Tres diques
Solemos pensar en la historia como un gran proceso, lento e inexorable, dirigido por grandes fuerzas. De ah¨ª la relevancia de ejercicios de prospectiva como el Tendencias Globales 2025 del Consejo Nacional de Inteligencia estadounidense hecho p¨²blico la semana pasada. Pero hay lugares del planeta donde la historia con may¨²scula se forja en estos mismos momentos. Algunos de estos lugares pueden ser considerados fallas geol¨®gicas en su equivalente geopol¨ªtico: tanto si se separan como si se cierran, el mundo ser¨¢ un lugar completamente distinto (pero no a largo plazo, sino con efectos inmediatos).
Una de esas fallas es la l¨ªnea Durand, la frontera trazada por los brit¨¢nicos en 1893 para separar Afganist¨¢n y Pakist¨¢n y que coincide en gran medida con el macizo del Hindu Kush. Esa frontera dividi¨® a la comunidad past¨²n entre dos Estados, sembrando de por vida toda la regi¨®n de inestabilidad. Como consecuencia, todav¨ªa hoy, las provincias del noroeste de Pakist¨¢n siguen mirando hacia Afganist¨¢n, recelando del Gobierno de Islamabad y prestando apoyo log¨ªstico y albergue a los insurgentes talibanes y terroristas de Al Qaeda. Dada la capacidad nuclear paquistan¨ª y su crucial importancia geopol¨ªtica, Estados Unidos y Europa han tenido que tratar siempre a Pakist¨¢n no ya con pragmatismo sino con un cinismo tan descarado como impotente: tolerando los excesos represivos del r¨¦gimen del general Musharraf y la corrupci¨®n generalizada, soportando estoicamente las ambig¨¹edades y oscuras maniobras de los servicios secretos paquistan¨ªes, m¨¢s preocupados por la India que por Al Qaeda, e intentando olvidar la colaboraci¨®n del responsable del programa nuclear paquistan¨ª con la proliferaci¨®n nuclear mundial. Hoy, pese a la marcha de Musharraf, Pakist¨¢n sigue en el filo y Occidente carece de una pol¨ªtica que pueda evitar lo que los analistas como Ahmed Rashid han descrito como el "descenso al caos".
Pakist¨¢n, Congo y Ucrania pueden ser considerados fallas geol¨®gicas en su equivalente geopol¨ªtico
La otra falla de importancia crucial est¨¢ en el Congo oriental, en la frontera entre este pa¨ªs y Uganda, Ruanda, Burundi y Tanzania. Curiosamente, coincide tambi¨¦n con otra falla geol¨®gica, la del Rift, que cre¨® los grandes lagos y aisl¨® el ?frica central de la costa del ?ndico. Desde 1994, cuando los conflictos latentes desembocaron en el genocidio de Ruanda, la zona ha estado sometida a enormes tensiones. Los acuerdos del Lago Victoria de 2006 pusieron en marcha un proceso de paz regional, auspiciado por Naciones Unidas, en los que la Uni¨®n Europea ha estado notablemente comprometida. En Congo, la UE ha dado apoyo al proceso electoral, ha puesto en marcha una misi¨®n de apoyo policial y judicial y ha iniciado un programa de reforma de las fuerzas armadas congole?as. Pero nada de eso ha sido suficiente para contener las tensiones en la frontera con Ruanda, donde el Ej¨¦rcito congole?o y las milicias mai-mai, hutu y tutsi pugnan por el control del territorio y sus riqu¨ªsimos recursos naturales. La misi¨®n de la ONU, formada por 17.000 soldados, se ha visto desbordada y su comandante, el general espa?ol, Vicente D¨ªaz de Villegas, ha dimitido. Aunque el Consejo de Seguridad haya decidido reforzar la misi¨®n con 3.000 efectivos adicionales, ¨¦stos no ser¨¢n suficientes para taponar la enorme brecha humanitaria que se va a abrir si el conflicto se desborda. Pese a los recursos invertidos por la comunidad internacional, el descenso al caos de Congo ya ha comenzado, con un Ej¨¦rcito congole?o que en su retirada, saquea, asesina y viola a la poblaci¨®n cuya protecci¨®n se supone ten¨ªa encomendada. Inevitablemente, si la situaci¨®n sigue empeorando, la UE tendr¨¢ que despachar a la zona uno de sus recientemente creados Grupos de Combate (battlegroups).
La tercera falla de importancia es Ucrania, un pa¨ªs que est¨¢ en el filo de la navaja desde la Revoluci¨®n Naranja de 2004 y que enfrenta elecciones presidenciales a comienzos de 2009. Con un Gobierno dividido y una econom¨ªa sumamente fr¨¢gil, el destino del pa¨ªs est¨¢ en gran medida en manos de Rusia. C¨®mo ser¨¢ Europa en el 2025 depender¨¢ en gran medida de qu¨¦ lado caiga Ucrania: si cae del lado ruso, Mosc¨² habr¨¢ encontrado la joya con la que coronar su proyecto neoimperial; si cae del lado de la Uni¨®n Europea, el proyecto ruso ser¨¢ sencillamente inviable y la pax bruxelliana habr¨¢ triunfado. Apoyar al presidente V¨ªktor Y¨²shenko para que estabilice y democratice el pa¨ªs es, por tanto, esencial. Pese a que, hoy por hoy, la UE no est¨¢ en condiciones de ofrecer una promesa de adhesi¨®n a Kiev, s¨ª que est¨¢ en condiciones de, por su propio inter¨¦s, implicarse mucho m¨¢s profundamente en Ucrania.
En un celebrado art¨ªculo sobre las dificultades de hacer prospectiva en relaciones internacionales, Ned Lebow y Janice Stein, dec¨ªan que "Dios dio a los f¨ªsicos los problemas f¨¢ciles de resolver". En todos y cada uno de estos conflictos, el azar y las estrategias de los actores se entrecruzan de manera impredecible, las decisiones se adoptan con informaci¨®n incompleta y, demasiado a menudo, tienen consecuencias no intencionadas. Sinceramente, sabemos m¨¢s acerca de c¨®mo ser¨¢ el mundo en el 2025 que de lo que va a ocurrir ma?ana en Pakist¨¢n, Congo o Ucrania pero s¨ª sabemos que son tres diques que nos separan del futuro. jitorreblanca@ecfr.eu
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