"Camino hacia la extrema sencillez"
Tiene cuerpo de ni?a y voz ronca. Fuma sin apenas descanso y no podr¨ªa contar los caf¨¦s que bebe al d¨ªa. Asegura que hablar no es su fuerte, que le cuesta encontrar las palabras exactas para expresarse. Pero sus edificios, sus decisiones, sus costumbres, su actitud y hasta sus gestos retratan a una profesional at¨ªpica, una persona con ambiciones singulares en el mare m¨¢gnum de las estrellas arquitect¨®nicas. No quiere construir por todo el mundo; quiere poder pensar cada proyecto. De momento, Kazuyo Sejima (Ibaraki, Jap¨®n, 1956) s¨®lo se ha preocupado por ser Kazuyo Sejima, una mujer de car¨¢cter decidido, pero discreto. Esa actitud ha marcado un antes y un despu¨¦s en la arquitectura. No es ¨¦ste un campo en el que las mujeres suelan brillar en solitario. Si nos fijamos en el autob¨²s de las vedettes arquitect¨®nicas (de Norman Foster a Jean Nouvel), la ¨²nica mujer que acompa?a a Sejima en fama universal es la iraqu¨ª Zaha Hadid, pero ella habla el mismo idioma de poder y ubicuidad que sus colegas masculinos. Sejima es otra cosa. No necesita ni levantar la voz ni llegar a tres cifras en su n¨²mero de empleados. Ella s¨®lo sabe trabajar con tiempo. Y eso implica reducir sus horas de sue?o, pero tambi¨¦n su n¨²mero de clientes.
La entrevista se concierta en Barcelona. Lleva todo el d¨ªa visitando edificios de la ciudad de la mano del arquitecto ?scar Tusquets, responsable del Premio D¨¦cada, dedicado a premiar la vigencia y el mantenimiento de los edificios y que cuenta como jurado a un ¨²nico arquitecto de fama mundial. Nunca hab¨ªa sido una mujer; este a?o, Sejima ha aceptado atravesar el mundo para comprobar c¨®mo funcionan algunos edificios singulares de Barcelona 10 a?os despu¨¦s de inaugurarse. Al tour urbano han invitado a El Pa¨ªs Semanal. Por la ma?ana, en casa de Tusquets, Sejima admira una taza dise?ada por el anfitri¨®n. ?ste le dice que le enviar¨¢ seis a Tokio. "No. Dos es suficiente. Mi casa es peque?a", dice ella. "Una se puede romper", le indican. "Las cuidar¨¦", contesta.
Ha conseguido hacer historia; no s¨®lo por su arquitectura, sino tambi¨¦n por su forma de relacionarse. Usted no emplea una actitud agresiva de dominio y demostraci¨®n de poder con la que tantos arquitectos famosos se han movido por el mundo. ?Ha elegido esa otra manera de ser cercana tanto en su arquitectura como en su actitud? Todo va junto. Y todo es lo mismo. Soy as¨ª. Forma parte de mi car¨¢cter. Pero yo no creo ser poderosa. Y tambi¨¦n doy un grito de vez en cuando. Con todo, no me gustan los juegos de poder. En mi trabajo, tratar de entender al cliente y tratar de desarrollar mis ideas me deja sin tiempo para nada m¨¢s. Por eso no soy una arquitecta que pueda hacer muchos edificios. Cada uno me cuesta mucho, me lleva mucho tiempo. Mi oficina no crecer¨¢ nunca m¨¢s all¨¢ de las 30 personas que somos ahora.
Pero usted tiene fama de trabajar de sol a sol. ?Por qu¨¦ est¨¢ convencida de que no le dar¨¢ tiempo a hacer muchos edificios? Porque no me interesa tanto hacer muchos como hacerlos con tiempo. Yo necesito tiempo para decidir qu¨¦ es lo realmente importante en cada edificio. Me cuesta hacerlos.
