El arte de saber irse
Los conciertos de despedida acostumbran a deslizarse inevitablemente hacia el exceso sentimental, la lagrimita o, a¨²n peor, el melodrama. En el caso espec¨ªfico de los grandes astros de la l¨ªrica, se suelen convertir en toda una etapa de la carrera profesional que puede llegar a prolongarse durante cinco o seis a?os y dar lugar a espect¨¢culos pat¨¦ticos.
Alfred Brendel, de 78 a?os, 60 de ellos en los escenarios, uno de los grandes pianistas de las ultimas d¨¦cadas, se retira a finales de a?o, est¨¢ ofreciendo sus ¨²ltimos conciertos y, agradecido, quiso pasar por el Palau de la M¨²sica para despedirse del p¨²blico.
Brendel, que siempre fue un ejemplo de saber estar en el escenario, dio finalmente una gran lecci¨®n de saber irse de ¨¦l. En primer lugar porqu¨¦ se present¨® en perfect¨ªsima forma, sin un asomo de decrepitud, y en ning¨²n momento hizo falta apelar a la conmiseraci¨®n. Brendel es a¨²n un gran pianista en sentido absoluto. En segundo lugar, por la elecci¨®n de un programa sobrio y discreto, sin concesiones a la galer¨ªa, integrado por Haydn, representado por el Andante con variazioni Hob. XVII/6; Mozart, que vino con la Sonata n¨²m. 15 en fa mayor K. 533/494; Beethoven, encarnado en la Sonata Op. 27/1 'Quasi una fantasia', y Schubert, su amado Schubert, que ocup¨® en solitario toda la segunda parte con la gran Sonata D. 960.
ALFRED BRENDEL
Piano. Obras de Haydn, Mozart, Beethoven y Schubert. Temporada de conciertos de Iberc¨¤mera. Palau de la M¨²sica. Barcelona, 27 de noviembre
Brendel ha alcanzado la paz, su tocar es fundamentalmente sereno y "dice" las obras desde el afecto y el amor, y hasta en los pasajes agitados de Beethoven no hay agitaci¨®n, sino la narraci¨®n de una agitaci¨®n contada por un sabio que vive en paz. La culminaci¨®n de su arte se alcanz¨® en el andante sostenuto de la sonata de Schubert, all¨ª nos hizo dar cuenta de que en el fondo de aquellas notas habita, sin palabras, uno de los grandes lied de Schubert.
Al final Brendel nos ten¨ªa a todos entregados, rendidos a sus pies, y podr¨ªa haber montado a su alrededor una verdadera org¨ªa de efusi¨®n sentimental. En vez de ello, su prudencia, elegancia y sentido del pudor le hicieron optar por un discreto mutis, como si tuviera que regresar al a?o pr¨®ximo.
Hasta siempre, se?or Brendel. Honra usted a su profesi¨®n. Ha sido un placer y un honor haber recorrido un trecho del camino en su compa?¨ªa.
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