Anatom¨ªa de Grace
Por m¨¢s que Grace Jones rechace su condici¨®n de icono por considerarlo "un t¨¦rmino demasiado devaluado", no abandona sus maneras de diva. Cita en un restaurante de Londres casi tan rec¨®ndito como su persona y comparece con dos horas de retraso. Y eso que acaba de comprarse un piso en la misma esquina. Vive con el biorritmo cambiado (seg¨²n confiesa, su momento ¨¢lgido del d¨ªa son las dos de la madrugada), por eso nunca recibe antes de la tarde. Una conversaci¨®n con la chica de promoci¨®n revela que est¨¢ en el spa. Al fin comparece vestida de negro, con una de sus cl¨¢sicas capuchas cubriendo su cabeza rapada -?coronada por una montera de punto marr¨®n!- y unos taconazos que convierten su metro ochenta en una figura inalcanzable. Pide un nespresso y se excusa. Le seguir¨¢n otro caf¨¦ y dos copas de pinogrillo. "Necesito activarme", justifica. Su hermano, el telepredicador Noel Jones, estuvo anoche de paso por Londres. "Y, ya sabes, una cosa llev¨® a la otra y apenas he dormido". Aunque parezca que siguen caminos opuestos, Jones insiste en que su hermano "no sermonea, ense?a. Los cuatro hermanos tuvimos una educaci¨®n religiosa muy estricta. Yo siempre supe qu¨¦ camino quer¨ªa tomar en cuanto pudiera liberarme de todo aquello". El camino al que se refiere es "el de baldosas amarillas", que la llev¨® hasta el excesivo Nueva York de finales de los setenta, donde arranc¨® su carrera como modelo y entertainer nocturna.
A sus 60 a?os, ha diversificado su figura hasta tal extremo que significa cosas muy diferentes seg¨²n la situaci¨®n geogr¨¢fica o generacional de sus seguidores. En Nueva York contin¨²a vi¨¦ndose como la diosa disco que se estren¨® en Studio 54 y viv¨ªa noches locas con Jerry Hall (con quien comparti¨® piso) o Warhol. En Par¨ªs, qui¨¦ralo o no, es un icono de moda. Para la generaci¨®n crecida en los ochenta encarn¨® a un nuevo modelo de superwoman gracias a pel¨ªculas como Conan, el destructor, o Panorama para matar, el cap¨ªtulo donde romp¨ªa el t¨®pico de chica Bond florero y daba a conocer a uno de sus amantes, para quien logr¨® un minipapel: Dolph Lundgren. El propio Ivor Guest, productor de Hurricane, su primer disco en 19 a?os, lo corrobora: "Hace poco viaj¨¦ con ella a Polonia y descubr¨ª que all¨ª se hab¨ªa convertido en un s¨ªmbolo de libertad antes de la ca¨ªda del tel¨®n de acero ?s¨®lo porque se hab¨ªa puesto una chapa anticomunista!". Cualquier gesto de Grace Jones se convierte a ojos de quienes le rinden culto en una declaraci¨®n de intenciones. Y todo por permanecer fiel a s¨ª misma. "Una de las claves del ¨¦xito es cultivar la propia personalidad. En mi caso, es una simple cuesti¨®n de karma. Hoy en el arte todo se viene abajo. Es terrible ver c¨®mo se despe?a un joven artista tras otro por estar cortados todos por el mismo patr¨®n. No deber¨ªan tener miedo a asumir su individualidad; ahora que tambi¨¦n las grandes corporaciones se est¨¢n hundiendo es el momento propicio para el cambio, para que tomen ventaja de armas como Internet y hagan las cosas suyas"; un consejo que extiende a su ¨²nico hijo, Paulo, que actualmente toca en su banda de acompa?amiento.
A pesar de que Grace siempre ha cultivado una imagen supraterrenal o, directamente, marciana, algunos privilegiados, como Mark Jones, el capo de Wall of Sound que publica su nuevo disco, conocen su lado humano: "El verano pasado la acompa?¨¦ a la casa donde naci¨®, en Spanish Town, Jamaica, y cuando hablaba con la gente por tel¨¦fono me dec¨ªan: '??Qu¨¦?! ?Qu¨¦ Grace Jones tiene madre?". Lo cierto es que su primer single, Corporate cannibal, donde reza "soy una m¨¢quina comehombres", invita a pensar que la enorme boca de Jones est¨¢ siempre a punto para engullir cualquier cosa, como en aquel anuncio de Citro?n donde una versi¨®n rob¨®tica de su cabeza se tragaba un coche. En vivo provoca una mezcla de miedo y excitaci¨®n. "Crec¨ª con el temor de que me golpearan por no leer la Biblia o retrasarme del colegio. No fui consciente de que transmit¨ªa eso hasta que me lo dijo un profesor de teatro. Me puso un espejo delante y ?a ¨¦l tambi¨¦n le dio mucho miedo!", se parte. Este mes nos atemoriza desde la revista Dazed & Confused con un reportaje de portada para el que ha logrado sacar de su letargo al videocreador Chris Cunningham, autor de clips esenciales de Bj?rk, Aphex Twin o Portishead, que la ha convertido en un amasijo de carne negra. Desde que se conocieran en un concierto de Kraftwerk hace cuatro a?os, se han vuelto inseparables. Juntos preparan el videoclip de su pr¨®ximo single, William's blood, donde la cantante toca por primera vez el tema de la maternidad. Con ¨¦l espera tambi¨¦n aprender lecciones b¨¢sicas para afrontar su gran proyecto desde que abandonara la m¨²sica en 1991: dirigir tres pel¨ªculas, que ya tiene escritas, donde se reconcilia con tres pasajes vividos en su infancia jamaicana.
Cuesta pensar que ha grabado su nuevo ¨¢lbum en un estudio rid¨ªculo, escondido en un garaje londinense de apenas veinte metros cuadrados. Por aqu¨ª pasaron colaboradores como Tricky, Brian Eno, Sly & Robbie o Tony Allen, bater¨ªa de su adorado Fela Kuti. Jones es fan¨¢tica del fundador del afrobeat. Incluso lleg¨® a invitarle a tocar con ella en su disco Inside story (1986). "Pero, cuando Fela lleg¨® a Nueva York, todo lo que quer¨ªa era casarse conmigo y con mi hermana a la vez. Tan s¨®lo trat¨® de conquistarnos por todos los medios", y estalla en una risa huracanada. Tirar de la memoria de Grace es como pasear por ese Oz que puebla su cabeza. En los noventa acompa?¨® a Mickey Rourke a Espa?a para ejercer de juez en un combate de boxeo ama?ado con Poli D¨ªaz para un show televisivo. "?Oh, me acuerdo! Creo que aquella noche nos tomamos un ¨¦xtasis", se monda. "Me encantan los toros, aunque est¨¦ mal visto, y el flamenco", y se despide emulando una pose flamenca que, asegura, le ense?aron en una espera en un aeropuerto espa?ol.
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