?El dinero y la fama no son importantes para lograr hacer lo que quiere? La fama, en absoluto. El dinero... es necesario. Y adem¨¢s me gusta ir de compras. Pero no tengo ning¨²n inter¨¦s en tener un jet privado, si a eso se refiere.
Vive en una casa en el centro de Tokio, ?la dise?¨® usted? No. Hubiera sido dif¨ªcil y caro levantar una casa en Tokio, donde no hay apenas suelo. Pero soy una persona que necesita flores y alg¨²n ¨¢rbol cerca. Por eso he buscado tener un jard¨ªn, aunque sea muy peque?o. Tengo cuatro ¨¢rboles: un limonero, un manzano, un ar¨¢ndano y un naranjo chino en apenas tres metros.
?Por qu¨¦ necesita el jard¨ªn? Cuidarlo me hace sentir bien. Adem¨¢s, es muy interesante observar los ¨¢rboles y las plantas. Las flores no s¨®lo son bonitas, cambian continuamente. Los insectos tambi¨¦n son interesantes. En un jard¨ªn, por peque?o que sea, siempre est¨¢n pasando cosas.
?Tiene tiempo de observar la naturaleza? Un jard¨ªn hay que regarlo cada d¨ªa. Y mientras lo riegas, lo miras.
?Siempre le ha gustado la naturaleza? No siempre. Yo crec¨ª en el campo de Hitachi, en Ibaraki. Viv¨ªamos rodeados de naturaleza, pero no me dedicaba a observarla. En realidad, cuando mi madre me enviaba a coger hortalizas o frutas, lo odiaba. Luego, viviendo en la ciudad, algo cambi¨®.
?Qu¨¦ le hizo decidir que quer¨ªa ser arquitecta? En Jap¨®n debes decidir qu¨¦ har¨¢s con el resto de tu vida cuando tienes 16 a?os. La arquitectura no era popular donde yo viv¨ªa, una ciudad de provincias, alejada de la informaci¨®n y del ritmo de Tokio. Mis padres no son arquitectos, mi padre es ingeniero industrial y trabajaba para Hitachi, y mi madre era ama de casa.
Entonces, ?de d¨®nde le ven¨ªa el inter¨¦s? Cuando era peque?a, deb¨ªa de tener ocho a?os, mis padres decidieron hacerse una casa. Y compraron revistas para buscar ideas. Por casualidad un d¨ªa vi una que mostraba una fotograf¨ªa de la casa de Kiyonari Kikutake, un arquitecto metabolista, el maestro del que luego ser¨ªa mi maestro, Toyo Ito. Yo no ten¨ªa ni idea de que la casa era famosa, pero me sorprendi¨® y me fascin¨®. Tanto, que me involucr¨¦ mucho en la construcci¨®n de nuestra casa.
?Con ocho a?os? S¨ª. Empec¨¦ a proponerles a mis padres que hicieran la fachada as¨ª o as¨¢, la distribuci¨®n, los materiales. Hice montones de dibujos.
?Le hicieron caso? Para nada. Pero me qued¨¦ con el recuerdo. Luego, dos a?os despu¨¦s, cuando viv¨ªamos en un barrio de viviendas pareadas de empleados de Hitachi, todas exactamente iguales, lleg¨® un ingeniero americano. Y cuando entr¨¦ en su casa sent¨ª otra gran sorpresa. Su manera de usar la misma casa que ten¨ªamos nosotros era diferente. Por dentro era completamente distinta. Hab¨ªan cubierto todo el suelo de moqueta roja. Hab¨ªan eliminado particiones; el espacio era continuo. Con cuatro elementos hab¨ªan transformado una casa y el modo de habitarla. Las casas eran muy sencillas; todas completamente iguales. Pero estaba claro que permit¨ªan una gran libertad individual.
