Larga noche en Bombay
La violencia pol¨ªtico-religiosa acompa?a a India desde su independencia. Pero estos atentados muestran una nueva faz del terrorismo en un pa¨ªs en franca emergencia. La implicaci¨®n paquistan¨ª ser¨ªa muy peligrosa
Vuelve el megaterrorismo a India, tras dos a?os de una intensa oleada de atentados que han azotado a todo el pa¨ªs, ciudad por ciudad. Una organizaci¨®n yihadista de probada ejecutoria ha dado una vuelta de tuerca m¨¢s al culminar la cadena de atentados precedentes y llevar a cabo una acci¨®n espectacular y novedosa, de grandes dimensiones en cuanto a recursos y medios, que evidencia el crecimiento exponencial del terrorismo antisist¨¦mico en India. Con el asalto nocturno y simult¨¢neo a centros emblem¨¢ticos de Bombay tambi¨¦n se ha puesto de manifiesto la insuficiencia en las medidas preventivas adoptadas hasta ahora por el Gobierno y los servicios de seguridad del pa¨ªs. Recordemos que ¨¦ste no es el primer 11-S que sufre India. Hace dos a?os la misma ciudad de Bombay padeci¨® la explosi¨®n de varios trenes que causaron la muerte de 200 personas, y a lo largo de 2008 ciudades como Jaipur, Delhi, Bangalore y Ahmedadbad han sido v¨ªctimas de esta cascada de matanzas que azota el pa¨ªs.
Cachemira, Pakist¨¢n y la situaci¨®n de los musulmanes en India son las claves de los atentados
Nueva Delhi acusa a los servicios secretos del pa¨ªs vecino de acoger y entrenar a terroristas
Ante la magnitud, e intensidad, de estos tr¨¢gicos acontecimientos era de esperar, antes de una cat¨¢strofe como la actual, que se diese una respuesta eficaz por parte de la clase pol¨ªtica, impulsando una pol¨ªtica de seguridad, especialmente en una ciudad como Bombay que por su importancia econ¨®mica y simb¨®lica est¨¢ destinada a ser un blanco privilegiado. India, un pa¨ªs vulnerable por lo abierto de su sociedad, y por los desplazamientos masivos de su poblaci¨®n, dispone de unas fuerzas policiales y de seguridad que, salvo contadas excepciones, carecen de los recursos y el personal necesarios. Parad¨®jicamente, el sofisticado nivel de desarrollo tecnol¨®gico y cient¨ªfico alcanzado por India desde la iniciativa privada, y que incluso exporta a Occidente, no ha llegado a una polic¨ªa con bajos sueldos y medios rudimentarios. Diagn¨®stico que tambi¨¦n se puede hacer extensivo a otros ¨¢mbitos estatales en los que la primac¨ªa del procedimiento burocr¨¢tico, los intereses administrativos y las complejas alianzas pol¨ªticas frenan la toma de decisiones que respondan a necesidades acuciantes. Por no hablar del alto grado de corrupci¨®n.
La violencia de car¨¢cter pol¨ªtico-religioso en India no es un hecho nuevo. Antes al contrario, acompa?¨® a su creaci¨®n como Estado moderno, con el asesinato de Gandhi a modo de emblema de los millones de muertos en la lucha comunalista que sigui¨® a la partici¨®n de 1947. Luego, la tensi¨®n no ces¨®, ni entre los dos Estados de India y Pakist¨¢n, en gran parte por la disputa sobre Cachemira, ni entre hind¨²es y musulmanes en la primera (ya que en Pakist¨¢n apenas quedaron hind¨²es). Pero en esta d¨¦cada se puede hablar de un nuevo terrorismo en una nueva India. Un nuevo terrorismo que ha salido de su confinamiento en la regi¨®n de Jammu y Cachemira para extenderse a lo largo y ancho del pa¨ªs, lo mismo en regiones gobernadas por los nacionalistas hind¨²es, como en las de alto desarrollo industrial, tipo Bangalore o Hayderabad, incluso en zonas de poblaci¨®n tribal, por ejemplo Assam. Adem¨¢s, cada vez m¨¢s los terroristas son j¨®venes musulmanes indios, procedentes de distintas regiones, e incluso de la di¨¢spora que vive en el extranjero, por contraste con el anterior predominio de militantes oriundos de Cachemira.
La India actual apenas es reconocible desde una perspectiva de hace 15 a?os, cuando el conflicto de Cachemira comenz¨® a intensificarse. Estamos ante la nueva India, la India "brillante" de que hablara el Partido Nacionalista Hind¨² en las pasadas elecciones, una sociedad que disfruta de una creciente y pr¨®spera clase media que mira con confianza y optimismo al futuro. Los datos parecen confirmar semejante optimismo. India se siente cada vez m¨¢s segura en el contexto internacional, es potencia nuclear, se muestra cada vez m¨¢s firme en su voluntad de responder a las demandas de su vecino Pakist¨¢n. Una India que en el disfrute de su crecimiento econ¨®mico no quiere verse salpicada por la inestabilidad que procede del pa¨ªs vecino, al cual no duda de cargar de responsabilidades por hechos como el atentado contra la Embajada india en Kabul, secuencia ahora repetida en la primera alocuci¨®n del primer ministro Manmohan Singh, al se?alar que "los terroristas vienen de fuera" y que "aquellos pa¨ªses vecinos que los acojan pagar¨¢n un precio por ello". Para mayor sobresalto del Departamento de Estado norteamericano, ocupado en preservar estrecha alianza con los dos hermanos enemigos y, por consiguiente, defensor de una colaboraci¨®n de Delhi e Islamabad frente a la amenaza creciente del terrorismo.
