Ch¨¢vez contra Ch¨¢vez
La derrota del presidente venezolano en el refer¨¦ndum sobre la reforma constitucional de 2007 mostr¨® que era vulnerable. Por eso en las elecciones locales del domingo quiere que su partido no pierda ni una sola calle
Es una victoria de mierda", dijo el presidente frente a las c¨¢maras de la televisi¨®n nacional, desdoblando en su rostro una mueca de p¨¦simo humor. Apenas hab¨ªan transcurrido tres d¨ªas del refer¨¦ndum, cuando fue rechazada su propuesta de reforma de la Constituci¨®n. La tiran¨ªa del rating imbatible de Hugo Ch¨¢vez de pronto titil¨®. Ese 2 de diciembre del a?o 2007 marc¨® un hito crucial en el proceso de la llamada "revoluci¨®n bolivariana".
Hugo Ch¨¢vez no s¨®lo hab¨ªa perdido, por primera vez, una elecci¨®n popular. Tambi¨¦n, en el interior de su movimiento pol¨ªtico, sal¨ªa derrotado. Hac¨ªa ya muchos meses, el debate en el seno del oficialismo se hab¨ªa centrado en dos opciones: "acelerar o consolidar". Todo formaba parte de una discusi¨®n interna entre quienes pensaban que era necesario radicalizar de una vez el proyecto socialista, y entre quienes cre¨ªan que, antes, se requer¨ªa tener un control a¨²n mayor del poder en el pa¨ªs. En ese momento, Ch¨¢vez decidi¨® que ¨¦l pod¨ªa lograr las dos cosas al mismo tiempo, que ambos verbos pod¨ªan complementarse: acelerando, consolidamos.
La crisis es una amenaza. El "socialismo del siglo XXI" s¨®lo existe con altos precios del crudo
Quien supo administrar la esperanza de los pobres deber¨¢ tomar medidas impopulares
Los resultados electorales, sin embargo, mostraron que, en pol¨ªtica, la gram¨¢tica es un ejercicio impredecible. El proyecto socialista, incluyendo la oferta de la reelecci¨®n indefinida de Ch¨¢vez, fue rechazado tambi¨¦n por sus seguidores. M¨¢s a¨²n: la derrota, en realidad, se debi¨® fundamentalmente a la abstenci¨®n de los chavistas. El 2 de diciembre del 2007 m¨¢s que un domingo parec¨ªa un frenazo. Durante casi diez a?os, Ch¨¢vez trabuc¨® su popularidad en un sistema personal, reinventando y controlando el Estado y casi todas las instituciones del pa¨ªs. Ahora, se estrenaba con un fracaso en la batalla civil. Era pol¨ªticamente vulnerable.
Pero Hugo Ch¨¢vez es, antes que nada, esencialmente, un militar. Y un militar muy persistente. Sabe esperar, sabe insistir. Pas¨® 20 a?os so?ando con ser presidente, conspirando dentro de la Fuerzas Armadas, antes de intentar el golpe de Estado de 1992. En el 2008, tambi¨¦n ha continuado con la misma agenda, como si nada hubiera pasado: acelerar y consolidar. Aprovechando los poderes especiales para legislar, que le hab¨ªa otorgado la Asamblea Nacional, trat¨® de imponer a la sociedad algunos de los planteamientos que fueron rechazados en el proyecto de reforma constitucional. Uno de los m¨¢s emblem¨¢ticos es una nueva propuesta de divisi¨®n administrativa del pa¨ªs, que organiza el territorio en cinco regiones cuyas autoridades son designadas directamente por el presidente de la rep¨²blica. Este reordenamiento, llamado "la nueva geopol¨ªtica del poder", ya fue aprobado en primera discusi¨®n por la Asamblea Nacional.
Sin embargo, dos proyectos de ley no corrieron la misma suerte. La nueva Ley de Educaci¨®n, dise?ada de acuerdo a los objetivos y valores del "proceso bolivariano", encontr¨® en la protesta ciudadana un gran obst¨¢culo: su discusi¨®n y aprobaci¨®n fue postergada para el a?o que viene. La ley de inteligencia y contrainteligencia, que propon¨ªa obligar a los venezolanos a ser vigilantes y delatores al servicio del Estado, fue derogada por el propio presidente, al ser fuertemente cuestionada por la poblaci¨®n y por diversos organismos de Derechos Humanos.
En el 2008, Ch¨¢vez ha seguido sin variar el plan que ya ten¨ªa concebido antes del refer¨¦ndum. En la perspectiva de construir una "econom¨ªa socialista", continu¨® con el proceso de nacionalizaciones que hab¨ªa iniciado el a?o anterior. Este a?o, se han nacionalizado las principales cementeras, la mayor empresa sider¨²rgica del pa¨ªs y el Banco de Venezuela, propiedad del Grupo Santander. Igualmente, el Gobierno venezolano ha proseguido en una carrera armamentista desproporcionada, comprando este a?o equipo b¨¦lico a Bielorrusia, submarinos, helic¨®pteros y aviones Sukhoi a Rusia, radares y aviones K-8 a China... pasando a ocupar el cuarto lugar en gastos de defensa en Am¨¦rica Latina, detr¨¢s de Brasil, Colombia y Chile.