?Eso le hizo ser arquitecta? Eso lo viv¨ª y nada m¨¢s. Pero cuando con 15 a?os tuve que decidir qu¨¦ estudiar, record¨¦ los dos momentos y pens¨¦ que quer¨ªa hacer casas. As¨ª es que me apunt¨¦ a arquitectura. Nada m¨¢s empezar fui a la biblioteca y busqu¨¦ la casa que tanto me hab¨ªa gustado de ni?a. Y descubr¨ª que era de Kikutake y que era un arquitecto muy famoso.
?Lo lleg¨® a conocer? No hice nada para conocerlo; pero un d¨ªa sucedi¨® algo. Cuando hice la Casa de los Ciruelos me llam¨®. Me pidi¨® verla. Se la mostr¨¦ y as¨ª lo conoc¨ª. Sus comentarios eran extra?os. Dec¨ªa que era una casa transparente. Y no lo era. Pero por transparencia ¨¦l quer¨ªa decir que era una casa comunicada, limpia.
?Le cont¨® que hab¨ªa sido su casa lo que la hab¨ªa empujado a hacer viviendas? Tan claro no. Pero creo que, por lo que hablamos, se debi¨® de dar cuenta. Espero que se diera cuenta.
?Fue ¨¦sa la raz¨®n por la que luego trabaj¨® para Toyo Ito, el disc¨ªpulo de Kikutake? No. Antes de la generaci¨®n de Ito, en Jap¨®n no hab¨ªa encargos para casas unifamiliares. Pod¨ªas aspirar a hacer la casa de tus padres o de un primo, pero no la de un cliente desconocido. Con Ito eso se rompi¨®. Y en los setenta, los arquitectos comenzaron a hacer peque?as viviendas de nueva planta. Por eso cuando estaba en los ¨²ltimos cursos de mis estudios supe que Ito buscaba becarios y me postul¨¦. Trabaj¨¦ con ¨¦l m¨¢s de dos a?os.
Ha hecho muchas viviendas peque?as. ?Es lo que m¨¢s le interesa? La casa es la c¨¦lula. Y me atrae mucho su evoluci¨®n. Pero la gran escala tambi¨¦n me interesa. Lo que no har¨ªa ser¨ªa dejar de proyectar viviendas para dise?ar s¨®lo grandes edificios. Uno se mide cada vez que hace una vivienda. Todas las viviendas que he hecho ilustran mi biograf¨ªa arquitect¨®nica, mi evoluci¨®n como arquitecta, los intereses de cada momento.
?Y hacia d¨®nde camina ese sendero? Hacia la extrema sencillez.
Dise?ando casas ha asumido riesgos. Esa evoluci¨®n que dice que reflejan sus casas habla tambi¨¦n de un experimento continuo: con usted es dif¨ªcil que un cliente sepa el resultado. ?Ha sido f¨¢cil su relaci¨®n con los due?os de sus casas? Al principio, su reacci¨®n ante mis propuestas no era f¨¢cil. Lo nuevo cuesta asumirlo. Hoy en d¨ªa es distinto. Quien me llama quiere una vivienda capaz de responder de otra manera. Hoy no tengo problemas. Ha sido una evoluci¨®n gradual.
Usted se educ¨® en la Universidad de las Mujeres. Antes de la II Guerra Mundial, las mujeres s¨®lo pod¨ªan estudiar en un par de universidades japonesas. Y la Universidad de las Mujeres era, entre ¨¦stas, la instituci¨®n m¨¢s antigua. Pero yo no fui all¨ª por una cuesti¨®n ideol¨®gica, sino por pragmatismo. Fue la ¨²nica, de las tres en las que solicit¨¦ plaza, que me admiti¨®. Pens¨¦ en preparar de nuevo mis solicitudes y esperar un a?o, pero entonces habl¨® mi padre. Mi padre era un tipo que jam¨¢s hablaba. Hablaba poqu¨ªsimo, pero esa vez lo hizo. Dijo que no deb¨ªa perder un a?o de mi vida, que estudiara all¨ª. Y como nunca hablaba, para una vez que lo hac¨ªa, le hice caso. As¨ª fue.