?ltima cuesti¨®n: ?qu¨¦ terrorismo y de qu¨¦ origen? El embajador norteamericano se mostr¨® en su entrevista del jueves visiblemente molesto por el tema, ya que no es seguro que la identificaci¨®n de los terroristas sea compatible con sus buenos deseos de amistad a partir de la masacre de Bombay. Efectivamente, las ¨²ltimas noticias de la prensa y de la polic¨ªa sobre la autor¨ªa de la red de atentados m¨²ltiples apuntan hacia Lashkar-e-Taiba (LeT), grupo fundado en Pakist¨¢n en la euforia de la derrota sovi¨¦tica sobre Afganist¨¢n, cuya primera raz¨®n de ser consist¨ªa en derrotar al Ej¨¦rcito indio en Cachemira y liberar a sus hermanos musulmanes. Si bien fue prohibido por Musharraf en el a?o 2002, Lashkar-e-Taiba, "el ej¨¦rcito de los piadosos", bajo la cobertura de una organizaci¨®n caritativa y "de predicaci¨®n", como su nombre indica (Jamaat-u-Da'wa), continu¨® extendiendo su ¨¢rea de influencia en Pakist¨¢n. El ¨¦xito de su empresa caritativa ilustra ya acerca de la complejidad de las relaciones entre pol¨ªtica y terrorismo en Pakist¨¢n (con unos servicios secretos, el ISI, siempre en la sombra de los acontecimientos tr¨¢gicos). Bajo la protecci¨®n del entonces presidente Musharraf, Jamaat-u-Da'wa se convirti¨® en un canal privilegiado de distribuci¨®n de ayuda humanitaria durante el terremoto que afect¨® a la Cachemira india y paquistan¨ª.
Por medio de su portavoz, la LeT se ha apresurado a negar toda implicaci¨®n en los sucesos. No es la primera vez que procede as¨ª, y ello es plenamente l¨®gico, ya que reconocer la autor¨ªa desde Pakist¨¢n ser¨ªa tanto como documentar la implicaci¨®n del Gobierno paquistan¨ª en los sucesos, con incalculables consecuencias. Ellos s¨®lo act¨²an en Cachemira, a?aden. Tengamos en cuenta que apoy¨¢ndose en el v¨ªnculo con Lashkar-e-Taiba, India responsabiliza al pa¨ªs vecino de acoger y entrenar a los terroristas que han actuado en los ¨²ltimos a?os. Acusaci¨®n grave para la propia supervivencia del Gobierno paquistan¨ª de Zardari.
De momento, la prensa india afirma que tres asaltantes detenidos han confesado su pertenencia a la LeT. De cualquier forma, por encima de las siglas hasta ahora manejadas, dif¨ªcilmente una organizaci¨®n nueva, sin experiencia, puede acometer un plan de acci¨®n tan complejo, que supone meses de preparaci¨®n, organizaci¨®n de transportes mar¨ªtimos y entrenamiento riguroso a los militantes. S¨®lo LeT cuenta con antecedentes fiables, tales como el asalto en 2002 al templo de Gandhinagar, seg¨²n apuntan portavoces de las fuerzas de seguridad indias. Y la fecha de los asaltos de Bombay coincide con las elecciones en Cachemira, en un clima de violencia e intento de boicoteo por parte de los sectores pro-Pakist¨¢n. Tampoco est¨¢n lejos las elecciones indias y desde un primer momento lo sucedido en Bombay ha servido para que el opositor BJP -nacionalista hind¨² radical, posible beneficiario en las urnas-, desde la discreci¨®n obligada, resalte que la alianza en el Gobierno "tiene mucho de qu¨¦ responder".
A fin de cuentas, lo importante es la grav¨ªsima incidencia de estos ataques terroristas sobre la vida pol¨ªtica y social en India y en Pakist¨¢n, que debieran estar en adelante unidos por la tragedia. Con unas u otras siglas, sirviendo aqu¨ª Cachemira de justificaci¨®n, como en otros lugares Palestina, el terrorismo de ra¨ªz islamista confirma su creciente peso militar y la precisa selecci¨®n de sus objetivos: ¨¦lites econ¨®micas occidentales, coraz¨®n tur¨ªstico y econ¨®mico de India, y, en fin, el Centro Jud¨ªo de Bombay, la Chabad House, signo de que los enemigos propios de la organizaci¨®n actuante, hind¨²es y jud¨ªos, se convierten con precisi¨®n matem¨¢tica en sus blancos.
Eva Borreguero es directora de Educaci¨®n de Casa Asia y profesora de Ciencia Pol¨ªtica en la Universidad Complutense de Madrid.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.