La mujer podr¨¢ ser cotitular de la explotaci¨®n agraria familiar
Un decreto reconocer¨¢ la propiedad compartida para acabar con un vestigio machista en el campo - La mayor¨ªa de los negocios est¨¢ a nombre del hombre
Las mujeres del campo, que durante siglos han venido prestando sus manos a la tierra y atendiendo al ganado, ya no deben contestar a quien les pregunte que ellas no trabajan en nada, s¨®lo porque no reciben un sueldo. Los papeles siempre han llegado a casa a nombre del marido, pero no tiene por qu¨¦ ser as¨ª. Ellas podr¨¢n ahora ser cotitulares de las explotaciones agroganaderas, una figura que no estaba regulada para matrimonios ni parejas de hecho, y obtener su rendimiento del trabajo a partes iguales con su pareja. De esa forma podr¨¢n recibir una ayuda ¨ªntegra, como si fueran socias de la explotaci¨®n, cuando emprendan su primera empresa. Y las administraciones p¨²blicas podr¨¢n establecer subvenciones, apoyos y otras medidas incentivadoras para promover la cotitularidad entre la pareja.
As¨ª figura en el borrador de decreto sobre titularidad compartida que han elaborado tres ministerios, el de Medio Rural, el de Trabajo y el de Igualdad, que est¨¢ pendiente de recibir el informe del Consejo de Estado. Este documento, al que ha tenido acceso EL PA?S, ve la luz en cumplimiento de la Ley de Igualdad, que en su art¨ªculo 30 contempla la titularidad compartida para hacer efectiva la igualdad de hombres y mujeres en el sector agrario. El decreto pretende hacer visible el trabajo de la mujer rural y hacerla part¨ªcipe de las gestiones y los beneficios que de ello se deriven. En lugar de ser reconocidas como meras ayudantes tendr¨¢n su nombre en el papel.
En Espa?a hay 1.069.748 explotaciones de agricultura y ganader¨ªa, seg¨²n los ¨²ltimos datos del Instituto Nacional de Estad¨ªstica (INE), de 2005. De ellas, la inmensa mayor¨ªa (1.027.822) est¨¢n a nombre de una persona f¨ªsica, y no de una sociedad, entidad p¨²blica o cooperativa. Tradicionalmente, han sido los hombres los titulares ¨²nicos de estas explotaciones, ellos los que cotizaban y los que cobraban la pensi¨®n de jubilaci¨®n. Y sus compa?eras, muchas, amas de casa, no ten¨ªan el derecho de otras trabajadoras as¨ª reconocidas, a las ayudas por hijos. Estos ¨²ltimos aspectos ya se hab¨ªan solventado en la Seguridad Social para impedir agravios, porque, de fondo, ya lat¨ªa la reivindicaci¨®n de permitir a las mujeres la cotitularidad. Con el nuevo decreto, si son cotitulares de las tierras que cultivan o de las granjas, no habr¨¢ duda a la hora de hacer esos tr¨¢mites. Ellas pueden ser titulares ¨²nicas, pero entonces ser¨ªa la pareja la que no podr¨ªa y la tradici¨®n ha mandado siempre que un nombre masculino encabezara los documentos.
En algunos casos, aunque cotizaban, el hecho de no figurar su nombre como copropietaria de la explotaci¨®n les imped¨ªa hacer gestiones administrativas a menos que llevaran una autorizaci¨®n del marido. Un registro en el Ministerio de Medio Ambiente, Medio Rural y Marino recoger¨¢ cada una de las peticiones de cotitularidad que gestionen las comunidades, que lo ir¨¢n comunicando mensualmente. Y todas las ayudas, pagos, derechos de producci¨®n, primas, cuotas que correspondan al titular de la explotaci¨®n, se atribuir¨¢n conjuntamente a los dos miembros de la pareja.
Las explotaciones familiares son consideradas como las vertebradoras del mundo rural y el registro de cotitularidad, que recoger¨¢n todos los casos, servir¨¢ para identificar qu¨¦ negocios son familiares. Eso facilitar¨¢ la posibilidad de incentivar aqu¨¦llos en los que la mujer haya recobrado sobre el papel el oficio que, de hecho, ya desempe?aba.
Con la autorizaci¨®n del marido
A las siete y media de la ma?ana, llueva o nieve, esta ganadera c¨¢ntabra a la que le da pudor salir en los peri¨®dicos con su nombre real, entra en la nave y pone en marcha el orde?o de 25 vacas; les echa de comer y hace limpieza. Por la tarde, otra vez lo mismo, cada d¨ªa a la misma hora, salvo que juegue el Racing de Santander; entonces a las vacas se les adelanta un poco el men¨².
Si la tierra es de quien la trabaja, las vacas tambi¨¦n. Pero esta mujer, de 47 a?os, aunque lleva un cuarto de siglo atendiendo al ganado y la gesti¨®n administrativa de la explotaci¨®n, nunca ha figurado como propietaria. Todo est¨¢ a nombre de su marido. Y ¨¦l le tiene que firmar una autorizaci¨®n cada vez que va a las oficinas a solicitar ayudas o cualquier otro tr¨¢mite. Pregunt¨® si pod¨ªa ponerse ella como cotitular para evitar este trago de que el marido le d¨¦ permiso. Pero no hay un formulario adaptado para ello, porque esa figura de cotitularidad no existe para un matrimonio. "En pleno siglo XXI y con la autorizaci¨®n del marido. No gano ni pierdo nada con la cotitularidad que he solicitado algunas veces, lo hago s¨®lo para sentirme mejor", afirma minutos antes de empezar el orde?o de la tarde. "En la oficina me dec¨ªan que si ten¨ªamos bienes gananciales para qu¨¦ quer¨ªa figurar como cotitular. Pues porque s¨ª, pero no hay forma".
Cuando el nuevo real decreto sobre cotitularidad entre en vigor, esta ganadera tendr¨¢ una profesi¨®n sobre el papel, en lugar de un trabajo invisible que no consta en archivo alguno. Y puede que incluso el aparecer como cotitular pueda reportarle entonces ventajas econ¨®micas, pues el decreto permite favorecer estas explotaciones familiares cuando al menos un miembro de la pareja sea eso, miembra.
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