Encadenados a la tierra
Los campesinos chinos recelan de la reforma que les permitir¨¢ vender el derecho de uso de sus campos
Zhang Mangui realiza un movimiento seco con la mano derecha, siega de un tajo el tallo de dos metros de altura, y lo arroja al suelo con un chasquido. "La vida aqu¨ª es regular, pero al menos no nos morimos de hambre", dice sin dejar de cortar plantas de ma¨ªz con un palo terminado en una peque?a hoz.
Zhang, de 54 a?os, vive en Duanjia, un pueblo de unos 700 habitantes de la provincia de Hebei, situado 120 kil¨®metros al noroeste de Pek¨ªn. Como los dem¨¢s vecinos, se dedica al cultivo de ma¨ªz y uva, con el que ingresa alrededor de 20.000 yuanes (2.200 euros) al a?o, de los cuales 8.000 se van en la educaci¨®n de su hijo menor. Su familia -compuesta por su mujer, dos v¨¢stagos de 26 y 20 a?os, y la esposa del primero- tiene ocho mu (0,53 hect¨¢reas), repartidos en cuatro lugares diferentes, ya que el Gobierno local distribuye el suelo, seg¨²n su calidad, entre todos los vecinos.
Con la nueva ley, Pek¨ªn pretende que la gente emigre a las ciudades
En 1982, poco despu¨¦s de que Deng Xiaoping creara el sistema de reparto del derecho de uso de tierra colectiva a los campesinos, Zhang firm¨® con las autoridades locales el contrato por el cual le fue asignada su porci¨®n. Los agricultores chinos poseen desde aquella reforma el derecho de explotaci¨®n por periodos renovables de 30 a?os, pero no la propiedad, que es del Estado.
Pek¨ªn, sin embargo, ha decidido cambiar el sistema, y va a permitir a los agricultores vender, alquilar o intercambiar el derecho de uso del suelo, con objeto de crear explotaciones mayores, acelerar la modernizaci¨®n del campo, donde viven 750 millones de personas, e impulsar la emigraci¨®n a las ciudades. Se calcula que en 2050, el 80% de la poblaci¨®n residir¨¢ en n¨²cleos urbanos, frente al 43% en la actualidad.
"La reforma inicial de la tierra, hace 30 a?os, modific¨® de forma fundamental el paisaje de la producci¨®n agr¨ªcola, sac¨® a millones de pueblos de la pobreza, suministr¨® cantidades ingentes de mano de obra barata para las f¨¢bricas y la construcci¨®n, y mejor¨® el nivel de vida en las zonas urbanas. Pero los reformistas chinos se han dado cuenta de que sin un nuevo cambio ser¨¢ dif¨ªcil elevar el nivel de vida en las zonas rurales", afirma Xiaobo Hu, director del Centro para Estudios de China en la Universidad Clemson (Carolina del Sur).
Despu¨¦s de tres d¨¦cadas de desarrollismo, la brecha entre las ciudades y el mundo rural ha alcanzado niveles alarmantes. Hasta el punto de amenazar la estabilidad del pa¨ªs y poner en peligro la supervivencia del Partido Comunista Chino, seg¨²n ha reconocido el propio Gobierno. De ah¨ª, que el presidente, Hu Jintao, haya convertido la reducci¨®n de las desigualdades en prioritaria, con objeto de eliminar tensiones sociales y, de paso, impulsar el consumo interno y rebajar la dependencia de las exportaciones.
Zhang no sabe que Pek¨ªn aprob¨® el pasado 12 de octubre esta reforma agraria -que tendr¨¢ importantes consecuencias para el desarrollo de China- y fij¨® como meta duplicar entre 2008 y 2020 la renta per c¨¢pita rural, que el a?o pasado fue de 4.140 yuanes (470 euros), tres veces menos que en las ciudades.
Tampoco parece muy interesado en acogerse a ella. "Aunque pudiera, no vender¨ªa mi tierra. Mi familia y yo vivimos de la agricultura", dice este hombre de sonrisa amplia. "Ni comprar¨ªa, ya que necesitar¨ªa gente y habr¨ªa que mecanizar el trabajo. Y, para eso, primero deber¨ªan arreglar los caminos". A pocos metros, su nuera, una joven de 22 a?os, le ayuda a extraer de entre la hojarasca mazorcas de un intenso amarillo.
Como en otros lugares de China, en Duanjia, quienes han emigrado a las ciudades ceden sus campos a familiares o vecinos. "Pero todo se hace de palabra", dice Zhang. Pek¨ªn pretende, con la nueva ley, regularizar esta situaci¨®n, y proteger los intereses de los agricultores frente a los abusos de los gobernantes locales, que, a menudo, expropian las tierras de forma ilegal para traspasarlas a empresarios o promotores inmobiliarios a cambio de comisiones. "El r¨¢pido crecimiento de las ciudades y las industrias ha abierto la puerta a la corrupci¨®n en la administraci¨®n rural y expulsado a algunos campesinos de sus tierras sin compensaci¨®n adecuada", afirma Xiaobo Hu.
Duanjia est¨¢ formado por una ret¨ªcula de calles polvorientas, entre las que se levantan casas de ladrillo rojo organizadas en torno a un patio. En uno de ellos, Zhao Yunying, de 41 a?os, se confiesa tambi¨¦n poco dispuesta a vender sus campos. "Si pudiera trabajar en la ciudad, lo har¨ªa, pero no tengo formaci¨®n. La gente como yo ni siquiera acab¨® la escuela primaria. S¨®lo puedo cultivar", dice. Y a?ade que tampoco comprar¨ªa porque no tiene dinero.
Su familia posee tres mu, pero explota en total 12,5, ya que su cu?ado le ha cedido gratis sus parcelas porque ¨¦l se dedica a la compraventa de carb¨®n. "La gente en las ciudades tiene mejor vida, as¨ª que no pide dinero por sus tierras", afirma.
En el patio de la vivienda de Zhao, hay apiladas cinco toneladas de panochas. "Son el trabajo de todo el a?o", dice esta mujer de mirada triste, que confiesa que sus mayores preocupaciones son pagar la educaci¨®n de su hijo de 15 a?os -5.000 yuanes al a?o (555 euros)- y la falta de cobertura sanitaria. La reforma agraria ha provocado la oposici¨®n de algunos expertos, que temen que conduzca a la concentraci¨®n de suelo en manos de unos pocos, la creaci¨®n de legiones de campesinos sin tierra, y que los procesos de venta sean controlados por dirigentes locales corruptos. Por ello, el Gobierno ha enfatizado que los traspasos deber¨¢n hacerse "de forma voluntaria y con pago adecuado", y que la tierra de cultivo no podr¨¢ ser cedida para otros fines.
Zhang coincide. Por un momento deja de recoger mazorcas doradas como doblones, mira a su alrededor -a pesar de que no hay un alma en un kil¨®metro a la redonda-, y susurra: "En los a?os ochenta, los funcionarios que repart¨ªan la tierra eran buenos. Ahora, tienen poder para hacer lo que quieren. Por ejemplo, si llegan fondos de 100.000 yuanes del Gobierno, al final s¨®lo se invierten 80.000. ?D¨®nde van los otros 20.000?".
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