Presupuestos en ¨¦poca de crisis
En este final de a?o, en pleno alud de cambios de dif¨ªcil conceptualizaci¨®n, les toca aprobar presupuestos a las administraciones p¨²blicas, con las dificultades que comporta una restricci¨®n s¨²bita de ingresos y unas demandas de gasto al alza. Es precisamente en momentos como ¨¦stos cuando es importante examinar y debatir en profundidad esa expresi¨®n num¨¦rica de los objetivos de un Gobierno que son los presupuestos. Y me temo que no tenemos buenos mimbres con los que construir tal debate, m¨¢s all¨¢ de las previsibles descalificaciones gen¨¦ricas por parte de la oposici¨®n. No es serio, por ejemplo, que en algunas administraciones se pretenda evitar un debate pol¨ªticamente significativo sobre en qu¨¦ partidas incrementar, mantener o rebajar el gasto, y para ello se adopte la salida f¨¢cil y tradicional de recortar a todos por igual. Tampoco parece razonable adoptar una posici¨®n de excepcionalidad, proponiendo que todos los partidos de la oposici¨®n arrimen el hombro y voten con el Gobierno los presupuestos para demostrar as¨ª que es m¨¢s importante la unidad que la discusi¨®n sobre las bases conceptuales (o sea, ideol¨®gicas y de valores) del presupuesto y sus concreciones sustantivas y operativas. Hemos de reconocer que los gobiernos en Espa?a, tanto de la esfera estatal como de las esferas de gobierno auton¨®mica o local, no disponen de capacidades anal¨ªticas suficientes como para poder discriminar y discutir con seriedad prioridades, cuando el sistema de control de gesti¨®n que tienen establecido s¨®lo les suministra informaci¨®n sobre el grado de ejecuci¨®n presupuestaria y la legalidad contable. Son escasos los ¨¢mbitos de gesti¨®n p¨²blica que dispongan hoy de informaciones serias y contrastables sobre resultados de la acci¨®n p¨²blica y sobre el grado de impacto o de cumplimiento de objetivos alcanzado. Y de esta manera, la navegaci¨®n se basa m¨¢s en la experiencia e intuici¨®n del piloto que en certezas y puntos de referencia precisos.
Nos falta transparencia y pedagog¨ªa presupuestaria e informaci¨®n sobre el ciclo que relaciona recursos e impactos
La costumbre dispone que lo importante es saber de qu¨¦ cantidad dispone el gestor a primeros de a?o y el grado de ejecuci¨®n de esos recursos a finales del mismo. ?se ser¨¢ el punto clave que indicar¨¢ una mejor o peor posici¨®n para abordar la discusi¨®n del nuevo presupuesto. En ese escenario, todo el ¨¦nfasis se pone en el debate sobre la cuant¨ªa del gasto departamento por departamento, pol¨ªtica por pol¨ªtica, y no tanto en prioridades establecidas y resultados obtenidos. El sentido com¨²n indicar¨ªa que los presupuestos de los distintos gobiernos deber¨ªan examinar con detalle los impactos que tendr¨¢ la nueva situaci¨®n econ¨®mica y social, y disponer la distribuci¨®n de recursos con arreglo a ello. Pero los compromisos que se arrastran a?o a a?o, las rigideces del sistema de funci¨®n p¨²blica y la poca capacidad de generar informaci¨®n para la navegaci¨®n reducen en muchos casos esa capacidad de cambio a proporciones muy limitadas. Lo que ha resultado sorprendente para mucha gente es la rapidez con que se han prometido enormes cantidades de recursos para el rescate financiero, cuando cualquiera que propusiera inversiones de tal calibre para asuntos de inter¨¦s social ser¨ªa inmediatamente tachado de insensato. Estamos viendo como se apuntan serias dificultades econ¨®micas para mantener el proceso de implementaci¨®n de las previsiones de la llamada ley de defensa de la autonom¨ªa y de atenci¨®n a la dependencia, o se anuncian recortes muy significativos en muchas ¨¢reas, y en cambio uno se marea cuando oye hablar de las cuant¨ªas de los fondos destinados a reducir los efectos de la crisis financiera. ?Podremos saber alg¨²n d¨ªa en qu¨¦ se han gastado concretamente esos recursos, qu¨¦ efectos ha tenido su asignaci¨®n? ?Podremos comparar esos resultados con el grado de mejora en la calidad de vida de las personas que sufren procesos de dependencia? ?Tenemos, en definitiva, informaci¨®n suficiente nosotros y los parlamentarios o concejales para discutir pol¨ªticamente, es decir, relacionando valores y prioridades, la distribuci¨®n presupuestaria?
Necesitamos que las entidades, las asociaciones, las organizaciones no gubernamentales, no est¨¦n s¨®lo pendientes de c¨®mo han quedado en la foto de las previsiones presupuestarias del a?o pr¨®ximo y se preocupen tambi¨¦n por discutir cu¨¦l ha sido el destino de los fondos y los resultados obtenidos con esta o aquella actuaci¨®n de los poderes p¨²blicos. En un pa¨ªs como Estados Unidos, existe la sana costumbre de relacionar coste con resultados. El pr¨®ximo 4 de noviembre, los estadounidenses no s¨®lo votar¨¢n a qui¨¦n quieren de presidente, sino que podr¨¢n votar si as¨ª lo desean en centenares y centenares de refer¨¦ndos y consultas que se presentan en muchos estados y municipios del pa¨ªs. Y en buena parte de esas consultas se relaciona de manera directa una medida concreta que impulsa un grupo de ciudadanos con el coste que ello supone. Aqu¨ª, con partidas de dif¨ªcil localizaci¨®n en los inextricables cap¨ªtulos presupuestarios, a¨²n no sabemos a qui¨¦n recriminar cuando se produce una noticia aparentemente escandalosa sobre este o aquel autom¨®vil, no podemos discutir si es mejor o peor que exista un pool de coches oficiales, o si lo que resultar¨ªa m¨¢s eficiente ser¨ªa usar taxis. Hablamos de copago y lo relacionamos con exceso de frecuentaci¨®n del sistema sanitario, pero no est¨¢ nada claro este nexo de causalidad, sobre todo si no discutimos previamente formas de organizaci¨®n sanitaria o mecanismos de distribuci¨®n de f¨¢rmacos. Los pocos ejemplos de participaci¨®n ciudadana en el debate sobre los presupuestos p¨²blicos ponen de manifiesto el alto grado de educaci¨®n c¨ªvica que permiten. Nos falta transparencia y pedagog¨ªa presupuestaria e informaci¨®n sobre el ciclo que relaciona recursos e impactos. Si no avanzamos en esa l¨ªnea, lo normal es que la desconfianza aumente y que la sospecha sobre el despilfarro p¨²blico o el trato de favor a ciertas ¨¦lites econ¨®micas siga creciendo.
Joan Subirats es catedr¨¢tico de Ciencia Pol¨ªtica de la Universidad Aut¨®noma de Barcelona.
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