La elecci¨®n del siglo
La crisis econ¨®mica global aumenta la trascendencia del cambio en la Casa Blanca
Los ciudadanos norteamericanos eligen el martes a quien ser¨¢ el presidente de la ¨²nica superpotencia en los pr¨®ximos cuatro a?os. Tras los desperfectos producidos en los ocho anteriores por el desastroso liderazgo de Bush, los votantes tienen en sus manos la decisi¨®n sobre qui¨¦n ser¨¢ el dirigente de mayor influencia y responsabilidad en la conducci¨®n de un mundo cada vez m¨¢s interdependiente y globalizado. La reciente crisis hipotecaria, que ha liquidado la banca financiera y est¨¢ dirigiendo a la econom¨ªa mundial hacia una recesi¨®n global, hace a¨²n m¨¢s urgente el cambio de liderazgo: quien entrar¨¢ en la Casa Blanca el 20 de enero, sea Obama o McCain, deber¨¢ en realidad tomar el tim¨®n desde el mismo 5 de noviembre.
George W. Bush tiene el penoso m¨¦rito de dejar a su sucesor un mundo y unos Estados Unidos en un estado mucho peor que el de hace ocho a?os. Adem¨¢s de una situaci¨®n econ¨®mica dram¨¢tica, hay problemas de fondo que exigen respuestas r¨¢pidas: derecho a la salud, consumo energ¨¦tico, estado de las infraestructuras, deterioro del sistema escolar, incremento de la pobreza y de la marginaci¨®n... El nuevo presidente deber¨¢ convertirse en el l¨ªder de las reformas que exigen las instituciones econ¨®micas internacionales despu¨¦s de esta devastadora crisis financiera. Sobre ¨¦l gravitar¨¢ en seguida el resurgimiento del proteccionismo, pero habr¨¢ que exigirle que no participe en un retroceso del libre comercio, que ha sido y debe seguir siendo fuente de prosperidad, sobre todo para los pa¨ªses m¨¢s pobres. La mejor noticia que podr¨ªa dar el sucesor de Bush ser¨ªa un nuevo impulso a la ronda de Doha de la OMC, interrumpida desde el pasado julio.
Otro cap¨ªtulo de urgencias afecta a lo que ha sido la cuesti¨®n central de la presidencia de Bush, las dos guerras abiertas y empantanadas. No ser¨¢ f¨¢cil salir de ninguna de las dos, pero la situaci¨®n de Irak, a diferencia del Afganist¨¢n de creciente desorden y de rampante violencia, permitir¨¢ probablemente una retirada del grueso de las tropas al pr¨®ximo presidente. M¨¢s importante todav¨ªa para la imagen de Estados Unidos, pero tambi¨¦n por la ejemplaridad de sus acciones, es que Washington corte con la penosa pol¨ªtica de derechos humanos de su ¨²ltima Administraci¨®n. El cierre de Guant¨¢namo, el restablecimiento del h¨¢beas corpus y la prohibici¨®n tajante de la tortura deber¨ªan estar entre las primeras medidas.
Lamentablemente, no es seguro que los europeos vayamos a estar a la altura de los retos que tiene ante s¨ª el mundo en el momento en que los ciudadanos norteamericanos van a designar a quien ser¨¢ responsable de rectificar una conducci¨®n de los asuntos mundiales que se ha revelado totalmente err¨®nea. Aunque los errores de Bush han servido para que Gobiernos y opiniones p¨²blicas europeas realizaran una transferencia simb¨®lica de responsabilidades al otro lado del Atl¨¢ntico, nada puede eximir a unos y otros de comprometer a Europa en la resoluci¨®n de una crisis, no s¨®lo econ¨®mica, global. El previsible nuevo rumbo en Washington deber¨ªa actuar como revulsivo para una mayor implicaci¨®n de los europeos en la pol¨ªtica mundial.
?sta es la elecci¨®n del siglo, cuya trascendencia s¨®lo encuentra parang¨®n en el XX en la de 1932, cuando fue elegido el reformista Franklin D. Roosevelt, en plena depresi¨®n, o en 1980, cuando Ronald Reagan accedi¨® a la Casa Blanca al frente de su revoluci¨®n conservadora. La candidatura dem¨®crata de Barack Obama es, en s¨ª misma, un hito en la historia de Estados Unidos, un pa¨ªs esclavista en sus or¨ªgenes, que ha librado su ¨²nica guerra civil por la emancipaci¨®n de los esclavos y que ha mantenido leyes segregacionistas hasta la segunda mitad del siglo XX. Pero no hay duda de que, en esta ocasi¨®n, la culminaci¨®n del sue?o americano ser¨ªa la llegada de Obama a la Casa Blanca.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.