Una mujer muy brava
Unas tres mil personas se aproximaban peligrosamente al edificio de los juzgados de Sevilla. Hab¨ªan atravesado las principales calles del centro. Un fuerte cord¨®n policial cortaba el paso a los manifestantes en el Prado de San Sebasti¨¢n. No hac¨ªa ni dos a?os que el dictador Franco hab¨ªa muerto. Las cosas no estaban para bromas. Un oficial se dirigi¨® a quienes encabezaban la marcha:
-Esto hay que disolverlo.
Un joven se le encar¨®:
-Aqu¨ª no se disuelve nadie. Queremos ir a los juzgados, presos o en manifestaci¨®n.
El polic¨ªa sopes¨® las posibilidades: entre el abigarrado grupo de j¨®venes se ve¨ªan banderas de los m¨¢s variados colores: comunistas, socialistas, anarquistas. Les dej¨® pasar. Alcanzaron su meta y expresaron su rechazo a una nefasta norma de la dictadura: la Ley de peligrosidad y rehabilitaci¨®n social. Aquella que castigaba hasta con cuatro a?os de c¨¢rcel a los homosexuales.
"La derecha quiere seguir educ¨¢ndonos con el catecismo en la mano"
"Cada persona tiene su propio proceso y sabe cuando tiene que salir del armario"
Corr¨ªa 1977. Sevilla presenciaba at¨®nita la primera marcha del orgullo gay que se organizaba en Andaluc¨ªa. Su promotor era Francisco Cambroll¨¦ Jurado, un joven de 20 a?os, l¨ªder del Movimiento Homosexual de Acci¨®n Revolucionaria (MHAR).
Tres d¨¦cadas m¨¢s tarde. En el altillo de Metal Street, una moderna tienda de ropa de la calle Sierpes, una mujer que ha sorteado el medio siglo, pero que conserva una piel tersa, una abundante melena casta?a y una estilizada figura, abre el ba¨²l de sus recuerdos. Su nombre es Mar Cambroll¨¦ Jurado. No es hermana de Francisco, el joven que hizo frente a la polic¨ªa, no. Es Francisco, pero en su verdadera identidad: mujer.
- A los seis a?os, ya me gustaba m¨¢s jugar con ni?as que con ni?os. A los doce, sal¨ªa de paseo con mis amigas, vestida con trajes que ellas me dejaban. Muchos ni?os ni lo notaban.
Esa es la historia de Mar: un error de la naturaleza. Una persona con alma de mujer, pero nacida con atributos de hombre. Su vida es la lucha por corregir ese error. El suyo y el de otros miles de personas con el mismo problema, desde la presidencia de la Asociaci¨®n de Transexuales de Andaluc¨ªa (ATA).
Hab¨ªa nacido en el seno de una humilde familia sevillana de cuatro hijos, vecina de las barriadas populares: Pol¨ªgono de San Pablo, Las Letan¨ªas. Con su certificado de estudios primarios en el bolsillo y poco m¨¢s de 13 a?os, Francisco era carne de ca?¨®n del mercado de trabajo infantil. Primera parada: Cafeter¨ªa C¨¢ceres. Guarda un buen recuerdo. Tanto que conserva cuidadosamente sus primeras n¨®minas: 1.703 pesetas al mes (poco m¨¢s de 10 euros). Dos a?os despu¨¦s es "aspirante administrativo" en unos almacenes. Gana 2.812 pesetas de sueldo. Su vida comienza a cambiar de manera irreversible.
En el autob¨²s coincide con un grupo de chavales del barrio afiliados a las Juventudes Obreras Cat¨®licas (JOC). Son los buenos tiempos de la iglesia de los pobres, cuando los curas obreros siembran en los suburbios la semilla de la rebeli¨®n contra la dictadura. Francisco se une al grupo.
-Veo la injusticia social que nos rodeaba. Un barrio sin escuelas, ni centros para j¨®venes; est¨¢bamos desasistidos.
En la JOC se encuentra con "personas abiertas y receptivas". Se alimenta de publicaciones antifranquistas: Cambio 16, El Correo de Andaluc¨ªa. Cae en sus manos un dossier sobre la homosexualidad que publica El viejo topo. "Encontr¨¦ la respuesta a muchas preguntas". Descubre que la homosexualidad no es "ni delito, ni enfermedad, ni perversi¨®n". En la JOC, cada uno realiza su apostolado en los c¨ªrculos que frecuenta: el barrio, la empresa, la universidad. "Yo planteo que mi campo de acci¨®n ser¨¢ el colectivo homosexual". Les explica que "la homosexualidad no es ning¨²n trastorno, sino una opci¨®n m¨¢s dentro de la sexualidad humana".
