"Trabajar con Robert Wilson es majestuoso"
Madrile?a de 1955, ?ngela Molina pertenece a una numerosa familia de artistas, debut¨® en el cine de la mano de Luis Bu?uel, ha interpretado m¨¢s de un centenar de pel¨ªculas y unas cuantas obras de teatro, por lo que ha recibido numerosos premios, y fue considerada como una especie de musa cinematogr¨¢fica de la Transici¨®n. Ha recalado por unos d¨ªas en el teatro Principal, de Valencia, de la mano de Robert Wilson como protagonista de La dama del mar, un cl¨¢sico de Henrik Ibsen en versi¨®n de Susan Sontag.
Pregunta. ?Qu¨¦ tal se encuentra diciendo a Ibsen por boca de Susan Sontag?
Respuesta. Estupendamente. Creo que Susan Sontag es la persona m¨¢s indicada para revivir a Ibsen en nuestros d¨ªas, para reescribirlo en cierto modo. Porque va a lo esencial, por su gran tino estil¨ªstico, porque re¨²ne la experiencia suficiente para saber de qu¨¦ est¨¢ hablando. Construye di¨¢logos sin artificio, consigue un texto de una viveza impresionante, y eso para m¨ª ha supuesto una apertura hacia otras confrontaciones. En la vida, una est¨¢ curtida por los errores, de modo que los evita para orientarse de una manera distinta. Susan Sontag rescata aqu¨ª la estimulante impresi¨®n de que cualquier cosa puede renacer o arruinarse en cualquier momento.
"El montaje puede parecer fr¨ªo pero est¨¢ el sobresalto de la voz humana"
P. Sorprende el hieratismo ritual de su personaje, ya que usted parece, digamos, una actriz m¨¢s mediterr¨¢nea.
R. Pues claro que soy mediterr¨¢nea, por eso puedo serlo todo. No olvide que estoy casada con un vikingo. Me amoldo a lo que sea porque soy de todos los pa¨ªses. ?Hermetismo? ?Hier¨¢tica? Trabajar en esta obra me ha supuesto una liberaci¨®n, porque en ella el tiempo est¨¢ como expandido, y eso tiene que ver con los movimientos, con una cadencia interior que hace del presente un repertorio infinito de posibilidades. Digo que ese tempo de la obra, tan contenido, tan ritualizado, me ha supuesto una aut¨¦ntica liberaci¨®n como actriz.
P. ?Ha sido gratificante trabajar con Robert Wilson? Con Manuel de Blas, ya supongo que s¨ª.
R. ?C¨®mo se lo dir¨ªa? Una experiencia majestuosa. Robert Wilson trabaja sobre la verdad en el escenario, no se desv¨ªa ni una coma de lo que quiere, es un artista excepcional, jam¨¢s ha traicionado su est¨¦tica. Siempre quise trabajar con ¨¦l, a sabiendas de que de nuestro encuentro saldr¨ªa otra cosa, por su exacta meticulosidad. Es como mostrarnos el sentimiento de otra manera. El montaje de Wilson puede parecer fr¨ªo, pero est¨¢ el sobresalto de la voz humana, de nuestras voces. Sabe muy bien c¨®mo fundir esos registros en uno solo. Y Manuel de Blas, pues qu¨¦ voy a decir. Te cuida, te quiere, te mima. Es extraordinario, como compa?ero y como persona. Nos divertimos.
P. La verdad es que la obra es tremenda. Hay como una calma medio fingida siempre a punto de estallar, con el sonido del mar, obsesivo, omnipresente.
R. He pensado que el mar, que en efecto es aqu¨ª como dice, est¨¢ m¨¢s en la cabeza de los protagonistas que en la realidad. Pero eso da lo mismo. Lo que est¨¢ en juego es saber si los protagonistas podr¨ªan haber hecho con sus vidas algo m¨¢s de lo que han hecho. Porque el mar ruge, y las tormentas, pero son mudos. Nosotros tenemos el poder de la palabra, y a partir de ah¨ª todo se entiende o se complica. O se adivina. Es la ambig¨¹edad de Ibsen. Una ambig¨¹edad que llega hasta el final, donde no est¨¢ claro si los protagonistas se conforman o se liberan de un encierro an¨ªmico que lo mismo se eterniza.
P. ?Le ha sido dif¨ªcil trabajar con pautas tan marcadas?
R. Para nada, el acuerdo con Wilson desde el principio fue total. Lo mismo que en la comprensi¨®n de los personajes. El m¨ªo no se larga cuando puede hacerlo porque su marido le da la libertad para hacerlo, y decide permanecer junto a ¨¦l. Por amor. El problema que plantea la obra es el del uso de la libertad. Por eso hay crueldad en la relaci¨®n. Al pasar de concepto a vivero de conductas y sentimientos, es necesario reinventar la libertad a cada instante y revelarla seg¨²n las circunstancias cambiantes. De eso habla Ibsen, ah¨ª se centra Sontag: nada es definitivo, ni tiene por qu¨¦ serlo.
P. Seguro que se lleva alg¨²n proyecto entre manos.
R. Bueno, de esto no quiero hablar mucho porque no llama a la suerte. Est¨¢ en el aire hacer alguna cosa m¨¢s con Wilson y este equipo, tambi¨¦n un Shakespeare que anda rondando por ah¨ª, y lo m¨¢s inmediato es que en Roma me espera ya el rodaje de una pel¨ªcula. Es verdad, no paro. Y espero que tampoco lo haga Barack Obama. ?Ha visto usted que nombre tan precioso?
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.