La transparencia como terapia
La complejidad de la crisis financiera que estamos sufriendo no ha invalidado la proposici¨®n b¨¢sica en la que descans¨® su diagn¨®stico, hace ya quince meses: la erosi¨®n de la confianza en el conjunto del sistema bancario, y de sus componentes entre s¨ª. La confianza, tambi¨¦n se subray¨® entonces, est¨¢ estrechamente asociada a la disposici¨®n de informaci¨®n relevante. La cantidad y calidad de ¨¦sta, las asimetr¨ªas en su distribuci¨®n, adem¨¢s de condicionar los no siempre previsibles derroteros por los que transita la crisis, lo hace tambi¨¦n con el ¨¦xito de las terapias que se le aplican. Y, en todo caso, con la confianza que los ciudadanos proyectan en sus autoridades y en sus instituciones, los mercados incluidos.
Es necesario que las actuaciones de las autoridades huyan de la opacidad y el secretismo
?se es ahora uno de los ¨¢mbitos m¨¢s sensibles. Es el reflejo de esos destructivos cambios sociales que Robert Shiller anticip¨® en su ¨²ltimo libro (The Subprime Solution, Princeton University Press) como los m¨¢s inquietantes derivados de esta crisis, en la medida en que no da?an s¨®lo a la econom¨ªa, sino al tejido social. Alteraciones en los h¨¢bitos de los consumidores, la relaci¨®n de unos con otros, los valores: la confianza de la gente en los dem¨¢s, en sus instituciones y en sus formas de vida.
Una de las v¨ªas de debilitamiento adicional de esa confianza es la que pudiera emanar de errores de las autoridades en la gesti¨®n de la crisis: en su capacidad para acertar con las terapias y para hacerlo sin perjudicar a la mayor¨ªa de los contribuyentes. Es un hecho que la necesaria concentraci¨®n de las ayudas p¨²blicas de distinta naturaleza a los sistemas bancarios, en algunos casos mediante transferencia directa de recursos p¨²blicos, est¨¢ generando una creciente susceptibilidad de los ciudadanos en todos los pa¨ªses. El cuestionamiento puede ser tanto mayor cuanto m¨¢s contempor¨¢nea sea la disposici¨®n de parte de esos fondos p¨²blicos con generosas pol¨ªticas de distribuci¨®n de dividendos que no toman en consideraci¨®n las restricciones de liquidez. O la concesi¨®n de remuneraciones extraordinarias a los directivos de las entidades socorridas por los contribuyentes.
Frente a esa justificada sensibilidad de los ciudadanos, es necesario que las actuaciones de las autoridades huyan de cualquier tentaci¨®n de opacidad y de secretismo: "Abran la puerta y enciendan las luces", como reclamaba Gretchen Mortgenson la pasada semana en The New York Times. Tratar de eludir el completo escrutinio que esas actuaciones excepcionales exigen puede generar un deterioro de la confianza de mucha mayor trascendencia que el ocasionado por el comportamiento adverso de los indicadores econ¨®micos convencionales.
Bajemos ahora al caso de nuestro pa¨ªs para tratar de curarnos en salud y advertir de posibles riesgos. A iniciativa del Gobierno, el Parlamento aprob¨® hace varias semanas cuatro decisiones de apoyo al sistema bancario: la ampliaci¨®n del seguro de dep¨®sitos, la creaci¨®n de un fondo para la adquisici¨®n de activos, la concesi¨®n de aval a las emisiones de las entidades bancarias y la previsi¨®n de capitalizaci¨®n de las entidades que lo precisen mediante la adquisici¨®n con fondos p¨²blicos de acciones (o suscripci¨®n de cuotas participativas en el caso de las cajas de ahorros) y participaciones preferentes, todas ellas representativas de esos recursos propios que conforman la solvencia de las empresas bancarias. Por su parte, el supervisor m¨¢s directamente vinculado a esta crisis, el Banco de Espa?a, ha transmitido su intenci¨®n de fomentar concentraciones de entidades bancarias como respuesta a la crisis. De la instrumentaci¨®n de ambos conjuntos de medidas puede depender no s¨®lo la utilidad de las mismas, sino la completa comprensi¨®n de los ciudadanos o el aumento de la desafecci¨®n hacia las propias instituciones.
