorrido por el alma del primer imperio de la cristiandad -que se ve¨ªa a s¨ª mismo como la continuaci¨®n de Roma- que una descripci¨®n de sus carnes. Aunque no faltan monedas de oro y objetos de la vida cotidiana, apenas se evocan aqu¨ª las rutas comerciales que part¨ªan desde la hermosa Constantinopla, la Nueva Roma que reconstruy¨® Constantino el Grande en lo que ahora es Estambul y que marcaba el inicio, o el final, de la ruta de la seda. No es ¨¦ste tampoco el lugar para estudiar las conquistas militares de Justiniano, que expuls¨® a los v¨¢ndalos de la antigua provincia romana de ?frica, conquist¨® C¨®rcega, Cerde?a y Baleares, ocup¨® Dalmacia y anexion¨® de nuevo Roma e Italia para el Imperio.
La exposici¨®n re¨²ne 340 piezas entre iconos, murales y mosaicos
Es m¨¢s bien una invitaci¨®n a refutar, quiz¨¢, los prejuicios de historiadores europeos del siglo XIX que definieron Bizancio como "la forma cultural m¨¢s baja y abyecta que haya asumido la civilizaci¨®n hasta ahora". A juicio de la profesora Maria Vassilaki, de la Universidad Thessaly de Volos (Grecia) y comisaria de la exposici¨®n junto a Robin Cormack, del Instituto Courtauld de Londres, "la gente deber¨ªa ver esta muestra porque tienen que conocer un imperio importante y el arte creado durante 11 siglos". "Vale la pena ver de qu¨¦ manera un imperio que era muy religioso permiti¨® la producci¨®n de arte de altura. Necesitamos ver eso, saber eso, porque el Imperio Bizantino no es demasiado conocido y el p¨²blico puede admirar piezas de primera calidad de todo el mundo".
Quienes se acercan a la Royal Academy deber¨¢n antes prepararse para el viaje. Los que sufran de vista cansada no deber¨ªan en modo alguno dejarse en casa las gafas de leer. Aunque no faltan piezas de cierta medida, la inmensa mayor¨ªa de los objetos exhibidos son de peque?o tama?o y el arte bizantino destaca sobre todo por sus min¨²sculos detalles. La luz es otro problema. La exposici¨®n est¨¢ sumida en tinieblas, para proteger la fragilidad de las obras.
Las explicaciones sobre las piezas son tan microsc¨®picas como muchas de ellas y la gu¨ªa audio a disposici¨®n del p¨²blico apenas cubre la d¨¦cima parte de la muestra. Vale la pena dedicar antes todo el tiempo que haga falta a bucear en el denso cat¨¢logo de la exposici¨®n, en el que el lector encontrar¨¢ no s¨®lo una introducci¨®n a la historia y el arte del Imperio Bizantino, sino las detalladas explicaciones pieza a pieza que tanto se echan en falta en las galer¨ªas de la Royal Academy.
Entre las piezas que no hay que perderse bajo ning¨²n concepto, la profesora Vassilaki cita la galer¨ªa llamada En la corte, donde se expone el arte producido para el emperador. Son piezas que se encontraban en el palacio imperial saqueado por los cruzados cuando tomaron Constantinopla a principios del siglo XIII, y que combinan el arte religioso y el arte secular de la ¨¦poca. En la primera categor¨ªa encaja el icono del arc¨¢ngel Miguel, "que representa al arc¨¢ngel dando la bienvenida al para¨ªso, un icono de salvaci¨®n que probablemente tuvo una influencia enorme en el arte de la ¨¦poca porque es el primero hecho en oro y cristal en tres dimensiones", seg¨²n el profesor Cormack.
En la categor¨ªa secular destacan tres piezas cuya exhibici¨®n conjunta "constituye el sue?o de todo comisario". Se trata de dos cajas de marfil, dos piezas "llenas de sexo y lujuria", y una caja de madera con escenas de cacer¨ªas del emperador. Piezas que quiz¨¢s dan cuerpo a lo que el historiador anglo-irland¨¦s William Lecky escrib¨ªa en 1869 sobre el Imperio Bizantino: "Sus vicios eran los de hombres que han dejado de ser valientes sin aprender a ser virtuosos. (...) Esclavos, y esclavos por voluntad propia, tanto de sus actos como de sus pensamientos, sumergidos en la sensualidad y en los placeres m¨¢s fr¨ªvolos, la gente s¨®lo sal¨ªa de su apat¨ªa cuando alguna sutileza teol¨®gica o alg¨²n hecho de caballer¨ªa en las carreras de carros les estimulaba a enzarzarse en fren¨¦ticas disputas". Las famosas discusiones bizantinas.
Otra de las claves de la muestra es el c¨¢liz de Antioqu¨ªa. Descubierto en 1911, hasta hace 25 a?os se cre¨ªa que pod¨ªa ser el Santo Grial, el c¨¢liz utilizado por Cristo en la ?ltima Cena. Ahora se cree que la copa lisa de plata, a la que se a?adieron luego escenas de la ?ltima Cena, es en realidad una l¨¢mpara de aceite del siglo VI, aunque a juicio de Cormack "el tema a¨²n no est¨¢ cerrado".
Nueve preguntas con respuesta
La exhibici¨®n est¨¢ estructurada en nueve galer¨ªas organizadas al mismo tiempo de forma cronol¨®gica y tem¨¢tica. "Cada galer¨ªa plantea una pregunta cuya respuesta est¨¢ en las propias piezas que la componen", explica el profesor Robin Cormack. La primera plantea la pregunta de c¨®mo empez¨® el arte cristiano y cu¨¢l fue el papel de Bizancio. La respuesta est¨¢ en una cabeza de bronce de Constantino el Grande, que legaliz¨® el cristianismo en el Imperio Romano, y en dos peque?as esculturas grecorromanas de m¨¢rmol con clave: "Pertenecieron a un arist¨®crata de mediados del siglo III, convertido al cristianismo cuando era ilegal, y contienen un mensaje encriptado del Antiguo Testamento, que alude a Jon¨¢s".
La sala dedicada a los iconos plantea si esas obras an¨®nimas son arte. La respuesta -"es funcional pero tambi¨¦n es arte"- la encierra un espectacular micromosaico hecho en Constantinopla hacia 1300 y llevado por un caballero cruzado al monasterio de Santa Catalina, en el Sina¨ª, y entregado en 1385 a la iglesia de la Santa Cruz, en Roma. All¨ª le a?adieron un marco lleno de reliquias de santos y una inscripci¨®n que afirma que el icono representa una visi¨®n del papa Gregorio el Grande en el siglo VI en la que ve a Cristo con cuerpo de hombre y sangrando en la cruz. Una forma de hacer oficial que a Jes¨²s se le representa con barba y el pelo largo. "Es una de las piezas m¨¢s sagradas de la Iglesia cat¨®lica. Es incre¨ªble tener aqu¨ª una reliquia tan preciosa", se congratula Robin Cormack.
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