Italia y la narraci¨®n de la realidad
Dicen que hasta la II Guerra Mundial la poes¨ªa tuvo m¨¢s prestigio en Italia que la novela, y que la novela domin¨® a partir de 1950. Superada la confrontaci¨®n entre lenguaje po¨¦tico y no po¨¦tico, novela y poes¨ªa se acercaron: comparten el gusto por la contaminaci¨®n ling¨¹¨ªstica, por el atrevimiento a pensar y decir lo impensable y lo indecible. Toda literatura est¨¢ en peligro de adormilarse, incapaz de decir nada que no se sepa de antemano, y Angelo Guglielmi, a mediados de los a?os noventa del pasado siglo, ve¨ªa una literatura italiana honradamente escrita, profesional-burocr¨¢tica, bien hecha, ni siquiera testimonio del mundo, que est¨¢ mal hecho. En el juego de evitar la placidez vac¨ªa andan los ochenta autores que van a Guadalajara, M¨¦xico, nacidos entre 1922 y 1982 (del napolitano Raffaele La Capria al turin¨¦s Paolo Giordano), representantes de una literatura muy universal y occidental, es decir, semejante a cualquier otra literatura angloamericana y europea.
Raffaele La Capria ha comparado la literatura con el salto mortal de un nadador. Escritores y nadadores buscan la perfecci¨®n en la construcci¨®n y ejecuci¨®n de un ejercicio que exige refinamiento t¨¦cnico y belleza. La Capria citaba a Faulkner: el m¨¦rito de una obra se mide por los riesgos de fracaso que el autor afronta, entre lo ef¨ªmero de su esfuerzo y la intenci¨®n de ser perdurable. Pero el autor de hoy participa de una cultura de lo fugitivo, publicitaria, perecedera, ocasional como una canci¨®n o un libro de moda, y el af¨¢n de perdurar se contradice con la desesperanza y la incredulidad en el presente y el futuro y el pasado. Gianni Vattimo (1936) ya propuso en los ochenta un pensamiento sin deseo de totalidades.
En 1980 apareci¨® el modelo mundial para buenas novelas con vocaci¨®n de best seller, El nombre de la rosa, de Umberto Eco (1932), novela hist¨®rica, medieval, policiaca, semi¨®tico-filos¨®fica, pastiche y parodia en serio. No queda claro, seg¨²n Eco, si el best seller de calidad es "novela de calidad que usa estrategias cultas" o "novela culta que se vuelve popular". Alessandro Baricco (1958) cuenta historias fabulosas que aspiran a la fascinaci¨®n del cine y a?oran la narrativa decimon¨®nica de marinos y viajeros, trenes, transatl¨¢nticos y aventureros en Oriente. Seda precede a su Il¨ªada en prosa moderna. Baricco ha fundado la escuela de escritores Holden, as¨ª llamada en homenaje al h¨¦roe de El guardi¨¢n entre el centeno.
Entonces el magnate Berlusconi y Forza Italia triunfaron en 1994 y 2001 para volver a triunfar hoy, con intromisiones temporales de centroizquierda. Actuaba entonces Manos Limpias contra la corrupci¨®n pol¨ªtico-empresarial, hacia la refundici¨®n de la Rep¨²blica, pero todo lo viejo se refundaba en lo nuevo: posfascismo, democristianismo-socialismo, forzaitalianismo. Susanna Tamaro (1957) escrib¨ªa Donde el coraz¨®n te lleve (1994), siete millones de ejemplares en 4 a?os, una nueva moral, de mujer, en primera persona, cat¨®lica: nueva sabidur¨ªa para tiempos nuevos, con la voz de una abuela para guiar a una nieta.
En 1980, a?o de El nombre de la rosa, publicaba otro libro mod¨¦lico Pier Vittorio Tondelli (1995-1991), Otros libertinos, historias de un diarismo fingido que pasa por verdad, amores homosexuales, literatura como vida y vida como arte. Era un anuncio de la literatura lanzada en la antolog¨ªa Juventud Can¨ªbal, de 1996, canibalizaci¨®n de lenguajes diversos, cibern¨¦ticos, tebe¨ªsticos, cinematogr¨¢ficos, de videojuego, literatura presuntamente iletrada que asume como tradici¨®n esencial y directa la repetitiva televisi¨®n de todos los d¨ªas, aunque hay tradicionalistas mani¨¢ticos que quieren conectar con Carlo Emilio Gadda (1893-1973) y Alberto Arbasino (1930) esta narrativa de desintegraci¨®n por acumulaci¨®n y despilfarro verbal, "supermercado de palabras", como dice Tommaso Ottonieri (1958). Uno de los h¨¦roes del movimiento, o del momento, Tiziano Scarpa (1963), se pregunta: ?qu¨¦ es la literatura? Y responde: "Un lugar donde se hacen comparaciones un poco extra?as".
