Obligaci¨®n de recurrir
Conociendo como conozco la universidad, entiendo perfectamente que a Luis Garc¨ªa Montero le resulte irrespirable el ambiente del departamento en el marco del cual desarrolla su tarea docente e investigadora. El desgaste que puede producir la convivencia enrarecida en el interior de un departamento universitario puede ser enorme y es perfectamente explicable que Luis Garc¨ªa Montero haya llegado a la conclusi¨®n de que, para seguir investigando y creando, como lo viene haciendo desde hace decenios, le es mucho mejor abandonar temporalmente el departamento, ya que, como ¨¦l mismo ha subrayado, la excedencia no es el abandono definitivo de su posici¨®n acad¨¦mica.
Estoy seguro de que ha reflexionado detenidamente sobre el paso que ha decidido dar y, en consecuencia, no tengo nada que decirle, aunque, si fuera rector de la Universidad de Granada, y a¨²n no si¨¦ndolo, habr¨ªa preferido que hubiera solicitado un a?o sab¨¢tico, de tal manera que no quedara interrumpida su vinculaci¨®n con la universidad. O¨ª ayer las palabras del rector acerca de la p¨¦rdida irreemplazable que supone para la Universidad de Granda la marcha de Luis Garc¨ªa Montero y estoy completamente de acuerdo con ¨¦l. A?adir¨ªa que la p¨¦rdida no es s¨®lo para la Universidad de Granada, sino para la imagen de la universidad p¨²blica en Espa?a.
Pero, insisto, ¨¦l ha tomado la decisi¨®n y a los dem¨¢s no nos cabe m¨¢s que respetarla, expresarle nuestra solidaridad y desearle que haya acertado
S¨ª quiero manifestar mi desacuerdo con su decisi¨®n de no recurrir la sentencia por la que ha sido condenado. Comprendo que est¨¦ cansado y que haya llegado a la conclusi¨®n de que, ante la opini¨®n p¨²blica y en el juicio que se haga por los historiadores en el futuro, ser¨¢ el juez que ha dictado la sentencia el que quedar¨¢ como un villano. Esta sentencia se recordar¨¢ como una de esas sentencias esperp¨¦nticas, que se producen de vez en cuando, porque a veces, como dec¨ªa don Alfonso de Cossio, el juez es el elemento irracional que desconcierta a cualquier persona con buen juicio. No es el prestigio de Luis Garc¨ªa Montero el que se va a ver afectado por la sentencia que lo ha condenado, sino el del juez que la ha dictado, que posiblemente har¨¢ que muchos ciudadanos se est¨¦n acordando hoy del comentario que hizo en su d¨ªa Pedro Pacheco sobre la justicia en Espa?a.
Ahora bien, llegar hasta aqu¨ª ha costado mucho. Y una sentencia como esa no debe quedar como una sentencia firme. Nadie que est¨¦ en su sano juicio puede calificar a Lorca de fascista y a Francisco Ayala de "aliado del fascismo". Si lo hace, adem¨¢s, un profesor universitario en clase, pretendiendo que de esta manera est¨¢ haciendo uso de su libertad de c¨¢tedra constitucionalmente reconocida, ¨²nicamente se puede llegar a la conclusi¨®n de que ese profesor no est¨¢ en su sano juicio al formular tales aseveraciones y, en consecuencia, que debe sufrir alg¨²n tipo de perturbaci¨®n. En consecuencia, no se entiende muy bien en qu¨¦ tipo de injuria puede haber incurrido otro profesor que simplemente extrae la conclusi¨®n l¨®gica a la que no puede no llegar cualquier persona con un m¨ªnimo de conocimiento de las figuras de Lorca y Ayala, de lo que ha sido el fascismo y de la historia de Espa?a.
Una sentencia en la que se acaba dando protecci¨®n a un uso desviado de la libertad de c¨¢tedra y se acaba condenando un ejercicio leg¨ªtimo de la libertad de expresi¨®n no se debe dejar sin recurrir. En mi opini¨®n, Luis, tienes la obligaci¨®n de recurrirla.
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