Nuevos aires, viejas caras
Que el flamante presidente electo de Estados Unidos tiene una s¨®lida preparaci¨®n jur¨ªdica e intelectual est¨¢ fuera de toda duda. Columbia y, sobre todo, Harvard, no suelen producir median¨ªas. Pero no creo que su preparaci¨®n cultural llegue hasta estar familiarizado con la figura del pensador catal¨¢n Eugeni D'Ors, uno de los intelectuales espa?oles m¨¢s importantes del siglo XX, productor inagotable de an¨¦cdotas y comentarios ocurrentes. Y, sin embargo, Barack Obama deber¨ªa. Porque cuando uno lee d¨ªa tras d¨ªa el torrente de nombres anunciados, o por anunciar, de su nuevo equipo, le viene inmediatamente a la memoria la contestaci¨®n de D'Ors a aquel joven que quiso hacer un experimento con una botella de antiqu¨ªsimo champ¨¢n y termin¨® por derramar totalmente su valioso contenido. "Joven", dijo el pensador, "los experimentos con gaseosa". A pesar de su constante cantinela a lo largo de 21 meses de campa?a presidencial sobre el cambio necesario en Washington, Obama no ha querido, hasta ahora, utilizar la gaseosa y se ha quedado con el champ¨¢n.
Un an¨¢lisis detenido de los nombramientos de Obama nos retrotrae a la Administraci¨®n de Clinton
Naturalmente, nadie esperaba que se rodeara en su Administraci¨®n de caras desconocidas y sin curr¨ªculo. Eso s¨®lo ocurre con los Gobiernos, y las oposiciones, que quieren experimentar con gaseosa jubilando a la experiencia y as¨ª les va luego. Pero s¨ª se aguardaban algunos cambios de personalidades y de ideas. Ese cambio anhelado que le dio la victoria electoral, perfectamente resumido en las pancartas esgrimidas por sus partidarios en los multitudinarios m¨ªtines de campa?a, Change [cambio] y Yes, we can [s¨ª, podemos]. Pero un an¨¢lisis detenido de sus primeros nombramientos nos retrotrae, como poco, a los tiempos de la Administraci¨®n Clinton y a tiempos anteriores.
Joe Biden, el nuevo vicepresidente electo, lleva en el Senado de Washington cerca de 30 a?os. John Podesta, jefe del equipo de transici¨®n de Obama, fue director del gabinete de la Casa Blanca, uno de los puestos clave en el esquema presidencial americano, durante la presidencia de Bill Clinton. Para ese puesto, el presidente electo ha nombrado al influyente congresista Rahm Emanuel, que tambi¨¦n fue asesor de Clinton y a quien no se puede considerar precisamente un novato en el complicado esquema pol¨ªtico de Washington. Sigamos. El nuevo secretario del Tesoro, Timothy Geithner, hasta ahora presidente de la Reserva Federal neoyorquina, tambi¨¦n trabaj¨® para el Departamento del Tesoro en la Administraci¨®n dem¨®crata. El nuevo director del consejo econ¨®mico nacional, Lawrence Summers, fue el ¨²ltimo secretario del Tesoro de Clinton. Y el octogenario Paul Volcker, nuevo asesor principal econ¨®mico del presidente electo, desempe?¨® la presidencia de la Reserva Federal con dos presidentes, Jimmy Carter y Ronald Reagan.
Que nadie se confunda. Todos los citados son primeras figuras en sus respectivos campos. Pero no se puede decir que representen ese cambio anunciado. No son, precisamente, outsiders. Todos, en mayor o menor medida, pertenecen a ese establishment washingtoniano permanentemente fustigado por Obama (y por McCain) durante la campa?a. Son todos caras viejas, quiz¨¢s con ideas nuevas hasta ahora non natas. De ah¨ª la pregunta que el martes le dirigi¨® a Obama un periodista en Chicago: "?D¨®nde est¨¢ el cambio?". "Yo soy el cambio", fue la respuesta tajante del que pronto se convertir¨¢ en el 44? presidente estadounidense. H¨¢bil respuesta que no ha conseguido despejar las dudas que empiezan a provocar los nombramientos. Un peri¨®dico nada dudoso de hostilidad hacia Obama, el New York Times, se preguntaba el martes si Geithner y Summers aprender¨¢n de "sus errores pasados". "Ambos jugaron [en el pasado] un papel central en las pol¨ªticas que ayudaron a provocar la actual crisis financiera". Summers, como secretario del Tesoro, defendi¨® la ley que desregul¨® los llamados "derivados, los instrumentos financieros que han extendido las p¨¦rdidas financieras producidas por los pr¨¦stamos temerarios en todo el mundo". Los analistas recuerdan que Summers, Geithner y Peter Orszag, nuevo director de la oficina presupuestaria de la Casa Blanca, eran entusiastas partidarios de las teor¨ªas econ¨®micas llevadas a la pr¨¢ctica por Robert Rubin, otro secretario del Tesoro con Clinton y que se resum¨ªan en tres principios: presupuestos equilibrados, libre comercio y desregulaci¨®n financiera. Justo lo contrario de lo que ha defendido Obama. Claro que aqu¨ª se puede aplicar perfectamente la doctrina marxista (de Groucho, no de Karl). ?stos son mis principios, pero si no le gustan tengo otros.
Hasta aqu¨ª, los nombramientos anunciados a d¨ªa de ayer. Si se confirman los que circulan como seguros, el cambio seguir¨¢ sin aparecer en los puestos clave de la nueva Administraci¨®n. Hillary Clinton, Robert Gates -actual secretario de Defensa con George Bush-, Tom Daschle, ex l¨ªder dem¨®crata en el Senado, y Bill Richardson, ex embajador de Clinton en Naciones Unidas, no son precisamente unos reci¨¦n llegados a la capital federal. Tarea herc¨²lea para el nuevo presidente, si, como dijo el martes en Chicago, pretende ser no s¨®lo el timonel, sino tambi¨¦n la tripulaci¨®n del barco llamado Change.
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