Las prioridades de Obama
El martes, 4 de noviembre de 2008, es una fecha que vivir¨¢ en la fama (lo opuesto a la infamia) para siempre. Si a quien lee estas l¨ªneas la elecci¨®n de nuestro primer presidente afroamericano no le emocion¨®, si no le llen¨® los ojos de l¨¢grimas y le hizo sentirse orgulloso de su pa¨ªs, es que le pasa algo.
Ahora bien, ?marcar¨¢ tambi¨¦n esta elecci¨®n un punto de inflexi¨®n en la pol¨ªtica propiamente dicha? ?Puede Barack Obama emprender verdaderamente una nueva era de pol¨ªticas progresistas? S¨ª, puede.
En estos momentos, muchos comentaristas recomiendan a Obama que tenga cuidado. Algunos usan argumentos pol¨ªticos: EE UU, dicen, sigue siendo un pa¨ªs conservador, y los votantes castigar¨¢n a los dem¨®cratas si se inclinan hacia la izquierda. Otros dicen que la crisis financiera y econ¨®mica no deja margen de maniobra para actuar, por ejemplo, en la reforma de los seguros m¨¦dicos. Confiemos en que Obama tenga suficiente sentido com¨²n para ignorar esos consejos.
Necesitamos un plan de gasto p¨²blico para fomentar el empleo
Uno o dos a?os en n¨²meros rojos no deber¨ªan ser un obst¨¢culo
Por lo que respecta al argumento pol¨ªtico, cualquiera que dude que hemos vivido un gran realineamiento pol¨ªtico no tiene m¨¢s que ver lo que ha sucedido en el Congreso. Tras las elecciones de 2004, hubo muchos que declararon que hab¨ªamos entrado en una era prolongada, quiz¨¢ permanente, de dominio republicano. Desde entonces, los dem¨®cratas han obtenido dos victorias consecutivas y han ganado al menos 12 esca?os en el Senado y m¨¢s de 50 en la C¨¢mara de Representantes. Ahora disponen de unas mayor¨ªas en las dos c¨¢maras m¨¢s amplias de las que tuvo el Partido Republicano en ning¨²n momento de sus 12 a?os de reinado.
Hay que tener en cuenta, adem¨¢s, que la elecci¨®n presidencial de este a?o era un claro refer¨¦ndum sobre filosof¨ªas pol¨ªticas, y venci¨® la filosof¨ªa progresista.
Tal vez la mejor forma de subrayar la importancia de este dato es comparar esta campa?a con la de hace cuatro a?os. En 2004, el presidente Bush ocult¨® su verdadera agenda. Se present¨®, para decirlo claro, como el defensor de la naci¨®n contra terroristas unidos en matrimonios homosexuales, y dej¨® at¨®nitos a sus propios partidarios cuando, poco despu¨¦s de vencer, anunci¨® que su primera prioridad iba a ser la privatizaci¨®n de la Seguridad Social. Aquello no era por lo que la gente hab¨ªa pensado que votaba, y el plan de privatizaci¨®n pas¨® r¨¢pidamente de ser una empresa gigantesca a convertirse en una farsa.
Este a?o, en cambio, Obama present¨® un programa que inclu¨ªa el seguro m¨¦dico garantizado y los recortes fiscales para la clase media, pagados con unos impuestos m¨¢s altos para los ricos. John McCain dijo que su rival era un socialista y un "redistribuidor", pero EE UU vot¨® por ¨¦l. Eso s¨ª que es tener un mandato.
?Y qu¨¦ ocurre con el argumento de que la crisis econ¨®mica va a impedir poner en marcha un programa progresista?
No cabe duda de que la lucha contra la crisis costar¨¢ mucho dinero. Rescatar el sistema financiero exigir¨¢ seguramente grandes sumas de dinero, adem¨¢s de los fondos ya desembolsados. Y tambi¨¦n necesitamos con urgencia un programa de aumento del gasto p¨²blico para fomentar la producci¨®n y el empleo. ?Es posible que el d¨¦ficit del presupuesto federal ascienda a un bill¨®n de d¨®lares el a?o que viene? S¨ª.
Pero los manuales cl¨¢sicos de econom¨ªa nos dicen que est¨¢ bien, que es apropiado incurrir en d¨¦ficits temporales ante una econom¨ªa deprimida. Y uno o dos a?os en n¨²meros rojos, si bien contribuir¨ªan modestamente a los futuros gastos financieros federales, no deber¨ªan ser un obst¨¢culo para un plan de salud que, por muy r¨¢pidamente que se convirtiera en ley, seguramente no entrar¨ªa en vigor hasta 2011.
Aparte de eso, la propia respuesta a la crisis econ¨®mica es, en s¨ª, una oportunidad de impulsar un programa progresista. No obstante, Obama no debe imitar la costumbre del de Bush de convertir cualquier cosa en un argumento a favor de sus pol¨ªticas preferidas. (?Recesi¨®n? La econom¨ªa necesita ayuda; ?vamos a bajar los impuestos a los ricos! ?Recuperaci¨®n? Los recortes fiscales para los ricos funcionan; ?vamos a aplicar unos cuantos m¨¢s!).
Pero s¨ª ser¨ªa justo que la nueva Administraci¨®n deje claro que la ideolog¨ªa conservadora, con su convicci¨®n de que la codicia siempre es buena, ha ayudado a crear esta crisis. Lo que dijo Franklin Delano Roosevelt en su segunda toma de posesi¨®n -"siempre hemos sabido que el inter¨¦s ego¨ªsta e irresponsable era malo desde el punto de vista moral; ahora sabemos que es malo desde el punto de vista econ¨®mico"- no ha sido nunca tan cierto como hoy.
Y hoy parece ser uno de esos momentos en los que tambi¨¦n es verdad que, por el contrario, lo que es bueno desde el punto de vista moral es bueno desde el punto de vista econ¨®mico. Ayudar a los m¨¢s necesitados, aumentando las prestaciones de salud y desempleo, es lo que se debe hacer desde una perspectiva ¨¦tica; es una forma mucho m¨¢s eficaz de est¨ªmulo econ¨®mico que rebajar el impuesto sobre las plusval¨ªas. Ofrecer ayuda a gobiernos locales en situaci¨®n dif¨ªcil para que puedan mantener los servicios p¨²blicos esenciales es importante para quienes dependen de dichos servicios, pero es tambi¨¦n una forma de evitar p¨¦rdidas de puestos de trabajo e impedir que la econom¨ªa caiga en una depresi¨®n a¨²n m¨¢s profunda. Es decir, abordar un programa de prioridades progresista -llam¨¦moslo un nuevo New Deal- no es s¨®lo posible desde el punto de vista econ¨®mico, es exactamente lo que necesita la econom¨ªa.
Lo importante es que Barack Obama no debe escuchar a quienes tratan de asustarlo para que sea un presidente inactivo. Ha recibido un mandato pol¨ªtico; tiene de su parte el sentido com¨²n econ¨®mico. Podr¨ªamos decir que lo ¨²nico a lo que debe tener miedo es al propio miedo.
Paul Krugman es profesor de Econom¨ªa en la Universidad de Princeton. ? New York Times Service, 2008. Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia
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