Los disfraces de los 'otaku' dan colorido al barrio de Akihabara
La palabra "otaku" no acaba de estar definida de la misma forma en todas partes. Para unos es un sello distintivo que los sit¨²a como parte de una comunidad entusiasta sobre alg¨²n tema; para otros es algo despectivo para definir a alguien que vive encerrado en un mundo de fantas¨ªa, obsesionado y absorbido por su afici¨®n.
Reunidos en el centro de convenciones Makuhari Messe con motivo de la feria de videojuegos anual japonesa, muchos de los que se definen como otakus se desplazan para poder probar ellos mismos algunos de los t¨ªtulos m¨¢s esperados, otros lo hacen exclusivamente para fotografiar a las chicas y colgar las instant¨¢neas en sus blogs, mientras que un selecto grupo desarrolla su gran pasi¨®n: el cosplay, la creaci¨®n de disfraces, que llevan a diferentes convenciones y competiciones nacionales de prestigio.
Para algunos es una diversi¨®n, pero para una mayor¨ªa de los participantes es un asunto muy serio. "Hemos invertido muchos esfuerzos, dinero y tiempo", explica apresuradamente una chica vestida de Dante. "No s¨®lo importa que los disfraces sean convincentes, tambi¨¦n tratamos de imitar la actitud y presencia de los personajes que representamos".
Aunque la sociedad japonesa tiene diferentes actitudes con los otakus, generalmente m¨¢s positivas o al menos no tan negativas como hace unos a?os, el cosplay genera m¨¢s incomprensi¨®n y suele acarrear inmediatamente el estigma de rarito. Por su deseo de evadirse algunos buscan refugio en Akihabara, el barrio de la tecnolog¨ªa.
Akihabara es la meca de juegos de todas las ¨¦pocas, compartiendo el espacio con la m¨¢s rabiosa actualidad en el sector. Pero este lugar es tambi¨¦n un microuniverso que encierra una sumergida pero notable comunidad de diferentes clases de otaku, que tienen aqu¨ª sus santuarios. Cafeter¨ªas con camareras disfrazadas como mu?ecas, peque?os conciertos para promocionar la figura de alguna joven estrella, reuniones de fans de un tema muy concreto... los otaku son un gran mercado, ya que su met¨®dico coleccionismo y su voraz apetito de consumo los convierte en los clientes perfectos para sectores como el de los videojuegos, el c¨®mic japon¨¦s, la m¨²sica, el anime o las maquetas basadas en series populares.
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