Tortillitas de camar¨®n en Alcal¨¢-Meco
Catorce presos comparten fogones con un 'chef' tras un cursillo de cocina
?sta es la f¨¢bula de la segunda oportunidad. La del dominicano Abel, que fastidi¨® la primera con una maleta llena de droga en Barajas. Bate con las manos la masa de las tortillitas de camarones y presume: "Me s¨¦ 49 recetas". Nord¨ªn, el chico de Campamento, paladea la palabra libertad mientras limpia la tarima met¨¢lica con un "uufff" muy largo delante. Su primera oportunidad vol¨® con un intento de homicidio que le pesa m¨¢s que los muros. Falta una semana para el primer permiso. "Echo de menos a las mujeres", dice.
Viste de blanco impoluto, con delantal y gorro encajado, como los otros 13. Son los chicos del m¨®dulo 24 de la prisi¨®n de Alcal¨¢-Meco. Todos tienen menos de 21 a?os. El delito m¨¢s com¨²n es tr¨¢fico de estupefacientes. En la cocina de la c¨¢rcel preparan delicatessen -crema de ajo verde y pistachos con sardinas ahumadas, huitlacoche (hongo de ma¨ªz) con pulpo a la gallega y tortillas de camarones- para su propia fiesta. Luego recoger¨¢n su diploma tras un curso de ayudante de cocina de cinco meses.
Los presos, menores de 21 a?os, preparan los aperitivos de su propia fiesta
Todos est¨¢n a las ¨®rdenes del chef Andr¨¦s Madrigal, del restaurante madrile?o Alboroque, elegido el mejor del a?o por los lectores de la gu¨ªa Gourmetour. A Madrigal, que parece en su salsa, le recuerdan a los chicos de su barrio, Vallecas. A los que "quedaron en el camino por no arrimarse a nada", rememora. Da saltos de un lado a otro. Quiz¨¢ por el fr¨ªo insoportable que sale de las campanas de la cocina, que est¨¢ de estreno.
Al mexicano ?ngel Roberto ese mismo fr¨ªo le parece insufrible. Alinea los vasitos del primer ajo verde que ve en su vida. Los platos que han aprendido son un poco m¨¢s de andar por casa. Mientras se ajusta el delantal, confiesa que espera encontrar "un trabajito fuera" gracias al diploma. El mexicano M¨¢ximo asegura que su madre, Elo¨ªsa, "va a estar encantada" cuando salga libre y cocine su paella con truco, un sofrito con or¨¦gano. Har¨¢ de comer para la familia y justo, justito despu¨¦s, se beber¨¢ "una cervecita con los amigos".
Michael, que pica la cebolla sin soltar una l¨¢grima, a?ora la m¨²sica, su grupo de rap y reggaeton. ?l ya sab¨ªa cocinar antes de empezar el m¨®dulo. Las clases le han ense?ado algo m¨¢s que los pucheros: "Ser m¨¢s responsable conmigo mismo". Tal cual. Dicho de un tir¨®n justo antes de coger el perejil.
El dominicano Michael es una excepci¨®n. La mayor¨ªa lleg¨® "sin saber nada", cuenta Isabel, la monitora que ha compartido las 430 horas del curso con los chicos y que va de un lado a otro atendiendo a todo el mundo. "Chicos, fuera delantales", les pide. Ha llegado la hora de los diplomas, que reparte la directora general de Instituciones Penitenciarias, Mercedes Gallizo. Cuando acaban los aplausos, empiezan los corrillos. No ha quedado ni un canap¨¦ sin probar. La visita se marcha con el est¨®mago lleno.
Los pinches del m¨®dulo 24 eran 15. Uno ya est¨¢ fuera, con su t¨ªtulo de ayudante de cocina, a punto de enfrentarse a su segunda oportunidad. Los portones y el control quedan atr¨¢s. El vigilante se despide con una reflexi¨®n cubierta de vaho. "Aqu¨ª podemos entrar t¨² o yo por un accidente de tr¨¢fico, por un mal d¨ªa...". Se calla y fija la vista en el barullo de alambres repletos de cuchillas. "Aqu¨ª puede acabar cualquiera".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.