Luchar contra la pobreza
En tiempos de capitalismo en crisis, de riesgos crecientes de exclusi¨®n en sectores vulnerables, un buen n¨²mero de ciudades en m¨²ltiples rincones del planeta articulan pol¨ªticas de inclusi¨®n social. Esta semana el Consejo Mundial de CGLU, la organizaci¨®n mundial de gobiernos locales, aprobar¨¢ en Estambul, a propuesta de Barcelona, el documento pol¨ªtico por la construcci¨®n de ciudades inclusivas. La crisis es de car¨¢cter estructural y global, pero su dureza se expresa en clave cotidiana y local. Un viejo lema del ecologismo pol¨ªtico nos invita a pensar globalmente y actuar localmente. La escala global de muchos factores de exclusi¨®n requiere forjar una lectura de las injusticias m¨¢s all¨¢ de cualquier frontera, mientras el ¨¢mbito local emerge como el espacio donde hacer tangibles las respuestas. Esta l¨®gica resulta hoy insuficiente. El siglo XXI requiere tambi¨¦n pensar localmente y actuar globalmente. La proximidad es hoy la clave de cualquier proyecto transformador, pero las ciudades deben hacerse visibles tambi¨¦n en el escenario global. Es la glocalizaci¨®n. Lo global y lo local hilvanados en todas sus dimensiones, tambi¨¦n en la lucha contra la exclusi¨®n.
Un viejo lema del ecologismo pol¨ªtico nos invita a pensar globalmente y actuar localmente
En el a?o 2000, 189 pa¨ªses acordaron en la ONU los objetivos de desarrollo del milenio, cinco retos principales que alcanzar en 2015: reducci¨®n a la mitad de la pobreza y el hambre, soluci¨®n definitiva a la deuda externa, reglas comerciales justas, reducci¨®n en dos terceras partes de la mortalidad infantil y acceso universal a servicios b¨¢sicos. M¨¢s all¨¢ del ecuador del plazo fijado, el balance no invita al optimismo: 850 millones de personas pasan hambre en el mundo y 1.000 millones sobreviven con menos de un euro al d¨ªa; unos 30.000 menores de cinco a?os mueren a diario por enfermedades vinculadas a la desnutrici¨®n; en ?frica, 278 millones de personas viven sin agua potable y 25 millones contraen malaria cada mes; en torno al 60% de la poblaci¨®n urbana del Tercer Mundo vive en asentamientos de infravivienda; en los pa¨ªses del norte, los problemas sociales urbanos se sit¨²an en otros par¨¢metros; en Europa, las ciudades en crisis redescubren la pobreza, y a las desigualdades de renta se a?aden nuevas dimensiones de vulnerabilidad: vivienda innaccesible, precariedad, inmigraci¨®n, dependencia, soledad.
No es posible avanzar hacia los objetivos del milenio sin dotar de verdadero protagonismo pol¨ªtico a los gobiernos locales, desde las pol¨ªticas ambientales como herramientas de mejora social en Calcuta hasta el modelo de agricultura urbana en Rosario, eje del desarrollo comunitario; desde las estrategias de inclusi¨®n social sobre bases multiculturales que impuls¨® el Gobierno londinense de K. Livingstone a los presupuestos participativos de Belo Horizonte o Cotacachi (Ecuador), verdaderos instrumentos de ciudadan¨ªa entre las poblaciones ind¨ªgenas; desde las pol¨ªticas de igualdad entre hombres y mujeres en Diyarkabir (Kurdist¨¢n) hasta las alternativas comunales de gesti¨®n del agua en varias ciudades africanas.
El abanico planetario de pol¨ªticas locales puede aparecer disperso y fragmentado, pero subyacen en ¨¦l varios elementos vertebradores. Crece el n¨²mero de ciudades que han pasado de los programas sociales coyunturales a pol¨ªticas de inclusi¨®n estructurales, motor de estrategias de desarrollo humano sostenible. Todas ellas comparten, adem¨¢s, la idea de la exclusi¨®n social como realidad multidimensional, que engloba la pobreza pero que se proyecta hacia la falta de v¨ªnculos interpersonales, la segmentaci¨®n espacial o las discriminaciones ¨¦tnicas y entre sexos. Aparecen tambi¨¦n algunos retos clave: tejer pol¨ªticas de inclusi¨®n sobre el respeto y la valoraci¨®n de las diferencias, y situar estas pol¨ªticas como canales de construcci¨®n de una democracia participativa.
En Barcelona seguimos trabajando. Desde la aprobaci¨®n en 2005 del Plan Local de Inclusi¨®n, un gasto municipal de 415 millones, ha hecho posible que m¨¢s de 110.000 personas vulnerables est¨¦n atendidas y vinculadas a trayectorias de inserci¨®n. Desde la firma del Acuerdo Ciudadano por una Barcelona Inclusiva, 400 entidades trabajan en red y en proyectos comunitarios junto al Ayuntamiento. En ¨¦poca de crisis redoblamos nuestro compromiso social. Y vamos a situarlo en el centro de las reflexiones del Consejo Mundial de CGLU en Estambul. Debemos construir mecanismos de gobernanza democr¨¢tica global con presencia de las ciudades, como garant¨ªa de un nuevo modelo econ¨®mico al servicio de las personas y de la vida. El despliegue de la agenda global de desarrollo humano pasa hoy por un entramado de ciudades comprometidas, no s¨®lo en respuestas solidarias a la recesi¨®n, sino tambi¨¦n en darle un vuelco a la globalizaci¨®n predominante, hacia un mundo donde todas las personas podamos realizar, en plenas condiciones de igualdad y autonom¨ªa, nuestros proyectos vitales.
Ricard Gom¨¤ (ICV) es teniente de alcalde de Acci¨®n Social y Ciudadan¨ªa de Barcelona.
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