En el ¨¢mbito internacional, Ch¨¢vez ha mantenido, de la misma manera, la ruta de radicalizaci¨®n que tambi¨¦n ven¨ªa desarrollando: la confrontaci¨®n, sobre todo verbal, con Estados Unidos (este a?o la "provocaci¨®n" fue un poco m¨¢s all¨¢: convoc¨® a los rusos a realizar maniobras militares en aguas territoriales venezolanas); la promoci¨®n del Alba (Alternativa Bolivariana para las Am¨¦ricas); el acercamiento cada vez mayor a Rusia, Ir¨¢n, China... Tal vez Ch¨¢vez sea, en realidad, el m¨¢s dolido viudo pol¨ªtico de Bush. La salida del presidente norteamericano lo deja pr¨¢cticamente danzando solo. Bush es indefendible: el enemigo perfecto.
Nada, entonces, parece haber variado sustancialmente, despu¨¦s de la derrota en el refer¨¦ndum para una reforma constitucional que, entre otras cosas, propon¨ªa la "reelecci¨®n indefinida" del presidente de la rep¨²blica. Incluso hay quien piensa que Ch¨¢vez tan s¨®lo obvi¨® ese resultado adverso y decidi¨® seguir adelante con su proyecto. Pero no es as¨ª. Las elecciones del 23 de noviembre, para escoger autoridades locales, representan un desaf¨ªo importante. Aunque las encuestas m¨¢s optimistas calculan que la oposici¨®n, tal vez, pueda ganar 5 o 6 de las 22 gobernaciones que elegir¨¢n nuevas autoridades, Ch¨¢vez no desea perder ni una calle. Ha desplegado sus mayores esfuerzos para que no se repita la experiencia.
Lo primero que hizo fue consolidar su partido, el PSUV (Partido Socialista Unido de Venezuela), y controlar, de manera soterrada y vertical, la selecci¨®n de los candidatos. Tanto, que este proceso ha producido disidencias fundamentales y, en algunas dependencias federales, el Partido Comunista o el partido Patria Para Todos, aliados hist¨®ricos del Gobierno, llevan candidatos diferentes a los impuestos por Ch¨¢vez.
Por otra parte, en una acci¨®n inconstitucional sin precedentes, el Contralor General de la Rep¨²blica inhabilit¨® pol¨ªticamente a 260 funcionarios p¨²blicos, en su mayor¨ªa opositores, entre quienes destacan por lo menos seis l¨ªderes regionales importantes, con sobradas posibilidades de triunfar en los pr¨®ximos comicios. Finalmente, Ch¨¢vez se ha dedicado de manera incansable a la campa?a electoral, articulando nuevamente la decisi¨®n de los votantes alrededor de su persona: ha denunciado intentos de magnicidio, ha afirmado que "todos los candidatos de la oposici¨®n son capitalistas", instrumentos del imperio; ha asegurado que la oposici¨®n quiere ganar los espacios regionales para sacarlo del poder en el 2009... Otra vez, con un ventajismo oficial en el uso y abuso de las funciones y de los espacios p¨²blicos, le propone al pa¨ªs un acto definitivo y emocional. No en balde hemos hecho del sentimiento una industria y exportamos cursiler¨ªas telenoveladas: el pr¨®ximo 23 de noviembre, votar es casi un acto de amor. Ch¨¢vez se juega la vida en las urnas.
Sin embargo, el panorama no luce demasiado favorable. Aun ganando las elecciones, la crisis financiera mundial y la ca¨ªda de los precios del petr¨®leo se alzan como una gran amenaza, sobre todo para quien le ha vendido a los venezolanos que "la revoluci¨®n" es un sue?o de liquidez, una riqueza que no necesita producirse, que s¨®lo requiere ser distribuida: la gran utop¨ªa del consumo de todo pa¨ªs petrolero. El "socialismo del siglo XXI" s¨®lo existe con altos precios de crudo. Tiene poco que ver con la izquierda del continente. Est¨¢ m¨¢s cerca de Detroit que de La Habana.
La econom¨ªa venezolana depende, casi exclusivamente, de su ingreso petrolero. Aun con las reservas internacionales y con los enormes yacimientos que el pa¨ªs posee, el futuro nunca ser¨¢ tan espl¨¦ndido como ha sido el pasado en la mayor parte de esta d¨¦cada. Lleg¨® el tiempo de los barriles flacos. Un gasto p¨²blico inmenso, el pago pendiente de las nacionalizaciones, la inflaci¨®n m¨¢s alta del continente... Todo parece acorralar a Ch¨¢vez, orillarlo a hacer algo que jam¨¢s imagin¨®: tomar medidas impopulares, hacer ajustes, desdecirse, conspirar en contra de lo que mejor ha sabido administrar: la esperanza de los pobres.
Con Barack Obama en la Casa Blanca, con la crisis econ¨®mica rondado peligrosamente a Venezuela, con el desgaste pol¨ªtico de diez a?os al frente del Gobierno... Al presidente venezolano le va a costar eludir esta pelea, su verdadera confrontaci¨®n, el enemigo al que siempre ha tratado de evitar: Ch¨¢vez contra Ch¨¢vez.
Alberto Barrera Tyszka es autor, junto a Cristina Marcano, de Hugo Ch¨¢vez sin uniforme: una historia personal (Debate).
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