En el primer caso se trata de constituir un fondo (el FAAF: Fondo para la Adquisici¨®n de Activos Financieros) que adquirir¨¢ activos de m¨¢xima calidad (mayoritariamente c¨¦dulas hipotecarias) a las entidades bancarias con el fin de fortalecer la liquidez de aquellas que, siendo solventes, sufren las consecuencias de esa suerte de estigmatizaci¨®n que desde el inicio de la crisis arrastran los activos hipotecarios en todo el mundo. La suma asignada a tal efecto es de 30.000 millones de euros, ampliables a 50.000. Las autoridades europeas no han puesto la m¨¢s m¨ªnima objeci¨®n y, afortunadamente, ya hay calendario para su concreci¨®n. La comisi¨®n ejecutiva del FAAF ha ultimado los detalles de sus dos primeras subastas, que tendr¨¢n lugar el pr¨®ximo d¨ªa 20 de noviembre y el 11 de diciembre. La tercera de las decisiones, recu¨¦rdese, es la concesi¨®n del aval del Tesoro espa?ol, de m¨¢xima calificaci¨®n crediticia, a emisiones de t¨ªtulos de entidades bancarias espa?olas, por un total de 100.000 millones de euros.
No son actuaciones tan radicales como las adoptadas en otros sistemas bancarios de nuestro entorno. Son decisiones correctamente definidas que han de serlo igualmente en su ejecuci¨®n y en su amplio escrutinio. En primer lugar, porque, para cualquier entidad bancaria, el acceso a esas facilidades no ha de ser en modo alguno sin¨®nimo de estar peor que los dem¨¢s. En segundo, porque son actuaciones con recursos p¨²blicos en un ¨¢mbito en el que la alarma social puede crecer si se administran con opacidad.
En Espa?a no hay la m¨¢s m¨ªnima necesidad de cuestionar estas exigencias, por eso es preocupante que en un principio existiera cierta confusi¨®n al respecto. La transparencia es la condici¨®n necesaria para que los ciudadanos entiendan que ese tipo de medidas son necesarias, no s¨®lo para las entidades bancarias, sino para el conjunto de los agentes econ¨®micos: para superar lo antes posible la crisis m¨¢s grave de las ¨²ltimas d¨¦cadas.
El otro ¨¢mbito en el que hay que esmerar el cuidado es el de las comparecencias, manifestaciones o recomendaciones, del propio Banco de Espa?a en su calidad de supervisor. Ser¨ªa un error, una inquietante ruptura de la escrupulosa tradici¨®n de nuestro supervisor bancario, que pudiera deducirse de sus actuaciones la manifestaci¨®n p¨²blica a favor de un determinado modelo de reestructuraci¨®n de alguno de los subsectores del sistema bancario. En mayor medida, que esas reestructuraciones fueran concebidas como las ¨²nicas terapias posibles frente a la crisis actual, con independencia de la realidad de las propias entidades y del entorno en el que operan.
El cuidado del supervisor bancario tambi¨¦n ha de evitar la definici¨®n de asimetr¨ªas en las exigencias de prudencia a sus supervisados, sin que se pueda llegar a poner de manifiesto un mayor grado de severidad con determinadas entidades, ya sea por raz¨®n de su tama?o o de su naturaleza jur¨ªdica. Transparencia, finalmente, significa tambi¨¦n que los ciudadanos puedan conocer el grado en el que las entidades bancarias transmiten a inversi¨®n crediticia a las empresas y familias los apoyos recibidos a trav¨¦s de las medidas antes comentadas.
A las bien ganadas credenciales que Espa?a puede exhibir en ese grupo de pa¨ªses que han de reformar el sistema financiero internacional podremos a?adir el necesario rigor y transparencia en lo esencial del tratamiento terap¨¦utico de la crisis. Ambas son las condiciones necesarias que el que fuera vicepresidente de la Reserva Federal, A. S. Blinder, transmit¨ªa como prioridad al presidente electo de Estados Unidos, para restaurar cuanto antes el sentido de juego limpio y la confianza en el sistema econ¨®mico, de forma similar a como lo hizo Franklin D. Roosevelt en los a?os treinta.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.