Usted tambi¨¦n es callada... No soy una habladora nata, porque no soy buena expres¨¢ndome. Pero me gusta tener amigos. Mi padre s¨ª es callado.
?Y su madre? Ella es lo contrario.
?Haberse educado en una universidad progresista fue importante en su educaci¨®n? Trabaj¨¢bamos mucho la peque?a escala. Mientras que en las otras escuelas del pa¨ªs se dedicaban a proyectos en escalas mayores.
?Eso por qu¨¦? ?Cre¨ªan que las mujeres arquitectas iban a dedicarse a construir s¨®lo casas? No s¨¦, tal vez (se r¨ªe). Pero creo que ten¨ªa m¨¢s que ver con el profesorado. No hab¨ªa muchas mujeres que quisieran ser arquitectas, y fueron formando el departamento poco a poco. De todos modos, soy una persona muy lenta. Necesito tiempo. Si hubiera estudiado en otro lugar, con mayor ambici¨®n, tal vez no hubiera conseguido acabar. Tal vez la escala, o el hecho de que en el tercer curso ya nos pusieran a hacer grandes proyectos, me hubiera superado. Necesito aprender despacio, y all¨ª pude hacerlo.
?No la tentaron otros estudios? ?La moda, por ejemplo, que parece interesarle? La moda siempre me ha interesado. Y mucho. Pero donde yo crec¨ª, lejos de las grandes ciudades, si era dif¨ªcil estudiar arquitectura, m¨¢s dif¨ªcil a¨²n era estudiar moda. De todos modos, pensaba que s¨ª pod¨ªa dise?ar vestidos con facilidad, vestidos especiales, que me hicieran sentir especial, pero la arquitectura era otra cosa. No ten¨ªa ni idea de c¨®mo construir; por eso pens¨¦ que deb¨ªa estudiarla.
?Le sigue interesando la moda? S¨ª. Puede que no tanto, pero me gusta ir de compras. Fundamentalmente me gusta Comme des Gar?ons por una raz¨®n pr¨¢ctica: sus dise?os est¨¢n pensados para el cuerpo japon¨¦s. Pero a veces compro prendas que no podr¨¦ ponerme nunca.
?Para qu¨¦ las compra? Para mirarlas. Las saco del armario y las miro.
?Como una escultura? Algo as¨ª.
[Hoy Sejima viste Comme des Gar?ons: un jersey estampado con labios muy rojos sobre un fondo negro y falda larga].
?Qu¨¦ le hizo decidir el tipo de arquitectura evanescente que hace? ?Por qu¨¦ fuerza los materiales hasta su m¨¢xima delgadez? Al principio, lo que m¨¢s me interesaba era la planta del edificio: la relaci¨®n entre el interior y el exterior y entre los espacios de la casa. Ahora me interesa la relaci¨®n de un edificio con su ubicaci¨®n. Cada lugar tiene un peso. Y yo decido mis edificios a partir del peso del lugar. Por eso trato de que mis edificios no se a¨ªslen y a la vez tengan vida interior.
Ha dicho que necesita estar cerca de la naturaleza. Pero muchos de sus edificios se cierran al exterior y se vuelcan a una vida interior. Cuando hago un museo, como el de Nueva York, lo habitual es controlar la luz e incluso las vistas. Pero ahora estoy haciendo una galer¨ªa completamente transparente en la isla de Innoshima, en Hiroshima. La idea de mostrar una escultura o una pintura como flotando en el paisaje me parece preciosa.
?C¨®mo proteger¨¢ las pinturas? Estamos trabajando en eso. Por eso necesito tanto tiempo para hacer las cosas [se r¨ªe].
