Lo turbio
Alguien me dijo que le dejar¨ªan solo a los pies de los caballos. Y tal vez tuviera raz¨®n. El culebr¨®n Balenciaga puede resultar apasionante desde muchos puntos de vista. Sumido a¨²n en la oscuridad, y a la espera de lo que vayan a dictaminar la justicia y la comisi¨®n parlamentaria que se ocupa del caso, no resulta arriesgado, sin embargo, presentarlo ya como un caso iluminador. Lejos de ser un caso de corrupci¨®n al uso, en el que alguien se aprovecha de un cargo institucional para lucrarse, aqu¨ª las corruptelas, en el caso de que las haya, se dan en la periferia del poder pol¨ªtico, si bien pueden ser por ello mucho m¨¢s reveladoras del modo como ha operado ese poder en sus ¨¢mbitos de influencia y de las zonas grises, esas zonas flotantes de descontrol e impunidad que ha propiciado entre quienes le eran m¨¢s o menos adictos. Entre los nuestros todo era posible, y entre los nuestros todo ocurr¨ªa al margen de sospechas, todo era inmaculado y honesto. Podr¨ªa haber corruptos, eso s¨ª, ovejas negras que ser¨ªan convenientemente apartadas una vez que se demostrara su delito, cuyas implicaciones ser¨ªan estrictamente personales -caso Ir¨²n, por ejemplo-. Mas lo que aqu¨ª salta a la luz no es tanto lo corrupto como lo turbio, y lo turbio, m¨¢s all¨¢ de las responsabilidades personales, afecta de pleno a las instituciones, a su forma de ejercer el poder y a sus m¨¢rgenes de tolerancia.
Es en ese asilo del poder donde se crea la primera zona turbia de todo este 'culebr¨®n Balenciaga'
El Museo Balenciaga fue un sue?o personal de Mariano Camio, ex alcalde de Getaria por el PNV. No era un sue?o descabellado, dada la relevancia de la personalidad a la que se pretend¨ªa homenajear, pero cabe que acabara siendo un sue?o obcecado. Pese a los obst¨¢culos, hab¨ªa que seguir adelante, y obst¨¢culos es evidente que los hubo. Por otra parte, es cierto que el empe?o no hubiera seguido adelante si no hubiera nacido al amparo del poder, y es en ese asilo del poder, fruto del benepl¨¢cito y del rechazo a partes iguales, donde se crea la primera zona turbia de todo este asunto.
En 1999, se constituye, tras a?os de tanteo, la Fundaci¨®n Balenciaga, de la que forman parte el Ministerio de Cultura, el Ayuntamiento de Getaria y una serie de patronos individuales, pero no el Departamento de Cultura ni la Diputaci¨®n provincial. Es curiosa esta retracci¨®n de nuestras principales instituciones ante un proyecto que no pod¨ªa resultarles ajeno. Pudieron asumirlo, y encarrilarlo de la forma que consideraran pertinente, o bien rechazarlo y desautorizar a su promotor, militante cualificado del partido gobernante, o al Ayuntamiento de Getaria, de mayor¨ªa peneuvista y que formaba parte de la Fundaci¨®n. Lejos de adoptar una postura clara, se inhiben, lo que no impide que el proyecto siga adelante. Tampoco impide que en 2005 se constituya otra entidad, la Sociedad Berroeta Aldamar, de la que s¨ª forman parte ahora el Gobierno vasco y la Diputaci¨®n. ?Qui¨¦nes asumen la responsabilidad del proyecto en sus sucesivas fases y qu¨¦ tipos de control se establecen sobre la gesti¨®n del mismo?
Todos estos vaivenes institucionales de participaci¨®n e inhibici¨®n, de solapamiento de entidades y de implicaciones m¨²ltiples, otorgan al proyecto un car¨¢cter marcadamente personal. M¨¢s que como un proyecto institucional -bien del Ministerio de Cultura, o del Departamento de Cultura, o de ambos- se nos presenta como un proyecto personal, aunque en ning¨²n caso como un proyecto privado. Mariano Camio, para sacarlo adelante, se valdr¨ªa de las instituciones, m¨¢s como fact¨®tum que como gestor, sin que est¨¦ claro el control que aqu¨¦llas pudieron ejercer sobre sus actuaciones. ?Gestor particular, gestor institucional? Es muy posible que a Mariano Camio le sorprendieran las resistencias que encontraba el Museo Balenciaga en las instituciones vascas, pero tambi¨¦n es cierto que ¨¦l no habr¨ªa podido ponerlo en marcha si no hubiera estado cercano a ellas. Es en esa zona de contacto, esa zona de sombra, donde se desarrolla lo turbio. La torpeza ha podido ponerlo en evidencia en este caso. No hay que excluir que el ¨¦xito lo mantenga en la oscuridad en otros.
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