"Soy fruto de la mezcla de culturas"
Susana Mar¨ªa Alfonso de Aguiar celebr¨® en 2005 su primer medio siglo de vida mud¨¢ndose a Par¨ªs. En aquel viaje la acompa?aban una maleta liviana, sus dos gatos y, por supuesto, M¨ªsia, la fadista que habita en ella desde 1991. Su psiquiatra todav¨ªa no se lo ha perdonado, pero el cambio de aires es consustancial a esta mujer n¨®mada por vocaci¨®n, natural de Porto, de madre catalana y or¨ªgenes cabareteros en El Molino barcelon¨¦s. Ayer inaugur¨® la VI Mostra Portuguesa en Madrid con un recital en el teatro Alb¨¦niz donde hizo un repaso por sus poetas lusitanos de cabecera. Al tiempo, prepara un nuevo ¨¢lbum, R¨²as, donde se atreve con originales de Nine Inch Nails, Joy Division o la tradici¨®n turca. "Mudar, mudar siempre, cambiar de piel. He ah¨ª la clave", resume desde los estudios ICP de Bruselas, donde da forma estos d¨ªas a su transmutaci¨®n m¨¢s radical.
"Desconf¨ªo de quienes dicen llevarse bien con todo el mundo"
Pregunta. ?Qu¨¦ libro hay en la mesilla de una mujer en permanente tr¨¢nsito?
Respuesta. Ahora mismo una historia de Constantinopla, ma?ana algo completamente distinto. Mi madre viajaba mucho por su trabajo y me impuls¨® a ser as¨ª. En los ¨²ltimos 18 a?os no he hecho otra cosa.
P. Portuguesa, medio espa?ola, algo parisina... ?Cu¨¢l es su verdadero hogar?
R. En los camerinos siempre cuelgo un tapete m¨ªo en la puerta. Significa que ¨¦sa es mi casa, el lugar donde ese d¨ªa me toca vivir. Soy fruto de la mezcla de culturas e hija de padres divorciados, y eso me ha permitido que no me sienta extranjera de nada. Me instal¨¦ en Par¨ªs porque estaba harta de que los portugueses me preguntaran si era esto o lo otro. Pues no: soy esto, lo otro y lo de m¨¢s all¨¢, una curiosa en permanente evoluci¨®n.
P. Alguno de sus seguidores m¨¢s ortodoxos se llevar¨¢ un soponcio con su pr¨®ximo disco...
R. Es un trabajo muy sorprendente, incluso para m¨ª misma. Conoc¨ª Hurt, de Nine Inch Nails, a trav¨¦s de Johnny Cash y me impact¨®. A partir de ah¨ª me puse a buscar el lado m¨¢s oscuro de estas otras m¨²sicas, los equivalentes a mis fados predilectos. Como dir¨ªa mi psiquiatra, soy un poco g¨®tica.
P. ?Le ha dado ya el alta?
R. Perd¨ª sus sesiones con mi marcha a Par¨ªs, pero los a?os de psicoterapia me han conducido a una ¨¦poca de renacimiento personal. Ahora me acepto mejor. Atravieso una cierta juventud de se?ora subversiva.
P. Lleva dos d¨¦cadas conviviendo a diario con el fado. ?Deja secuelas?
R. El fado me ha endurecido, o al menos me ha ense?ado a no mostrar todo lo que me duele. El fado habita dentro de m¨ª y me ayuda a sobrevivir en la batalla cotidiana. Sin lucha, la vida no tiene gracia. Desconf¨ªo, por ejemplo, de quienes dicen llevarse bien con todo el mundo. ?C¨®mo se concibe eso? Yo he llorado mucho y ahora he conseguido llorar menos.
P. ?Qu¨¦ cosas le hacen esbozar una sonrisa?
R. Me r¨ªo, sobre todo, de m¨ª misma. Mi abuela trabaj¨® en El Molino y me ense?¨® a relativizar las cosas, a comprender que risas y l¨¢grimas provienen del mismo lugar, de lo m¨¢s ¨ªntimo y profundo. Soy una mujer alegre e infeliz al mismo tiempo, nada que ver con esa diva hier¨¢tica que es M¨ªsia en el escenario.
P. Ha extendido la m¨²sica portuguesa por medio mundo. ?Para cu¨¢ndo un fadista for¨¢neo?
R. En Jap¨®n hay algunos, pero no gracias a m¨ª, sino a Am¨¢lia. Con todo, soy esc¨¦ptica al respecto. No me acabo de creer que alguien pueda sentir una m¨²sica si no la ha mamado y respirado desde el principio. Puedes aprender la t¨¦cnica, pero faltar¨¢ la esencia, la comprensi¨®n profunda. Es como cuando se intenta fusionar fado y flamenco, que no resulta factible.
P. Usted canta letras de Saramago, Pessoa, Lobo Antunes o Ary dos Santos. ?C¨®mo conviven ese universo l¨ªrico con los sonidos de la tradici¨®n m¨¢s popular?
R. Eugene H¨¹tz, el cantante de Gogol Bordello, me coment¨® en cierta ocasi¨®n que mis discos eran como si Faulkner o Hemingway se hubieran puesto a escribir para un artista de country. Es un proceso intuitivo a cargo de una mujer curiosa y autodidacta.
P. Mostras portuguesas al margen, ?Portugal y Espa?a siguen siendo esos dos vecinos que se ignoran?
R. Falta camino por recorrer. Espa?a debe aprender a vernos como una cultura diferente, no su prolongaci¨®n. Y los portugueses tenemos que perder el miedo a ser absorbidos. Es mejor que unos y otros nos dejemos querer.
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