El Cigala pone en pie al p¨²blico vigu¨¦s en la apertura del Festival Are More
El cantaor, que fusiona el flamenco con jazz y ritmos latinos, se arranc¨® por sole¨¢s
Rodeado de una banda a la que considera su familia, Diego El Cigala toc¨® los ¨¦xitos que lo han catapultado a la fama y hasta se permiti¨® el lujo de cantar por sole¨¢s ante el p¨²blico vigu¨¦s el pasado jueves en la apertura de la novena edici¨®n del Festival Are More. El cantaor result¨®, como se esperaba, una flor de rara belleza en medio de un certamen que fue de m¨²sica cl¨¢sica en sus inicios y que, con el tiempo, va dando cabida a otros estilos. Y la f¨®rmula funciona porque hac¨ªa varios d¨ªas que el recital de este cantaor que fusiona el flamenco con el jazz y los ritmos latinos hab¨ªa colgado el cartel de "no hay entradas" en el Teatro Salesianos.
Su ¨²ltimo disco en el mercado, Dos l¨¢grimas (2008), centr¨® buena parte del repertorio del concierto, que arranc¨® con Si te contara. En lugar de sentarse en una silla de mimbre y madera, El Cigala se arrima a un taburete alto junto al que luce como un pincel: traje color grafito, zapato lustroso y melena brillante como los oros que refulgen en sus dedos. Este nuevo flamenco que ha conducido con acierto su carrera hacia el terreno de la fusi¨®n con el jazz y los ritmos latinos, siente como los antiguos.
Sali¨® a bailar su hijo Rafael, que no levanta un palmo del suelo
"Me cri¨¦ con una guitarra flamenca y siempre necesito tenerla cerca", confes¨® el artista madrile?o a los espectadores antes de arrancarse, mano a mano con las cuerdas de Diego Amador, en el momento musical m¨¢s interesante de la noche. Despu¨¦s reconoci¨® a sus acompa?antes que hab¨ªa sido mal advertido acerca de la empat¨ªa del p¨²blico gallego con el cante jondo, ya que su supuesto atrevimiento se llev¨® la mayor ovaci¨®n del concierto.
Entre "roncito y roncito", rescat¨® la intimidad del poema del andaluz Rafael Alberti Se equivoc¨® la paloma que music¨® en Picasso en mis ojos (2005) y, presentados como "algo que seguro que os sonar¨¢", no faltaron los imprescindibles temas de L¨¢grimas negras (2004), su disco conjunto con el pianista cubano Bebo Vald¨¦s, cuyo testigo recoge ahora con una m¨¢s que estimable solvencia otro natural de la isla caribe?a, el contrabajista Jersy Heredia.
La isla de Cuba es una referencia inexcusable en la imaginer¨ªa sonora de este artista enamorado de la m¨²sica hasta el tu¨¦tano, que se levanta escuchando a Mar¨ªa Callas y que se declara rendido ante Montserrat Caball¨¦, con la que prepara otra de esas colaboraciones de lujo que acostumbra a organizar el cantaor.
Por dos veces, Diego El Cigala quiso rematar el recital de Vigo a lo grande. Primero con una muy rumbera Dos gardenias para ti y despu¨¦s con el cl¨¢sico arrebatado Mar¨ªa de la O en un punto en el que desde las butacas del Teatro Salesianos ya nadie se cortaba en ofrecer coros y palmas, llevasen o no el ritmo. Pero tan a gusto se encontraba el maestro que, all¨¢ por el segundo bis, prolong¨® el final previsto de bolero y copla y sac¨® al escenario al peque?o Rafael, su hijo menor. El chiquillo, que no levantaba un palmo del suelo, empez¨® a taconear y a palmear con desparpajo... hasta que se puso un micr¨®fono por medio y se torn¨® vergonzoso de pronto ante todo un teatro puesto en pie para ellos.
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