?Cu¨¢ntas horas trabaja? Normalmente empiezo a las diez, a menos que est¨¦ muy cansada. Y acabo sobre las dos o las tres.
No es un horario excesivo. ?Dos o tres de la madrugada! [Se r¨ªe]. Son 15 horas o algo as¨ª. Como y ceno en el trabajo.
?Y sus 28 empleados? Ellos hacen turnos. Trabajamos en Estados Unidos y en Europa y necesitamos poder hablar con ellos.
?Cu¨¢ntas horas duerme? Unas cinco.
?Y cu¨¢ntos caf¨¦s bebe? Todo el rato.
Cigarrillos, ?cu¨¢ntos? Muchos tambi¨¦n.
?Fuma en el estudio? S¨ª. No est¨¢ prohibido en Jap¨®n.
Corre la leyenda de que la gente de su oficina duerme debajo de la mesa. ?Es verdad! [Se r¨ªe]. Nos agotamos. Yo tambi¨¦n me meto despu¨¦s de cenar. Treinta minutos y como nueva.
?Debajo de la mesa? S¨ª. Es como un cuartito. Tengo una colchoneta y la despliego.
?En su oficina se habla ingl¨¦s? S¨ª, porque hay muchos extranjeros y el japon¨¦s es muy dif¨ªcil de aprender.
?La arquitectura es lo m¨¢s importante del mundo para usted? Bueno... En el mundo hay muchas cosas interesantes. E importantes. Pero uno ha de aceptar sus l¨ªmites. Precisamente porque el tiempo en la vida es algo muy limitado. Visto as¨ª, tal vez la arquitectura sea suficiente para m¨ª. Me gusta hacer otras cosas. De todo tipo. Ir de compras, aunque sea r¨¢pido [se r¨ªe]. Pero si me dedico a la arquitectura necesito tiempo para hacerla. Antes lo ten¨ªa muy claro. Pero gradualmente, a medida que pasa el tiempo... A veces dudo...
?Qu¨¦ le gustar¨ªa hacer? [Silencio de cerca de cinco minutos. Parece que est¨¢ pensando, pero al final la entrevistadora tambi¨¦n duda. Mejor preguntar de nuevo].
Hay arquitectos que trabajan mucho, tanto como usted, pero parecen m¨¢s preocupados por su negocio que por la arquitectura. Su caso parece lo contrario. No trabaja tant¨ªsimas horas para construir mucho y por todo el mundo, sino para hacerlo con perfecci¨®n. ?Por qu¨¦ esa dedicaci¨®n casi religiosa a la arquitectura? No es perfecto. Lo que hago no es perfecto.
?Necesita que sus edificios sean perfectos? Necesito hacerlo bien. Dar todo lo que puedo. Y para eso ya le he contado que, como soy lenta, necesito tiempo. Cualquier cambio -una nueva tipolog¨ªa, un proyecto mayor, construir en otro continente- me exige adaptaci¨®n. Y para eso necesito tiempo. Nuestros proyectos han crecido y son m¨¢s complejos. Para controlar cada detalle necesito a¨²n m¨¢s tiempo.
?Por qu¨¦ cree que la arquitectura es una profesi¨®n tan complicada para las mujeres? Hay muchos arquitectos famosos, pero pocas arquitectas. Para hacer grandes obras tienes que crecer y manejar un estudio grande. Una mujer puede hacer eso, pero los grandes proyectos suelen estar relacionados con la pol¨ªtica. Y ah¨ª, una mujer, por lo menos en Jap¨®n, no lo tiene f¨¢cil.
