?Un nuevo Bretton Woods?
La gran negociaci¨®n que se abre entre los miembros del G-20 sobre la reforma del sistema financiero mundial y los medios para detener los efectos de la crisis econ¨®mica mundial ya no afecta tan s¨®lo a las medidas econ¨®micas: se ha convertido, como era de prever, en una inmensa apuesta geopol¨ªtica en la cual las relaciones de poder entre las naciones determinar¨¢n las futuras soluciones. Desde que empez¨® la crisis, el Gobierno franc¨¦s, que preside actualmente el Consejo Europeo, hizo saber claramente que quer¨ªa una estrategia que estuviese a la altura de lo que est¨¢ en juego. Ha propuesto que se funde de nuevo el sistema internacional dejado de la mano de Dios desde los acuerdos de Jamaica en 1975. Se tratar¨ªa aparentemente de volver al esp¨ªritu de los acuerdos de Bretton Woods, adoptados en 1944, y m¨¢s concretamente a la necesidad de una reglamentaci¨®n del sistema financiero.
El objetivo real del G-20 es determinar las condiciones de la ayuda mundial a la econom¨ªa norteamericana
Francia propone que se organice "una respuesta coordinada a nivel internacional", pero sin precisar realmente cu¨¢les ser¨ªan los objetivos y los instrumentos de esta coordinaci¨®n. Las respuestas de Reino Unido y Alemania han sido m¨¢s bien discretas. A la Gran Breta?a de los tories nunca le ha gustado la regulaci¨®n, y los laboristas se han convertido desde hace tiempo a la econom¨ªa del librecambismo mundial. Alemania comparte m¨¢s o menos la misma postura, aunque a partir de ahora quiere un control m¨¢s estricto de los fondos soberanos en su territorio. Pero Francia cuenta en Washington con la ventaja de recibir el apoyo de la mayor¨ªa de pa¨ªses europeos.
En el actual estado de cosas, los pa¨ªses del G-20 quieren ponerse de acuerdo sobre una aproximaci¨®n de m¨ªnimos a las reformas. Entre europeos existe el consenso alrededor de algunas medidas de urgencia: hacer del FMI un ¨®rgano de vigilancia de la estabilidad financiera mundial que conducir¨ªa a partir de ahora el Foro de Estabilidad Financiera, trabajar¨ªa directamente con el Banco de Regulaciones Internacionales y el Comit¨¦ de Basilea y, situado en el centro de un sistema de informaci¨®n permanente de los ¨®rganos de vigilancia, se encargar¨ªa de dar la alarma en caso de amenaza de crisis. Podr¨ªa tambi¨¦n hacer recomendaciones a los Estados e incluso realizar programas de evaluaci¨®n de los sectores financieros de los Estados miembros, cosa que ten¨ªa terminantemente prohibida hasta ahora. Por ¨²ltimo, a los europeos tambi¨¦n les gustar¨ªa que la cumbre pudiera fijar orientaciones inmediatas sobre la gobernabilidad mundial, en concreto instaurando un control mucho m¨¢s estricto sobre las agencias de notaci¨®n, imponiendo normas contables y prudenciales, y vigilando la remuneraci¨®n de los actores financieros.
Estas medidas son sin duda necesarias, pero quedan lejos de estar a la altura de la crisis. Y es por ello que una nueva reuni¨®n est¨¢ prevista en Par¨ªs en febrero de 2009. ?Para qu¨¦? ?ste es el verdadero problema.
En realidad, no hay actualmente un acuerdo de fondo a nivel internacional sobre los objetivos de un nuevo orden econ¨®mico mundial. La raz¨®n es que Bretton Woods se fundaba ante todo sobre dos bases esenciales: el control de la circulaci¨®n de los capitales y la creaci¨®n de un mecanismo mundial de paridad, vinculando el d¨®lar, reconocida moneda de intercambio mundial, con el patr¨®n oro. Ahora bien, controlar la circulaci¨®n de capitales va mucho m¨¢s all¨¢ de la sencilla puesta en pr¨¢ctica de estabilizadores antic¨ªclicos, como proponen algunos Estados (Reino Unido, China). Incluso es muy probable que hoy sea irrealizable, a menos que se llegue a un acuerdo para utilizar masivamente, en el seno del FMI, los derechos especiales de giro como incentivo para un relanzamiento de la econom¨ªa mundial. Pero EE UU, que detenta el 17% de los derechos de voto en el seno de este organismo, es decir, una minor¨ªa de bloqueo, se ha opuesto siempre (menos una vez) a utilizarlos. Luego, crear un nuevo mecanismo de paridad ante la fluctuaci¨®n del d¨®lar implica que se saneen las relaciones monetarias con EE UU, sobre todo si compartimos la profec¨ªa de Peter Steinbr¨¹ck, el ministro alem¨¢n de Finanzas, que declaraba en septiembre de 2008 ante el Bundestag: "Esta crisis significa el fin de la hegemon¨ªa financiera americana en los pr¨®ximos 10 a?os".
A la espera, el objetivo real de la reuni¨®n de Washington como las que la seguir¨¢n es determinar las condiciones en las que se producir¨¢ la ayuda mundial, concretamente de China, de Jap¨®n, de los pa¨ªses del Golfo y de Alemania, en el restablecimiento de la econom¨ªa norteamericana, condici¨®n sine qua non para salir de la crisis. El problema es saber el precio de esta ayuda. La batalla del nuevo orden monetario y econ¨®mico mundial no ha hecho m¨¢s que empezar.
Traducci¨®n de M. Sampons.
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