En busca desesperada de la seriedad
Es posible que todos los sondeos y opiniones generalizadas se equivoquen, y que John McCain, inesperadamente, gane. Ahora bien, en estos momentos da la impresi¨®n de que el triunfo dem¨®crata es inevitable: una victoria s¨®lida, tal vez incluso aplastante, de Barack Obama; gran aumento del n¨²mero de esca?os dem¨®cratas en el Senado, tal vez incluso suficientes para darles una mayor¨ªa a prueba de bloqueos parlamentarios, y tambi¨¦n un amplio avance dem¨®crata en la C¨¢mara de Representantes.
Hace s¨®lo seis semanas los resultados parec¨ªan ajustados e incluso levemente favorables a McCain. El momento decisivo de la campa?a se vivi¨® a mediados de septiembre, coincidiendo con la repentina intensificaci¨®n de la crisis financiera tras la bancarrota de Lehman Brothers. Pero ?por qu¨¦ la crisis econ¨®mica y financiera ha beneficiado de una forma tan abrumadora a los dem¨®cratas?
Cuando parece que el mundo se viene abajo, uno no recurre a un tipo con el que le gustar¨ªa tomarse una cerveza
Con todo el tiempo que he dedicado a presentar argumentos contra el dogma econ¨®mico conservador, me gustar¨ªa creer que la mala situaci¨®n convenci¨® a muchos estadounidenses, por fin, de que las ideas econ¨®micas de la derecha son err¨®neas y las ideas progresistas son las acertadas. Y no cabe duda de que hay algo de eso. Hoy, cuando incluso el propio Alan Greenspan reconoce que se equivoc¨® al creer que el sector financiero pod¨ªa autorregularse, la ret¨®rica reaganesca sobre la magia del mercado y los males de la intervenci¨®n del Gobierno resulta rid¨ªcula.
Adem¨¢s, McCain parece asombrosamente incapaz de hablar sobre econom¨ªa como si fuera un asunto serio. Ha tratado de responsabilizar de la crisis a su culpable favorito, las asignaciones presupuestarias especiales del Congreso, una afirmaci¨®n que deja at¨®nitos a los economistas. Inmediatamente despu¨¦s de la quiebra de Lehman, McCain declar¨®: "Los cimientos de nuestra econom¨ªa son s¨®lidos", por lo visto sin saber que estaba repitiendo casi al pie de la letra lo que dijo Herbert Hoover despu¨¦s de la crisis de 1929.
No obstante, sospecho que la raz¨®n fundamental del espectacular giro en las encuestas es algo menos concreto y m¨¢s et¨¦reo que el hecho de que los acontecimientos hayan desacreditado al fundamentalismo del libre mercado. En mi opini¨®n, a medida que la situaci¨®n econ¨®mica ha ido oscureci¨¦ndose, los estadounidenses han redescubierto la virtud de la seriedad. Y eso ha beneficiado a Obama, porque su rival ha llevado a cabo una campa?a tremendamente poco seria.
Piensen en los temas que han centrado la campa?a de McCain hasta ahora. McCain nos recuerda, una y otra vez, que es un heterodoxo, pero ?qu¨¦ significa eso? Su heterodoxia parece definirse como un rasgo independiente de su personalidad, no vinculado a ninguna objeci¨®n concreta contra la manera de gobernar el pa¨ªs durante los ¨²ltimos ocho a?os.
Por otro lado, ha criticado a Obama diciendo que es un "famoso", pero sin explicar en concreto qu¨¦ tiene eso de malo; se da por supuesto que las estrellas de Hollywood tienen que caernos mal.
Y es evidente que la elecci¨®n de Sarah Palin como candidata republicana a la vicepresidencia no tuvo nada que ver con sus conocimientos ni sus posturas; fue por lo que era, o lo que parec¨ªa ser. Se supon¨ªa que los estadounidenses deb¨ªan identificarse con una hockey mom parecida a ellos.
En cierto sentido, es comprensible que McCain haga campa?a apoy¨¢ndose en nimiedades; al fin y al cabo, en otras ocasiones ha funcionado. El caso m¨¢s notable fue el del presidente Bush, que si logr¨® colocarse a un paso de la Casa Blanca y que todo dependiera de una cuesti¨®n de papeletas mariposa y perforaciones mal hechas fue s¨®lo porque gran parte de los medios, en vez de prestar atenci¨®n a las propuestas pol¨ªticas de los candidatos, se centraron en sus personalidades: Bush era un tipo simp¨¢tico con el que uno pod¨ªa tomarse una cerveza, mientras que Al Gore era un tieso sabelotodo; y eso era lo importante, no ese l¨ªo de los impuestos y la Seguridad Social. Y seamos francos: hace seis semanas parec¨ªa que la atenci¨®n de McCain a las nimiedades estaba d¨¢ndole buenos resultados.
Pero eso era antes de que la perspectiva de una segunda Gran Depresi¨®n captara la atenci¨®n de la gente.
La campa?a de Obama no ha estado tampoco libre de tonter¨ªas; en sus primeras fases estaba llena de un vago optimismo. Pero el Barack Obama que ven los votantes hoy es un hombre sereno, tranquilo, intelectual y enterado, capaz de hablar sobre la crisis financiera con una coherencia que McCain no tiene. Y, cuando parece que el mundo se viene abajo, uno no recurre a un tipo con el que le gustar¨ªa tomarse una cerveza, sino a alguien que quiz¨¢ sepa realmente c¨®mo arreglar la situaci¨®n.
La reacci¨®n de la campa?a de McCain al ver que disminuyen sus posibilidades de victoria ha sido significativa: en vez de argumentar que McCain est¨¢ m¨¢s preparado para hacer frente a la crisis econ¨®mica ha hecho todo lo posible para volver a frivolizar las cosas. ?Obama se junta con radicales de los a?os sesenta! ?Es un socialista! ?No ama a Estados Unidos! A juzgar por las encuestas, no parece que est¨¦ sirviendo de nada.
?Persistir¨¢ la nueva exigencia de seriedad del pa¨ªs? Quiz¨¢ no; ?se acuerdan de que se supon¨ªa que con el 11-S iban a acabarse las frivolidades? Pero, de momento, parece que los votantes s¨ª est¨¢n interesados por los temas que de verdad son importantes. Y eso es malo para McCain y para los conservadores en general: en estos momentos, para parafrasear al c¨®mico Rob Corddry, la realidad es claramente progresista. -
? 2008 New York Times News Service. Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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