Zapatero llega a la cumbre del G-20 con el objetivo de permanecer

Fue el noveno jefe de Estado que estrech¨® la mano del presidente George Bush en el 1.200 de Pennsylvania Avenue, Washington. Por fin, y despu¨¦s de que durante cuatro a?os el mandatario estadounidense evitara recibirle, el presidente Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero pisaba por vez primera la Casa Blanca. Eran las 18.39 de ayer (seis horas m¨¢s en Madrid). Intercambiaron unas pocas palabras y se dieron un apret¨®n de manos que pareci¨® cordial, pero mucho menos efusivo que el saludo con el que obsequi¨® Bush a otros invitados a la cena previa a la cumbre financiera de hoy. Fue el caso del italiano Silvio Berlusconi.

A poco m¨¢s de dos meses de que deje el cargo, el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, no ha tenido m¨¢s remedio que recibir a Zapatero. Es una consecuencia sobrevenida de la participaci¨®n del presidente espa?ol en la cumbre del G-20 (en realidad G-22, con Espa?a y Holanda), fruto de una intensa campa?a diplom¨¢tica y de su empe?o personal.

Para consolidar su presencia, Espa?a intentar¨¢ estar en los grupos de trabajo

Londres tiene posibilidades de ser la sede de la pr¨®xima cumbre

En el encuentro, a las puertas de la Casa Blanca, Zapatero ten¨ªa el semblante sereno y mostraba su tradicional sonrisa m¨¢s atento a los fot¨®grafos que a su anfitri¨®n. Bush sali¨® a recibirle a la puerta al igual que a los dem¨¢s invitados. El jefe del Ejecutivo espa?ol lleg¨® inmediatamente despu¨¦s del primer ministro turco, Tayyip Erdogan, y antes del presidente ruso, Dmitri Medv¨¦dev.

Tras la foto, pasaron al interior de la Casa Blanca, en cuya ala este Bush ofreci¨® una cena a todos los mandatarios asistentes a la cumbre financiera internacional que se celebra hoy. En el brindis, el presidente estadounidense reiter¨® su defensa del libre mercado al se?alar que es "el camino m¨¢s seguro hacia el crecimiento" econ¨®mico e hizo un llamamiento a "todas las naciones a rechazar las llamadas del proteccionismo, colectivismo y derrotismo".

Como todo lo que rodea la cumbre, tanto las medidas de seguridad como el protocolo estaban cuidados hasta el detalle. Zapatero se sent¨® a la mesa entre la canciller alemana, Angela Merkel y el primer ministro holand¨¦s, Jan Peter Balkenende.

M¨¢s laborioso ha sido negociar la organizaci¨®n de la mesa de hoy. En torno a Bush, como anfitri¨®n, se sientan 25 delegaciones, cada una con dos sillas en primera fila y otras dos detr¨¢s, salvo cuatro organizaciones internacionales (ONU, BM, FMI y Foro de Estabilidad Financiera), con un asiento por fila.

A partir de ah¨ª, comienza el encaje de bolillos: el jefe del Estado franc¨¦s y presidente de turno de la UE, Nicol¨¢s Sarkozy, que cedi¨® a Zapatero los cuatro puestos de Francia, miembro del G-7, ha dejado un asiento en primera fila al primer ministro holand¨¦s. A su vez, a petici¨®n de Sarkozy, Zapatero, que tendr¨¢ a su lado al vicepresidente econ¨®mico, Pedro Solbes, ha cedido una silla en segunda fila al viceprimer ministro checo, Marek Mora, que se sentar¨¢ junto al secretario de Estado de Econom¨ªa, David Vegara.

Aunque parezcan irrelevantes, estos gestos son importantes para el principal objetivo que trae Zapatero a Washington: consolidar la participaci¨®n de Espa?a en el G-20 y evitar que su presencia entre los l¨ªderes mundiales sea un hecho puntual. El jueves, el secretario del Tesoro, Henry Paulson, se reuni¨® con los responsables econ¨®micos de las delegaciones, pero s¨®lo convoc¨® a los socios del G-20. Sin a?adidos.

El diario conservador franc¨¦s Le Figaro aseguraba ayer que, cuando Sarkozy logr¨® que Bush diese luz verde a la presencia de Zapatero, ¨¦ste le dijo al presidente franc¨¦s: "?P¨ªdeme lo que quieras!". Portavoces de La Moncloa lo negaron rotundamente ayer. Pero lo que nadie duda es que la tarea no fue f¨¢cil y que EE UU se resist¨ªa a ampliar la lista de invitados. La f¨®rmula que se pact¨® el pasado d¨ªa 7, al t¨¦rmino del consejo extraordinario europeo de Bruselas, fue que la representaci¨®n de la Uni¨®n Europea en la cumbre estar¨ªa integrada por cinco pa¨ªses: Alemania, Francia, Reino Unido, Italia y Espa?a, aunque los cuatro primeros no lo necesitaban, pues son miembros de pleno derecho del G-20. Por eso, delante de la delegaci¨®n espa?ola habr¨¢ un cartel con la inscripci¨®n "EU-Spain", como ante la de Alemania pondr¨¢ "EU-Germany", etc¨¦tera.

Para consolidar su presencia en el G-20, Espa?a intentar¨¢ tener representantes en los grupos de trabajo que est¨¢ previsto poner en marcha a partir de hoy para abordar aspectos espec¨ªficos de la reforma financiera. Adem¨¢s, tratar¨¢ de asegurarse un puesto en la pr¨®xima cumbre que, seg¨²n la propuesta de la Uni¨®n Europea, debe celebrarse en un plazo de 100 d¨ªas. Es decir, a final del mes de febrero y con la Casa Blanca ya ocupada por el presidente electo de EE UU, Barack Obama, que deliberadamente se ha querido mantener al margen de la reuni¨®n de hoy. El problema es que a¨²n no se sabe qui¨¦n convocar¨¢ esa reuni¨®n. Lo l¨®gico, seg¨²n las fuentes consultadas, es que se celebre en Europa.

El anfitri¨®n podr¨ªa ser la Uni¨®n Europea, cuya presidencia corresponder¨¢ entonces a la Rep¨²blica Checa (y de ah¨ª que Espa?a le haya cedido un asiento), o al Reino Unido, que ostentar¨¢ la presidencia del G-20. El ministro de Exteriores de Brasil, Celso Amorim, se?al¨® ayer que "ser¨ªa natural" que la futura reuni¨®n se celebrase en Londres. Espa?a prefiere al brit¨¢nico Gordon Brown, no s¨®lo por su afinidad con Zapatero, sino porque defendi¨® p¨²blicamente su presencia en la cumbre de Washington y eso facilitar¨ªa que repitiese en la pr¨®xima cumbre.