Hay que instaurar una nueva cultura empresarial
A posteriori, a todos nos ha sorprendido que la situaci¨®n haya llegado tan lejos. Pero, seamos sinceros, ya hace mucho tiempo que incluso personas muy informadas, como George Soros, alzaban voces de alarma. Cuando el Foro Econ¨®mico Mundial public¨® su Global Risk Report (Informe de Riesgos Mundiales) a comienzos de 2007, preven¨ªa precisamente contra esos riesgos que ahora han producido el derrumbamiento del sistema.
En el discurso inaugural que pronunci¨¦ en enero de 2008 ante la reuni¨®n anual del Foro Econ¨®mico Mundial de Davos alud¨ª a un mundo esquizofr¨¦nico y dije que tendr¨ªamos que responder de nuestros pecados. La raz¨®n de que no vi¨¦ramos lo que se nos ven¨ªa encima no s¨®lo tiene que ver con la negaci¨®n de verdades inc¨®modas, sino con el hecho de que nadie se sent¨ªa realmente responsable o capaz de actuar.
Ahora asistimos a 'cumbres mundiales' para aprobar normas que necesit¨¢bamos desde hac¨ªa mucho tiempo
Se necesita es una gesti¨®n empresarial basada en valores profesionales y no en maximizar el beneficio
Nuestro sistema internacional, que, creado a mediados del siglo pasado, se basa en la existencia de instituciones multilaterales, ha carecido o bien de autoridad o bien de competencia para enfrentarse a los desaf¨ªos de un orden financiero mundial que se ha ca¨ªdo por la borda. Por otra parte, los Gobiernos de los pa¨ªses, bien por inter¨¦s nacional, bien por razones ideol¨®gicas, no han mostrado iniciativa para lidiar con un sistema financiero global fundamentalmente restrictivo. Adem¨¢s, el G-7, que agrupa a los principales pa¨ªses industrializados, y el Fondo Monetario Internacional tampoco han demostrado contar con la necesaria visi¨®n a largo plazo.
Consciente o inconscientemente, y causando un gran da?o a la opini¨®n p¨²blica, a las econom¨ªas nacionales y, por desgracia, tambi¨¦n a la gente corriente, muchos actores han abusado de la ausencia de mecanismos de regulaci¨®n. S¨®lo ahora asistimos a "cumbres financieras mundiales" destinadas a aprobar normas que necesit¨¢bamos desde hac¨ªa mucho tiempo. Todav¨ªa est¨¢ por ver si seremos capaces de crear una "comunidad mundial" que encuentre el equilibrio preciso entre la necesaria regulaci¨®n y el mantenimiento del dinamismo empresarial. Para conservar el empleo, ahora es m¨¢s importante que nunca no sofocar el motor de la econom¨ªa real, sobre todo en las primeras fases de este ciclo recesivo.
Aunque la regulaci¨®n es importante para el futuro de la econom¨ªa mundial, por s¨ª solas las normas no bastan. La crisis ha demostrado claramente no s¨®lo la interdependencia mundial, tambi¨¦n que la econom¨ªa y la sociedad est¨¢n profundamente imbricadas. Dicho de otro modo, la econom¨ªa no es un ¨¢mbito aut¨®nomo y autosuficiente, y m¨¢s bien la crisis ha puesto de relieve que debe servir a la sociedad. Hay que tener cuidado de que las medidas que se adopten para paliar esta situaci¨®n no perjudiquen a la capacidad de innovaci¨®n de la econom¨ªa real.
En 1971 fund¨¦ el Foro Econ¨®mico Mundial partiendo de la teor¨ªa del stakeholder (todo aquel que tiene inter¨¦s en el buen funcionamiento de una empresa), descrita en un libro que publiqu¨¦ ese mismo a?o. Seg¨²n esa teor¨ªa, que tambi¨¦n ha sido la filosof¨ªa del Foro durante los ¨²ltimos 40 a?os, los directivos de una empresa deben servir a todos los implicados en sus actividades. La idea va m¨¢s all¨¢ del servicio a los accionistas, ya que supone que la direcci¨®n, para garantizar la prosperidad a largo plazo de la compa?¨ªa, debe gestionarla desde la convicci¨®n de que no s¨®lo act¨²a como representante de los accionistas que la han elegido, sino que es fideicomisaria de todas las partes interesadas en su funcionamiento.