Muchas mujeres arquitectas est¨¢n casadas con arquitectos. Y el hombre es el que termina llev¨¢ndose el reconocimiento. ?Fue ¨¦sa la raz¨®n por la que usted y su pareja, Ryue Nishizawa, decidieron formar una sociedad com¨²n (Sanaa) y dos independientes en las que hacer trabajo en solitario? Al principio le ped¨ª a Ryue que dejara de ser mi empleado y se convirtiera en mi socio porque para m¨ª era un reto trabajar con ¨¦l. Es muy inteligente. Cuando me invitaron a hacer un proyecto de gran escala le ped¨ª que se asociara. ?l contest¨® que s¨ª, que quer¨ªa asociarse, pero tambi¨¦n mantener su propia firma independiente. Y eso hicimos. Los grandes proyectos los firmamos juntos y luego cada uno tiene los suyos.
Cuando le pidi¨® que se asociara, ?fue una decisi¨®n profesional o emocional? ?Era ya su pareja? No, no lo era. La decisi¨®n fue profesional. Me interes¨® su talento.
?Qu¨¦ le gustaba de ¨¦l? Encontr¨¦ en ¨¦l ideas que me sorprendieron. Yo trabajaba muy influida por lo que hab¨ªa aprendido en el despacho de Toyo Ito. Y de repente me encontr¨¦ con un arquitecto que pensaba de otra manera. ?l me hace dudar siempre y creo que eso es bueno.
?Es tambi¨¦n callado? Profesionalmente es muy agresivo, pero cuando habla japon¨¦s. En ingl¨¦s se muestra m¨¢s callado.
?Todav¨ªa hacen cosas separados? S¨ª. Sobre todo en Jap¨®n. Los clientes vienen con la idea precisa de a qui¨¦n quieren encargarle su casa o su pabell¨®n. Incluso tenemos un cliente, el de la galer¨ªa transparente en la isla de Innoshima, que nos ha encargado un proyecto a cada uno en dos islas vecinas. Las viviendas privadas las hacemos separados. Son algo m¨¢s personal.
?Qu¨¦ ha tenido que sacrificar para ser la arquitecta que es? [No entiende la idea de sacrificio].
?Se ha perdido algo para ser la arquitecta que es? No he sentido que me estaba perdiendo nada. Pero el hecho es que no he podido tener un hijo.
?Por qu¨¦? Se me ha pasado el momento. Siempre ten¨ªa algo que hacer, y al final la vida ha pasado. De peque?a siempre me imaginaba de abuela. Porque las abuelas tienen una vida descansada, relajada.
Pero usted no ha elegido una vida relajada. No. Mi vida es m¨¢s acelerada que descansada. Y eso que soy una persona que necesita tiempo. Todo me cuesta. No s¨¦ hacer un croquis en un minuto. S¨®lo funciono con tiempo. En el primer despacho donde trabaj¨¦ conoc¨ª la dureza del trabajo y la frustraci¨®n, pero estaba contenta de trabajar y de pensar. Luego, toda la vida he trabajado con esa sensaci¨®n.
Usted parece una mujer muy cerebral y a la vez muy mundana. Una vez declar¨® que no le¨ªa libros, s¨®lo revistas. ?Es cierto? [Carcajada]. ?Qu¨¦ peligro tiene lo que dices por ah¨ª! Me gusta leer, pero no los asuntos sesudos que leen los arquitectos.
?No le interesa la teor¨ªa? No mucho. Pero no leer lo suficiente es mi complejo. Mis padres le¨ªan mucho. Mi casa estaba forrada de libros. Y para m¨ª era agobiante. Reaccion¨¦. Busqu¨¦ otras cosas.
Dice que ha empezado a dudar si deber¨ªa o no hacer algo m¨¢s. ?Qu¨¦ le gustar¨ªa probar? [Calla durante m¨¢s de dos minutos]. A veces pienso que hasta aqu¨ª he llegado. Pero luego me vuelven ganas de seguir haciendo arquitectura. Pienso que no es suficiente lo que he hecho. S¨¦ que deber¨ªa intentar, por lo menos, conocer otras cosas, porque dedicar toda tu vida a hacer una sola cosa no es suficiente. Pero no me veo capaz de hacer mucho m¨¢s.
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