El problema est¨¢ en la costa
Mientras se trat¨® simplemente de algunos atuneros congeladores, pareci¨® que la mejor respuesta de la comunidad internacional ante los apresamientos era, sencillamente, la de recomendar a las empresas pesqueras que se fuesen a faenar a otras aguas. El coste de organizar y enviar una flota de protecci¨®n al Cuerno de ?frica era desproporcionado para el valor del inter¨¦s a proteger. Pero la actividad de los piratas se ha disparado y amenaza seriamente a una parte sensible del tr¨¢fico mar¨ªtimo mundial, sobre todo para los pa¨ªses asi¨¢ticos. Y los buques mercantes modernos no pueden autoprotegerse m¨ªnimamente, como hicieron sus antepasados (los galeones) hace siglos. Las tripulaciones actuales no est¨¢n por la labor, como es l¨®gico, y, adem¨¢s, un buque tanque o un gasero es incre¨ªblemente vulnerable a la m¨¢s m¨ªnima amenaza violenta. Al comercio mar¨ªtimo no le bastan ya las p¨®lizas de seguros ad hoc que el mercado ha producido r¨¢pidamente para cubrir los costos de gesti¨®n de los rescates, ni las empresas de autoprotecci¨®n privada que alquilan sus servicios. Exige una soluci¨®n a los poderes p¨²blicos.
El problema con la pirater¨ªa -siempre lo ha sido- es doble: por un lado, el mar es un marco tan amplio que resulta casi imposible de controlar eficazmente, por muchos medios que se empleen. En el caso actual estamos hablando de una zona mar¨ªtima inmensa y de unos piratas que se desplazan con gran facilidad y con esquemas log¨ªsticos bien construidos. Pero, sobre todo, el problema es que las ra¨ªces de la pirater¨ªa est¨¢n en realidad en la costa. Siempre que el poder ribere?o consienta la actividad pir¨¢tica (como sucedi¨® en el Mediterr¨¢neo con la berberisca, o en el Atl¨¢ntico con la inglesa en el siglo XVI), ser¨¢ muy dif¨ªcil desarraigarla. En el caso de Somalia, es la ausencia de un Estado m¨ªnimo en la costa la que crea un vac¨ªo en que los poderes locales, tribales o terroristas encuentran incentivos incrementales para sostener esa actividad. Y ser¨¢ casi imposible resolver el problema si no se da soluci¨®n a su ra¨ªz, el de fundar en Somalia un poder capaz de imponer su ley. Pero, como es notorio, despu¨¦s de experiencias de intervenci¨®n tan bien intencionadas como mal enfocadas, la comunidad internacional no tiene ninguna gana de implicarse directamente en ese turbulento vac¨ªo.
El env¨ªo de flotas militares por parte de la Uni¨®n Europea, India, Malasia o Rusia es un paso en la buena direcci¨®n, aunque precisar¨¢n de una buena coordinaci¨®n para ser eficaces. Y, sobre todo, de unas normas jur¨ªdicas m¨¢s claras en cuanto al uso de la fuerza, la capacidad de detenci¨®n de embarcaciones y personas sospechosas, as¨ª como la competencia para el enjuiciamiento y castigo de los detenidos. Y todo ello debe proveerlo Naciones Unidas.
Sin embargo, mientras no se edifique un Estado en la costa somal¨ª, seguir¨¢ persistiendo el riesgo de que algunos hagan de la pirater¨ªa su modo de vida. No tienen casi nada que perder.
Jos¨¦ Mar¨ªa Ruiz Soroa es abogado especialista en Derecho Mar¨ªtimo.
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