Islamistas y extremistas hind¨²es son los principales sospechosos para la polic¨ªa
Bombay, capital vibrante y desmesurada de India que pugna por estar en primera l¨ªnea del siglo XXI, sabe lo que es la sangre vertida en grandes cantidades por fan¨¢ticos de variado signo. El ¨²ltimo gran episodio ocurri¨® en julio de 2006, cuando extremistas isl¨¢micos hicieron estallar mort¨ªferas bombas en los atestados trenes de cercan¨ªas que sirven a la capital econ¨®mica india, a semejanza de lo ocurrido en el 11-M madrile?o.
Aquellos ataques fueron distintos de los de ayer. A falta de lo que diga la investigaci¨®n policial, la simultaneidad de las acciones hace pensar de inmediato en una operaci¨®n de radicales asociados con Al Qaeda, vaga nebulosa terrorista que se caracteriza por llevar a cabo ataques coordinados. Deccan Muyahidin, una organizaci¨®n pr¨¢cticamente desconocida, se atribuy¨® los ataques de ayer.
Pero, en mayo pasado, otro grupo llamado Muyahidines Indios reivindic¨® siete atentados contra mercados de la ciudad de Jaipur, que mataron a 63 personas. El hecho de que los atacantes de ayer buscaran a occidentales en los hoteles da m¨¢s verosimilitud a la hip¨®tesis islamista.
Bombay, con casi 20 millones de habitantes, es el espejo en que gusta mirarse India, que en esta macrourbe a orillas del mar Ar¨¢bigo tiene el sue?o de que todo es posible. El escritor Suketu Mehta, un nativo muy paseado por Occidente, la etiquet¨® en 2004 en su libro Maximun City, un retrato multifac¨¦tico de la insondable ciudad en que van de la mano desde los terroristas isl¨¢micos a las mafias locales, el mundo del cine, que como Bollywood rivaliza con la meca del s¨¦ptimo arte, o la prostituci¨®n, el lujo sin recato ni medida y la abyecta pobreza.
Una ciudad que no puede gobernarse a s¨ª misma, la Bombay que cambi¨® de nombre a Mumbai hace m¨¢s de una d¨¦cada por gusto y presi¨®n de los extremistas hind¨²es, est¨¢ siempre abierta al mundo. Alberga la mayor Bolsa del pa¨ªs, que fundada en 1875, es la m¨¢s antigua de Asia.
Desde las ventanas del hotel Taj Mahal, una de las dianas de ayer en su calidad de refugio de occidentales y potentados locales, se levanta, en el puerto, el arco que marca la Puerta de India, el mismo por el que pasaron los brit¨¢nicos y por el que los extremistas quieren entrar a desestabilizar el sistema pol¨ªtico de una democracia plagada de fallos, s¨ª, pero que se ve como ejemplo para otros pa¨ªses que vienen de muy atr¨¢s. Quienes viajaban en aquellos mismos trenes al d¨ªa siguiente de los atentados de 2006 llevaban la cabeza bien alta y dec¨ªan que nada les har¨ªa temblar.
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