Largas colas de una hora para ver la sede de la Fundaci¨®n Godia
A las 9.30 de un domingo fr¨ªo y gris normalmente no hay mucha gente entre la Rambla de Catalunya y la calle de la Diputaci¨®, pero ayer no era un d¨ªa cualquiera, sino el de la esperada jornada de puertas abiertas en la Fundaci¨®n Godia. Media hora antes de la apertura, la cola ya daba la vuelta a la manzana. Era el momento de los barceloneses y ¨¦stos respondieron con entusiasmo. As¨ª, fueron m¨¢s de 2.500 las personas que vieron las 260 obras, datadas entre los siglos XII y XX, que constituyen el n¨²cleo m¨¢s prestigioso de la colecci¨®n de Francisco Godia, abierta a la ciudad por su hija Liliana.
No era s¨®lo por la gratuidad de la propuesta: la jornada de puertas abiertas en la nueva sede de la Fundaci¨®n Godia ten¨ªa ayer todas las caracter¨ªsticas de los grandes acontecimientos sociales y por ello la gente acataba la espera para entrar, que lleg¨® a superar la hora, con resignaci¨®n y buen humor. Dentro, la fundaci¨®n agasaj¨® al centenar de ni?os que participaron en los talleres matinales con una chocolatada, que se sirvi¨® en el patio presidido por la monumental escultura de Cristina Iglesias, llena de vida al reflejar los peque?os en sus paredes de acero y acogi¨¦ndolos en sus pasillos de hojarasca de bronce.
La pregunta m¨¢s frecuente del d¨ªa fue: "?Todo es de la familia?"
"Cabe m¨¢s gente pero por motivos de seguridad y para apreciar mejor las obras no se permiten m¨¢s de 200 personas a la vez", explicaba Lorea, que controlaba el goteo de visitantes entrando y saliendo del edificio. Muchos de ellos lo conocieron cuando era la desvencijada sede de Enciclop¨¨dia Catalana. "Es el mismo, pero est¨¢ irreconocible", apuntaba una mujer resumiendo admirablemente la intervenci¨®n del arquitecto Jordi Garc¨¦s, que una vez m¨¢s ha dado prueba de la elegancia de su trabajo al conseguir un itinerario expositivo fluido sin renunciar a la estructura original de piso burgu¨¦s. La perfecta restauraci¨®n de los elementos interiores fue alabada tambi¨¦n por la sobrina de los primeros propietarios, el matrimonio Garriga Nogu¨¦s, que encarg¨® el edificio a finales del siglo XIX al arquitecto modernista Enric Sagnier. Mezclada con la multitud, Mar¨ªa Dolors Conill Garriga Nogu¨¦s rememoraba los a?os que vivi¨® all¨ª.
Los visitantes se paseaban hablando en voz baja como en una iglesia, consultando las cartelas y el minicat¨¢logo en castellano y catal¨¢n que se repart¨ªa en la entrada, entre sorprendidos y extasiados. Las visitas guiadas eran seguidas en religioso silencio y un grupo de mujeres reprendi¨® duramente a esta cronista, culpable de hablar por tel¨¦fono.
"?Todo es de la familia Godia?" era la pregunta m¨¢s frecuente, junto con la curiosidad que despertaba la figura de Francisco Godia, empresario, mecenas y piloto. La biograf¨ªa que se puede consultar al lado del retrato que le hizo Oswaldo Guayasam¨ªn en 1973 le define como un gentleman driver y la gente se apilaba enfrente del v¨ªdeo que narra sus gestas como delante de las obras maestras del rom¨¢nico, los picassos, los t¨¤pies... Aunque no falt¨® alguna broma frente al cazo que Barcel¨® incrust¨® en una de sus obras, la mayor¨ªa intentaba aprender m¨¢s. "Es un verdadero museo", se o¨ªa repetir con insistencia a la salida.
Una pel¨ªcula de miedo toma la calle
Ayer se produjo otra aglomeraci¨®n de gente a escasos metros de la Fundaci¨®n Godia. La curiosidad estaba originada esta vez por el rodaje de la pel¨ªcula de terror Rec 2, de Jaume Balaguer¨® y Paco Plaza. A las puertas de un edificio de la Rambla de Catalunya, los paseantes se encontraban con decenas de extras disfrazados de polic¨ªas, bomberos, vecinos en bata y... zombis. As¨ª, las secuencias que se rodaban, como una espectacular evacuaci¨®n del edificio, convirtieron el centro de Barcelona en un plat¨® de cine.
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