El canibalismo ha admitido el desarrollo de una especie de ensayismo narrativo que quiz¨¢ tenga algo que ver con fil¨®sofos universitarios como el Maurizio Ferraris de Sans papier. Ontologia dell'attualit¨¤ y Dove sei? Ontologia del telefonino. Los j¨®venes can¨ªbales han sido tragados y digeridos en la jerarqu¨ªa oficial de la literatura italiana: Niccol¨° Ammaniti (1966), rey de la tribu, gan¨® en 2007 el Strega, premio que desde 1947, decidido por m¨¢s de 300 pr¨ªncipes electores de la cultura italiana, consagra en sociedad. Y el Strega de 2008 ha condecorado a Paolo Giordano (1982), un cient¨ªfico, antiguo alumno de la Scuola Holden de Baricco. El joven Giordano sentimentaliza el viejo canibalismo juvenil en La soledad de los n¨²meros primos, con sus personajes tatuados, heridos, anor¨¦xicos, matem¨¢ticos, gemelos, s¨®lo divisibles por s¨ª mismos y la unidad.
Autores excelentes reinventan sin fin il Giallo, la Serie Negra, realismo moral para una realidad gialla, amarilla, de ciudades que pueden ser amoralmente inmundas, Mil¨¢n, Bolonia, Tur¨ªn, N¨¢poles, Roma, y en las que resuena la pregunta de Jean-Patrick Manchette: ?c¨®mo impresionar con literatura, visto lo que pasa de verdad, en la calle? Andrea Camilleri (1925) cuenta en un italosiciliano tan imaginario como su imaginario pueblo de Vig¨¤ta la vida en tiempos del berlusconismo verdadero. Roberto Saviano (1979) present¨® a la Camorra en Gomorra como aceptado sistema econ¨®mico, y se ha visto atrapado en la trama, perseguido a muerte por sus terribles personajes. Novela criminal, del juez Giancarlo de Cataldo (1956), narra una guerra bandolera para conquistar Roma, del final de los setenta a los noventa. Novelas hist¨®ricas del presente.
Antonio Tabucchi (1943) public¨® Sostiene Pereira el mismo a?o de Donde el coraz¨®n te lleve. Pasaba de narrar el misterio de las cosas fugitivas a la cr¨®nica imaginaria del fascismo portugu¨¦s en tiempos de la Guerra Civil espa?ola. Recurrir a la historia daba peso hist¨®rico a la literatura. Hoy, por ejemplo, las novelas de Melania G. Mazzucco (1966) concilian historia e imaginaci¨®n: la narradora es la autora, investigadora de sucesos que afectan a sus antepasados. No se trata de que la ficci¨®n haya alcanzado un prestigio de veracidad, sino, probablemente, de lo contrario: su descr¨¦dito, o su fama de entretenimiento in¨²til y pesado, la obliga a presentarse como historia ver¨ªdica.
Pero fue el germanista Claudio Magris (1939) quien en 1986 ofreci¨® un nuevo modelo narrativo, Danubio (1986), narraci¨®n y ensayo, diario y novela, tesoro de f¨¢bulas y personas y curiosidades hist¨®ricas. Las naciones son invenciones mitol¨®gicas, fundamentalmente literarias, y existe un pensamiento literario italiano con creadores como Roberto Calasso (1941), que encuentra en la literatura un explorable mapa mitol¨®gico incesante y universal. Giorgio Agamben (1942) ha convertido en experiencia ¨¦tica del presente un posible pasado futuro que surg¨ªa en Auschwitz, y en una lecci¨®n universitaria, en Venecia, revelaba hace poco su visi¨®n del ser contempor¨¢neo como un estar inc¨®modos en lo actual, menos atentos a la luz que a la oscuridad del tiempo que toca vivir. De esa incomodidad respira hoy la poes¨ªa, en equilibrio sobre sus ceremonias m¨¦tricas tradicionales de otro tiempo, y de ahora, intempestivas siempre.
La 22? Feria Internacional del Libro de Guadalajara se abre hoy y se celebra en la ciudad mexicana hasta el 7 de diciembre. Italia es el pa¨ªs invitado en esta edici¨®n. www.fil.com.mx/
Novedades del invierno transalpino
Ayer. El rescate de la temporada es Las confesiones de un italiano (Acantilado), de Ippolito Nievo. Mil p¨¢ginas que, desde la perspectiva de un p¨ªcaro, narran la unidad de Italia, cuya cara menos heroica heredan los personajes de Vida en el campo (Perif¨¦rica), de Giovanni Verga. Y del siglo XIX al XX con La Historia (Gadir), de Elsa Morante, una novela coral que mezcla cr¨®nica grande y memoria ¨ªntima demor¨¢ndose en el fascismo y la Guerra Mundial. Lo mismo que Los peque?os maestros (Barataria), de Luigi Menenghello. Por su parte, Laura Pariani retrata en Dios no quiere a los ni?os (Pre-Textos) los ambientes deprimidos de la emigraci¨®n transalpina en el Buenos Aires de 1908.
Hoy. Si en todas las novelas contempor¨¢neas hay un muerto, en las italianas suele haber varios. Es el caso de Las sombras de Montelupo (La orilla negra), de Valerio Varesi, un periodista con comisario propio. Y una periodista es, precisamente, la encargada de resolver varios asesinatos de mujeres en Voces (Herce), de Dacia Maraini. En otro registro, Las alas de mi padre (Siruela), de Milena Agus, que mezcla amor y especulaci¨®n inmobiliaria en una Cerde?a que dormita. Y para estar bien despiertos: La historia no ha terminado (Anagrama), de Claudio Magris, una recopilaci¨®n de art¨ªculos en la l¨ªnea l¨²cida y racionalista del imprescindible Utop¨ªa y desencanto. J. R. M.
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