En los ¨²ltimos a?os, las bonificaciones y otros complementos salariales vinculados a los intereses a corto plazo de los accionistas han minado el car¨¢cter integral de esta funci¨®n profesional de los directivos. La exacerbaci¨®n de la b¨²squeda de beneficios ha ido imponi¨¦ndose cada vez m¨¢s al fortalecimiento a largo plazo de la competitividad y la sostenibilidad.
He descrito de la siguiente manera esta perversi¨®n de la cultura profesional del directivo: hace unos a?os, cuando me somet¨ª a una operaci¨®n quir¨²rgica, sab¨ªa muy bien que mi futura calidad de vida depender¨ªa en gran medida de la cualificaci¨®n del cirujano. Por eso busqu¨¦ un experto que fuera el mejor de su profesi¨®n. Naturalmente, di por sentado que me pon¨ªa en manos de un m¨¦dico que har¨ªa uso de toda su capacidad profesional sin pretender que, adem¨¢s de abonarle sus honorarios, yo compartiera con ¨¦l mis futuros ingresos (puesto que, evidentemente, ¨¦stos depender¨ªan de su pericia).
Si miramos hacia delante, veremos que lo que se necesita es una filosof¨ªa de la gesti¨®n empresarial basada en valores profesionales y no en la maximizaci¨®n del beneficio. Es evidente que, en un entorno de car¨¢cter internacional y competitivo, los directivos altamente cualificados tienen sueldos elevados. Sin embargo, los que adem¨¢s de preparaci¨®n cuentan con la correspondiente cualificaci¨®n moral siempre deben esforzarse al m¨¢ximo en cualquier situaci¨®n -y sin duda, muchos lo hacen-, sin contar con incentivos suplementarios como las bonificaciones. Quiz¨¢ en el ¨¢mbito empresarial necesitemos algo equivalente al juramento hipocr¨¢tico de los m¨¦dicos, para incorporar esta responsabilidad integral. Si no somos capaces de hacer valer esa responsabilidad entre los directivos de todos los sectores econ¨®micos, de nada servir¨¢n los reglamentos y normativas, porque siempre habr¨¢ lagunas.
En ¨¦pocas de crisis es necesario contener el hurac¨¢n ocasionado por los errores del pasado y evitar males mayores. Sin embargo, es todav¨ªa m¨¢s importante no conducirse a ciegas y sin profundizar. Es preciso identificar los problemas fundamentales, para cambiar nuestro comportamiento en consonancia con ese an¨¢lisis. Por eso cabe esperar que la crisis actual sea de ¨ªndole transformadora.
A medio plazo, es esencial desarrollar una aut¨¦ntica cooperaci¨®n mundial para superar las consecuencias negativas de nuestros instrumentos financieros y avanzar en lo tocante a desaf¨ªos globales, como el cambio clim¨¢tico, la lucha contra la pobreza, la asistencia sanitaria y otros importantes asuntos.
En la actualidad corremos el peligro de que estas y otras cuestiones cruciales se vean relegadas, con consecuencias tan desastrosas como las que ha ocasionado hacer caso omiso de las se?ales de alerta que apuntaban hace tiempo la proximidad de esta crisis financiera.
Espero que la adopci¨®n consciente de una cultura corporativa integral, basada en los intereses a largo plazo de todos los que buscan el buen funcionamiento de la empresa, y no en los del accionista parcial, de cortas miras, sea una de las consecuencias positivas de esta crisis.
Klaus Schwab es el fundador del Foro Econ¨®mico Mundial y su director ejecutivo. Traducci¨®n de Jes¨²s Cu¨¦llar Menezo.
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