Lo entienden. Lo mismo que su familia va entendiendo y aceptando. "No tuve que comunicar grandes cosas a mis padres; el conocimiento es importante para razonar y racionalizar las ideas, pero hay un valor m¨¢s importante: el amor".
A la cita mensual en los locales de Acci¨®n Cat¨®lica del Palacio Arzobispal acuden cada mes m¨¢s de cuarenta j¨®venes. Francisco los ha captado en los bares de ambiente gay, el Quijote, el Charlot. En aquellas sagradas estancias naci¨® el Movimiento Homosexual de Acci¨®n Revolucionaria. ?Revoluci¨®n? ?Sexual o pol¨ªtica?
-Pol¨ªtica. ?ramos homosexuales de izquierda. Hac¨ªamos un an¨¢lisis marxista de la sexualidad. El capital se tiene que asegurar la ideolog¨ªa a trav¨¦s de la familia patriarcal, en donde el hombre juega el papel del Estado y la madre el de correa de transmisi¨®n de la familia.
Los grupos de ultraderecha les acosaban con palos de b¨¦isbol y cadenas. Pero tambi¨¦n los reg¨ªmenes socialistas persegu¨ªan la homosexualidad. La Uni¨®n Sovi¨¦tica, Cuba. "Porque las dictaduras tienen la necesidad de controlar la homosexualidad", responde tajante.
Ese mismo a?o, se enamora de un chico. La relaci¨®n dura 13 a?os. Para ganarse la vida, montan un tenderete en la Plaza del Duque en el que venden artesan¨ªas. El Ayuntamiento sevillano intenta frenar que el mercadillo se consolide en tan c¨¦ntrica plaza. Francisco encabeza la rebeli¨®n. Hay encierros en el Ayuntamiento. Tensi¨®n. Se gana el apodo de Paca la Brava. Ganan. El mercadillo sigue pujante, 30 a?os despu¨¦s.
All¨ª pas¨® diez a?os de su vida. Hasta que mont¨® su propia tienda. Y aunque la crisis golpea a todos, y ha tenido que ajustar su plantilla, Metal Street sigue vistiendo a j¨®venes de ambos sexos con ropa vanguardista, atendida por Mar y su marido. Su DNI ya registra su nombre femenino. Y hace 12 a?os fue "reasignada" genitalmente. ?Reasignar? Si, porque "es incorrecto hablar de cambio de sexo". M¨¢s tarde, se someti¨® a una segunda operaci¨®n, una mamoplastia.
En la Plaza del Duque, el campo de sus viejas batallas, posa con elegancia. Esta revoluci¨®n ya no la disuelve ni Dios.
"Tenemos derecho a ser operadas"
Mar Cambroll¨¦ es suave y educada. Pero inflexible si se trata de defender sus principios.
-La derecha no quiere que con dinero p¨²blico se hagan operaciones de reasignaci¨®n de sexo.
-?A lo mejor es que somos personas de tercera! Pago mis impuestos y mi seguridad social desde los 14 a?os. ?Por qu¨¦ no voy a tener derecho?
El Servicio Andaluz de Salud (SAS) es pionero en Espa?a en este tipo de tratamientos. Casi dos centenares de transexuales se han operado en la Unidad de Trastornos de Identidad de G¨¦nero, del Hospital Carlos Haya de M¨¢laga, desde que se abri¨® en 1999. ?Funciona bien?
-Ahora, p¨¦simamente. Hay m¨¢s de 150 personas en listas de espera, entre ellas, medio centenar de hombres transexuales que necesitan una histerectom¨ªa (extirpaci¨®n del ¨²tero) para evitar que se reproduzcan quistes...
Pero reconoce lo mucho que se ha avanzado. Y agradece al PSOE, partido con el que simpatiza, su pol¨ªtica de igualdad frente a la derecha "que nos quiere seguir educando con el catecismo en la mano".
Los Verdes la incluyeron en sus listas al Senado por Sevilla en las pasadas elecciones, y obtuvo 16.000 votos. Pero no quiere hacer carrera pol¨ªtica. Prefiere seguir defendiendo los derechos de los colectivos LGTB (lesbianas, gay, transexuales, homosexuales) en organizaciones como ATA, Girasol o la federaci¨®n espa?ola.
?Hay que obligar a la gente a salir del armario? No, responde Mar. "Cada persona tiene su propio proceso y sabe cu¨¢ndo tiene que salir". Otra cosa son los personajes p¨²blicos. A esos s¨ª hay que aplicarles el outing , como se hace en otros pa¨ªses. ?Lo har¨¢n en Espa?a?
Quiz¨¢, alg¨²n d¨ªa, con algunos pol¨ªticos. Pero sobre todo, con los curas: "Tienen una boquita muy larga y son los que m¨¢s tienen que callar".
Porque Mar no perdona la hipocres¨ªa.
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