Guerra en Caja Madrid

Ning¨²n momento es bueno para que un Gobierno interfiera por razones espurias en las decisiones de una entidad financiera. Pero ¨¦ste es, si cabe, el m¨¢s inconveniente de todos. La imperiosa necesidad de que los poderes p¨²blicos infundan confianza en una situaci¨®n econ¨®mica como la actual no ha sido obst¨¢culo, sin embargo, para que la Comunidad de Madrid amagara con elevar a rango de ley auton¨®mica los problemas personales de Esperanza Aguirre con el presidente de Caja Madrid, Miguel Blesa. Y, en ¨²ltimo extremo, con el alcalde Alberto Ruiz-Gallard¨®n.

Blesa cont¨® con el respaldo de Aguirre en su ¨²ltima elecci¨®n, pero ahora las cosas han cambiado hasta el punto de que la presidenta intenta impedir su continuidad al frente de la entidad. El consejero auton¨®mico de Hacienda y Econom¨ªa, Antonio Beteta, anunci¨® una inminente reforma legal ad hoc que afectar¨ªa al proceso electoral que Blesa y sus apoyos en la Caja -sindicatos y afines a Gallard¨®n- se proponen abrir el pr¨®ximo lunes. Finalmente, la reforma se ha aplazado, pero el enfrentamiento entre la entidad y el Ejecutivo de Esperanza Aguirre contin¨²a, y no es previsible que remita.

El caso de Caja Madrid es s¨®lo un ejemplo de las contradicciones que esconden algunos discursos supuestamente liberales de Esperanza Aguirre. Sus soflamas a favor de la autorregulaci¨®n de los mercados y el adelgazamiento de las instituciones, en l¨ªnea con el pensamiento econ¨®mico que est¨¢ en el origen de la actual crisis financiera, no parece ser de aplicaci¨®n para el Gobierno que dirige, y que aspira a colocar Caja Madrid bajo sus instrucciones.

El nombramiento y el cese de los directivos de las cajas corresponde formalmente a su Consejo de Administraci¨®n, pero la Comunidad de Madrid nunca ha ocultado su voluntad de control. Un control, por lo dem¨¢s, que atiende m¨¢s a criterios de afinidad pol¨ªtica que profesionales y de gesti¨®n, haciendo de Caja Madrid -lo mismo, por cierto, que de los medios de comunicaci¨®n de titularidad auton¨®mica- un instrumento para crear redes de influencia en torno a Aguirre. Se trata de una mala pr¨¢ctica que algunas autonom¨ªas, y de manera singular la Comunidad de Madrid, han renunciado a corregir al descubrir su utilidad para garantizar la permanencia en el poder.

La actuaci¨®n del Gobierno de Aguirre est¨¢ resultando el compendio de lo que un Ejecutivo no deber¨ªa hacer en ninguna circunstancia. Menos en las actuales, con las amenazas que pesan sobre las cajas. Bastantes problemas plantean la falta de liquidez y la devaluaci¨®n de los activos relacionados con el ladrillo, dibujando un posible horizonte de fusiones, como para que, adem¨¢s, estas entidades se conviertan en un campo de batalla pol¨ªtica. Los ciudadanos necesitan hoy m¨¢s que nunca el mensaje de que sus ahorros est¨¢n en manos de gestores profesionales, no a merced de los caprichos o las necesidades clientelares de ning¨²n Gobierno.