India y Pakist¨¢n enfr¨ªan su c¨®lera
Los hist¨®ricos rivales comienzan a darse cuenta de que tienen un enemigo com¨²n m¨¢s poderoso que sus ej¨¦rcitos - Islamabad pide calma y se muestra conciliador
India y Pakist¨¢n, enemigos hist¨®ricos, parecen estar llegando a la conclusi¨®n de que s¨®lo si unen sus fuerzas podr¨¢n luchar contra una amenaza mucho mayor que la de sus ej¨¦rcitos convencionales, el terrorismo. Nunca hasta la serie de atentados de esta semana en Bombay hubo pruebas tan contundentes de que los atacantes proced¨ªan del vecino pa¨ªs, pero en lugar de levantar las espadas a lo largo de sus casi 3.000 kil¨®metros de frontera, como sucedi¨® en 2002, los dos Gobiernos se han declarado dispuestos a cooperar en la lucha contra el mal com¨²n.
Con los dos pa¨ªses armados con bombas at¨®micas, sus Gobiernos han decidido esta vez analizar con frialdad los hechos. Seg¨²n Pakist¨¢n, lo sucedido en Bombay "es una copia" del ataque que en septiembre pasado destruy¨® el hotel Marriot de Islamabad y revela la larga mano de Al Qaeda en el subcontinente asi¨¢tico.
Para India, los atentados de Bombay, dirigidos en gran medida contra extranjeros, y en concreto contra ciudadanos de EE UU, Israel y Reino Unido, representan una nueva y peligrosa deriva de la violencia sufrida hasta ahora. Nueva Delhi, embarcado en un r¨¢pido proceso de crecimiento econ¨®mico que necesita de la inversi¨®n exterior para desarrollarse, no quiere convertirse en un escenario m¨¢s del yihadismo de Al Qaeda.
Con 150 millones de musulmanes, lo que le convierte en el tercer pa¨ªs del mundo con mayor n¨²mero de personas que profesan la fe de Mahoma, India es consciente de la desestabilizaci¨®n que le acarrear¨ªa la penetraci¨®n del yihadismo. Los expertos lo consideran un peligro de consecuencias incalculables para un pa¨ªs con diversas guerrillas activas y en el que existen algunos grupos radicales islamistas, como el ilegal Movimiento de Estudiantes Isl¨¢micos.
Adem¨¢s, despu¨¦s de tres guerras y a?os de m¨¢xima tensi¨®n, la sensible mejor¨ªa de las relaciones entre India y Pakist¨¢n, que ha permitido en este ¨²ltimo quinquenio la apertura de diversos pasos fronterizos, es bien acogida por la mayor¨ªa de la poblaci¨®n de los dos pa¨ªses. El recelo, sin embargo, persiste y los dos gobiernos son conscientes de que es muy f¨¢cil destapar la espita del odio. "Pakist¨¢n, murdabak. India, zindabad" -"Abajo Pakist¨¢n. Viva India"-, gritaba ayer un grupo de manifestantes que recorr¨ªa los lugares de los atentados de Bombay.
Pakist¨¢n, que atraviesa uno de los momentos m¨¢s dif¨ªciles de su historia, en parte por la desestabilizaci¨®n que le impone la talibanizaci¨®n de su frontera occidental, se ha esforzado en dar garant¨ªas a India de que el Gobierno no tiene nada que ver en el ataque a su vecino, si bien en el ¨²ltimo momento opt¨® por no enviar a rendir cuentas a Nueva Delhi al jefe de los servicios secretos paquistan¨ªes, el temido ISI, considerado un Estado dentro del Estado y al que India acusa siempre de estar detr¨¢s de quienes la atacan.
El ¨²nico yihadista capturado vivo en Bombay, el paquistan¨ª Ajmal Amir Kasab, declar¨® a la polic¨ªa que entr¨® en India por mar con los otros terroristas. Se embarcaron en un puerto paquistan¨ª tras haber sido entrenados en un campo de Lashkar e Toiba, la organizaci¨®n que lucha por la "liberaci¨®n" de la Cachemira india.
Esta regi¨®n, convertida en la patata caliente de la descolonizaci¨®n del imperio brit¨¢nico indio, sigue enconando las relaciones entre India y Pakist¨¢n despu¨¦s de haber desencadenado dos guerras, la primera el mismo a?o de la independencia de ambos pa¨ªses (1947). Dividida en dos partes por una l¨ªnea de alto el fuego que mantiene Naciones Unidas, millones de paquistan¨ªes siguen mirando a la Cachemira india, poblada mayoritariamente por musulmanes, como la regi¨®n robada y sometida a un gobierno de infieles.
En estos siete a?os en que EE UU ha dado al Ej¨¦rcito paquistan¨ª ingentes cantidades de dinero y armamento moderno para combatir a Al Qaeda y a los talibanes, India no se ha cansado de repetir que Islamabad estaba desviando parte de la ayuda militar para estar preparado para otra eventual guerra por Cachemira.
Aunque Islamabad ya ilegaliz¨® la organizaci¨®n Lashkar e Toiba tras el ataque al Parlamento indio en 2002, Pakist¨¢n reconoci¨® ayer que lo sucedido en Bombay agrava la tensi¨®n entre los dos pa¨ªses. Su ministro de Exteriores, Sha Mehmod Qureshi, hizo un llamamiento a la calma y pidi¨®, seg¨²n la agencia Reuters, comprensi¨®n en "estos sensibles momentos".
El presidente paquistan¨ª, Asif Al¨ª Zardari, conden¨® sin paliativos los atentados. Zardari, viudo de Benazir Bhutto, la ex primera ministra muerta en un atentado en diciembre pasado, tendi¨® a India la mano en estos d¨ªas de dolor. Sin embargo, est¨¢ claro que Nueva Delhi va a exigir ahora a Islamabad una acci¨®n contundente contra los yihadistas de Cachemira y en concreto contra Lashkar e Toiba. Para India, se ha acabado el tiempo de la lucha contra los talibanes mientras se apoya a grupos radicales cachemiros. Convertida tambi¨¦n en aliada de EE UU, tras la firma este a?o del convenio nuclear, Nueva Delhi va a exigir tanto a EE UU como a Pakist¨¢n que se trate a todos los yihadistas por igual.
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