Par¨ªs escribe una ¨®pera del futuro
Sting, Elvis Costello y la espa?ola Sylvia Schwartz interpretan un montaje sobre el poder de la m¨²sica - 'Welcome to the voice' colg¨® el 'no hay billetes'
Se pretend¨ªa una noche de abrazos y a punto estuvo de acabar a empujones. Sobre las tablas del teatro Ch?telet de Par¨ªs, en el estreno mundial de Welcome to the voice, ¨®pera jazz pop en un solo acto para dos leyendas del rock adulto -Sting y Elvis Costello- y orquesta, se citaron ayer los opuestos para una gran aunque desigual celebraci¨®n de la diferencia.
All¨ª, resguardados de un viento aceptablemente desapacible llegado del Sena, se vieron las caras la alta y la baja cultura (tambi¨¦n conocida como pop), los fans de Police y los estudiantes de viol¨ªn, el bel canto y los tres acordes rock de toda la vida. "El blanco y negro de la cl¨¢sica y el color del azar y los accidentes felices de la m¨²sica improvisada", seg¨²n Steve Nieve y Muriel Teodori, marido, mujer y autores de la m¨²sica y el libreto de la obra.
Mezcla el blanco y negro de la m¨²sica cl¨¢sica y el color de la improvisaci¨®n
El montaje llega en un momento propicio: vuelve la lucha de clases
Como era de esperar, la voz de Sting fue bien recibida en Par¨ªs. Welcome to the voice es, no resulta dif¨ªcil de creer, uno de los tickets de la temporada en la ciudad (donde se representa hasta el 25 de noviembre), por m¨¢s que muy cerca de aqu¨ª la actriz Juliette Binoche ofreciera un espect¨¢culo de danza. No todos los d¨ªas contempla uno a Sting proclamarse, bien metido en su papel de Dionisio, obrero de ascendencia griega e ¨ªnfulas l¨ªricas, un "operario llegado del agujero del mundo" que siente a "los dioses y los diablos en paro".
As¨ª que cuando tal cosa sucedi¨®, en los primeros compases de la velada y tras una algo incomprensible introducci¨®n en v¨ªdeo, se extendi¨® el cosquilleo de las ocasiones ¨²nicas, aunque el pelo perfectamente te?ido y el buen color de piel del brit¨¢nico (?reci¨¦n llegado de su villa de la Toscana?) le restase alguna que otra credencial proletaria.
A partir de ah¨ª, el p¨²blico, que agot¨® las entradas hace semanas, se acomod¨® en sus butacas para asistir al recital del l¨ªder de The Police, protagonista absoluto del montaje, y las peripecias que le deparaba una historia "sencilla" sobre el poder de la m¨²sica en general y la ¨®pera en particular, seg¨²n proclamaba el programa de mano. A saber, chico, obrero metal¨²rgico, encuentra a chica, diva de la ¨®pera. Chico cae rendido ante la chica, todo lo que ella representa y ¨¦l nunca ser¨¢, y se planta a esperarla cada noche a la salida del teatro. Chico recibe las apariciones de los fantasmas l¨ªricos de "Butterfly, Norma y Toscana" y el aguij¨®n de la ¨®pera le pica sin remedio. Y s¨ª, el amor triunfa pese al desgraciado del jefe de polic¨ªa, un Elvis Costello dram¨¢tico, emocionante y emocionado.
La escenograf¨ªa sombr¨ªa, industrial y algo parca, de Bernard Arnould, era para la pareja de autores (¨¦l, ingl¨¦s, m¨²sico de la banda de Costello desde los setenta; ella, escritora y psicoanalista) la culminaci¨®n de un sue?o que acarician desde aquel d¨ªa de 2003 en que convencieron a Sting de que participase en el proyecto.
La cosa ya tom¨® forma el a?o pasado con un disco en el que participaron el genio del pop confesional Robert Wyatt, el cuarteto Brodsky o la c¨¦lebre soprano Barbara Bonney, adem¨¢s, claro, de las estrellas que ayer s¨ª se subieron al escenario de Ch?telet.
El montaje llega tras una d¨¦cada de trabajo y en un momento propicio; este invierno del descontento, cuando asuntos como la lucha de clases recobran la actualidad perdida. No s¨®lo eso, al verle penar por las tablas del Ch?telet no costaba imaginar a Sting construir los mohines de Dionisos con un espejo en una mano y un peri¨®dico econ¨®mico cuajado de malas noticias sobre el paro en la otra. ?Cu¨¢l es la receta de la obra para la refundaci¨®n del capitalismo?: "La voz humana, la verdadera salvaci¨®n del hombre", como dijo Sting al prinpio.
Unos y otros (incluida Sylvia Schwartz, la desconocida y sin embargo aclamada soprano espa?ola, la amada en cuesti¨®n, que ni hizo olvidar a Bonney y, esto le honra, ni tan siquiera lo intent¨®) se movieron sobre un fondo musical con algo de jazz, mucho de autorreferencia, su punto de disonancia y alg¨²n momento pop memorable. Una mezcla que por encima de a los musicales g¨®ticos o a las ¨®peras rock con sus interludios interminables, recordaba a Kurt Weill y a los olvidados discos de Michael Mantler y Carla Bley de los setenta. Y podr¨ªa contar, como alg¨²n cr¨ªtico ha se?alado, como un posible camino para la ¨®pera del futuro. Al menos la que se encuadra en la categor¨ªa de "la fusi¨®n" que proclaman sus autores. Del abrazo. O de empuj¨®n, como a ratos sucedi¨® a noche, cuando la cosa no funcionaba a la manera de las primeras citas.
Babelia
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