Bruselas y la crisis
La crisis de la econom¨ªa mundial golpea en pleno coraz¨®n a la Uni¨®n Europea. No s¨®lo es una crisis financiera y de liquidez, sino tambi¨¦n y sobre todo una crisis sist¨¦mica que comporta una depresi¨®n que probablemente jam¨¢s se ha experimentado a esta escala. Porque se trata de la primera gran crisis de la globalizaci¨®n. Bruselas ha estado por ahora ausente del debate. Tanto Jos¨¦ Manuel Dur?o Barroso como Joaqu¨ªn Almunia han palidecido ante la ofensiva de Gordon Brown (?l¨ªder de un pa¨ªs ausente de la zona euro!) y el activismo de Nicolas Sarkozy (presidente del Consejo Europeo, pero cr¨ªtico declarado con Bruselas). Lo que demuestra, una vez m¨¢s, que algo no acaba de funcionar en Europa. En pocas palabras: Bruselas es impotente ante el tornado. ?Por qu¨¦?
"No saldremos de esta crisis mundial sin una gran pol¨ªtica de recuperaci¨®n europea
Hay evidentemente varias razones, tanto hist¨®ricas como pol¨ªticas. Pero la raz¨®n principal se debe a la elecci¨®n estrat¨¦gica que la Comisi¨®n preconiza para Europa: una concepci¨®n unilateral, dogm¨¢tica de la pol¨ªtica de la competencia. Bruselas se ha convertido desde el Acta ?nica y sobre todo desde el Tratado de Maastricht en la d¨®cil sirvienta de la ¨²nica pol¨ªtica de competencia a nivel europeo, en detrimento de toda pol¨ªtica de crecimiento y de empleo. Esta orientaci¨®n, impuesta por una concepci¨®n no menos dogm¨¢tica de la aplicaci¨®n del Pacto de Estabilidad, est¨¢ hoy paralizada por la crisis, que es precisamente la de la pol¨ªtica del todo vale y de la especulaci¨®n desbocada a escala mundial.
Bruselas ha reaccionado, aunque siempre con retraso. Ha propuesto primero una serie de medidas t¨¦cnicas para estabilizar la situaci¨®n bancaria: garantizar los dep¨®sitos, flexibilizar las normativas contables, vigilar a las agencias de notaci¨®n y reducir el sueldo de los dirigentes de los bancos (?cinco millones de euros al a?o!). Ahora quiere ir m¨¢s all¨¢ en la reforma econ¨®mica y que la pr¨®xima reuni¨®n del Ecofin del 5 de noviembre adopte una serie de medidas principalmente en relaci¨®n con la cohesi¨®n regional, a la ayuda a las empresas para que se ajusten a la competencia globalizada, a la aplicaci¨®n de fondos m¨¢s elevados para las empresas medianas mediante el refuerzo de capital del Banco Europeo de Inversiones, y a otros proyectos del mismo estilo, incluidas, hecho novedoso, tanto la financiaci¨®n de grandes proyectos de infraestructuras como la ayuda a los desempleados con el objetivo de crear empresas de manera... r¨¢pida y barata. En resumen, no cambiamos nada de la pol¨ªtica liberal de la competencia. Se flexibiliza y se da dinero a las empresas que lo necesiten. Pero s¨®lo un poco, puesto que naturalmente hay poco dinero en las cajas. Porque, como ha subrayado Dur?o Barroso, "ning¨²n Estado miembro ha propuesto aumentar el presupuesto" de la Uni¨®n Europea (1% del PIB europeo). A la vez, la Comisi¨®n se ha mostrado dispuesta a flexibilizar el Pacto de Estabilidad, que Romano Prodi en su momento y ante el Parlamento Europeo hab¨ªa calificado de "est¨²pido". Pero tampoco sabemos hasta d¨®nde est¨¢ dispuesta a llegar la Comisi¨®n en esta flexibilizaci¨®n. ?Hace falta franca y saludablemente modificar los criterios de convergencia de Maastricht, adaptarlos a la nueva situaci¨®n mundial de recesi¨®n?
Este comportamiento de la Comisi¨®n, bastante confuso y de retaguardia, no es producto del azar. Simboliza en el fondo la par¨¢lisis del proyecto europeo. Y en el futuro reforzar¨¢ el papel de los Estados, mientras favorece una renacionalizaci¨®n progresiva de la pol¨ªtica europea. Cada Estado, a pesar de la ret¨®rica europea adoptada por todos, tender¨¢ en primer lugar a apagar el fuego de su propia casa. Es dif¨ªcil criticar esta actitud. Puesto que ella misma es el resultado inevitable de la impotencia de Bruselas para proponer, desde Maastricht, un proyecto coherente de crecimiento y de empleo para Europa.
Ahora bien, no saldremos de esta crisis mundial sin una gran pol¨ªtica de recuperaci¨®n a escala europea y sin un acuerdo estrat¨¦gico sobre las instituciones internacionales (FMI, Banco Mundial, Sistema Monetario Internacional). Tampoco, por otra parte, sin una redefinici¨®n de las normas de la competencia en la OMC, lo que supone una gran negociaci¨®n geopol¨ªtica con las potencias emergentes. Si la Comisi¨®n no se adapta r¨¢pidamente a esta nueva situaci¨®n, veremos probablemente c¨®mo disminuye y hasta se reduce dr¨¢sticamente su papel. ?sta podr¨ªa ser, en pocas palabras, la primera v¨ªctima institucional de la crisis ya que los europeos son esc¨¦pticos, est¨¢n cansados del liberalismo imperante en las oficinas bruselenses. Quieren crecimiento, empleo, pol¨ªticas sociales para creer en el proyecto europeo.
Traducci¨®n M. Sampons.
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