Delgada l¨ªnea gris
Como sabe cualquiera que viva en Espa?a, un atentado terrorista mortal contra tu propia gente y en tu propia tierra cambia la visi¨®n que tienes de tu pa¨ªs, de tu seguridad y de tu forma de vida. Tras los devastadores atentados que tuvieron lugar en EE UU el 11-S, comenc¨¦ a buscar formas de explorar esos cambios en mis novelas. Yo no escribo novelas de esp¨ªas. Escribo historias sobre detectives, y por eso no me resultaba f¨¢cil encontrar una historia adecuada con la que poder documentar eso. El truco que conoc¨ªa era el de hacer que el relato surgiese con naturalidad a partir de una historia policiaca. De modo que fui paciente y esper¨¦. Lo que m¨¢s despertaba mi inter¨¦s era la delgada l¨ªnea gris que hab¨ªa entre la vigilancia y la paranoia. Mi pa¨ªs actu¨® con rapidez para cambiar las leyes (y algunas libertades personales) y tomar precauciones para que el 11-S no volviese a producirse jam¨¢s. La pregunta que se planteaban tanto los pol¨ªticos como los artistas era la de si se hab¨ªa ido demasiado lejos con los cambios: ?nos hab¨ªamos expuesto a ser azotados por los vientos de la paranoia? ?Acusar¨ªamos a las personas equivocadas en nuestro af¨¢n por protegernos? ?Se pisotear¨ªa a individuos inocentes por el bien de la seguridad p¨²blica? Soy un narrador de historias y, como tal, colecciono historias. Me inspiro en ellas. Paso mucho tiempo con personas relacionadas con la ley. Es decir, me gusta pasar el tiempo con polic¨ªas, agentes federales, abogados y jueces; cualquiera que pueda tener historias de primera mano. Son estas historias las que despiertan mi imaginaci¨®n. Y eso es lo que sucedi¨® con El observatorio. Un d¨ªa, estaba almorzando con un amigo del servicio secreto. Su organizaci¨®n estaba involucrada en las principales iniciativas que se estaban llevando a cabo para evitar futuros atentados en EE UU. Me cont¨® una historia que ¨¦l cre¨ªa que ilustraba la forma en que su mundo y su trabajo hab¨ªan cambiado desde los atentados del 11-S. Me dijo que, en 1998, se hab¨ªa producido un robo de materiales peligrosos en un hospital de Greensboro, en Carolina del Norte. En mitad de la noche, alguien entr¨® en el laboratorio de radiolog¨ªa y se llev¨® una cantidad considerable de cesio de una caja fuerte revestida de plomo. El cesio se suele utilizar en muy peque?as cantidades para tratar el c¨¢ncer de cuello de ¨²tero. Es un material muy caro y dif¨ªcil de conseguir. Adem¨¢s, puede ser muy peligroso en cantidades mayores. Diez a?os despu¨¦s, ese robo no se ha resuelto. Pero, como ¨¦ste se produjo antes del 11-S, se consider¨®, y a¨²n se considera, un crimen cuyo m¨®vil es econ¨®mico. Lo m¨¢s probable es que robasen el cesio por su gran valor. Probablemente fue sacado del pa¨ªs ilegalmente y vendido a un hospital de Europa del Este para ser utilizado con id¨¦ntico prop¨®sito con que iba a usarse en Greensboro. El Gobierno federal no prest¨® mucha atenci¨®n al caso. Fin de la historia. Pero aquello fue entonces y esto es ahora. El razonamiento que mi amigo, el agente del servicio secreto, trataba de exponer durante aquella comida era que, si se hubiese producido un robo de un material como el cesio despu¨¦s del 11-S, las fuerzas de seguridad del Gobierno federal al completo se habr¨ªan lanzado a investigar el crimen y nada habr¨ªa impedido que se intentase recuperar el material y capturar a los sospechosos. Tambi¨¦n advert¨ªa de que, probablemente, asomar¨ªan a la superficie paranoias de todo tipo, tanto por parte de la opini¨®n p¨²blica como del Gobierno federal. Era imposible saber lo que suceder¨ªa. Ni que decir tiene que, para cuando termin¨® mi almuerzo con el agente federal, ya ten¨ªa mi punto de partida. Ten¨ªa mi historia. Me fui a casa y empec¨¦ a escribir el libro.
Michael Connelly (Filadelfia, 1956) es autor de El observatorio (Roca Editorial). Su ¨²ltimo libro es The Brass Verdict (Little, Brown and Company y Orion). Traducci¨®n de News Clips.
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