"Si nos encuentra, nos mata"
Maximino Couto Dur¨¢n ten¨ªa un largo historial de episodios violentos - "Convirti¨® nuestra vida en un infierno", dice Herminia, su ex esposa
Herminia Buceta le abandon¨® hace 12 a?os, despu¨¦s de 22 de matrimonio, por malos tratos a ella y a sus cuatro hijos. Despu¨¦s tuvo otra pareja, pero el noviazgo, tambi¨¦n violento, s¨®lo dur¨® tres a?os, ella le dej¨®. Maximino Couto Dur¨¢n ten¨ªa un terrible historial de agresiones fuera incluso de su domicilio, en Mourente, una parroquia de Pontevedra. Los antecedentes eran, cuando menos, para estar alerta. Pero a este hombre de mal beber le concedieron un permiso en la c¨¢rcel y el s¨¢bado mat¨® en Ponte Caldelas a Mar¨ªa del Rosario Peso Andr¨¦, su actual novia, y fue a buscar a su ex mujer, la que le denunci¨® y lo llev¨® a la c¨¢rcel.
Sin ¨¦xito. Ella no estaba en casa. Estaba con su hijo en el domicilio de sus consuegros. "Seguimos teniendo miedo, c¨®mo no", dice Herminia.
"Convirti¨® nuestra vida en un infierno y ahora no entiendo c¨®mo le dejaron salir con todos sus antecedentes. Si nos encuentra, nos mata", afirma. "Que cumpla la condena completa".
La juez, que le acusa de un delito de homicidio consumado, de dos de tentativa de homicidio y de dos de lesiones, le envi¨® ayer a prisi¨®n de forma provisional, despu¨¦s de escuchar su declaraci¨®n. Escalofriante. Couto dijo que no ten¨ªa intenci¨®n de acabar con la vida de Mar¨ªa del Rosario, que ocurri¨® a causa de un forcejeo. Pero que s¨ª fue a por su ex mujer cuando vio que su novia ya hab¨ªa fallecido. Pens¨® que ya no ten¨ªa nada que perder si la mataba. A ella, y a su vecina, Concepci¨®n, a quien Couto ten¨ªa en su lista negra desde que sali¨® en los medios cuando ingres¨® en prisi¨®n por malos tratos. Ella evoluciona favorablemente. Su marido, Jos¨¦ Pi?eiro, est¨¢ grave.
Maximino Couto, constructor de 60 a?os e hijo del sastre de Mourente, "era como una fiera salvaje", explica su hijo Manuel, de 30 a?os.
"Pod¨ªa actuar como una persona normal, pero cuando le ven¨ªa el arrebato, por cualquier cosa, se pon¨ªa como loco".
Lo corroboran los que un d¨ªa fueron sus amigos.
De repente "pod¨ªa montar un Cristo por nada. Le pasaba, sobre todo, cuando beb¨ªa, y cada vez fue bebiendo m¨¢s, de modo que todos los amigos nos fuimos alejando de ¨¦l", afirma uno de ellos. Una muestra p¨²blica de su car¨¢cter violento la dio, hace unos 20 a?os, en la factor¨ªa de Ence, en Pontevedra, donde estaba empleado. Un encargado le despidi¨® por su car¨¢cter y a Maximino tuvieron que contenerlo por la fuerza cuando volvi¨® a por el encargado con intenci¨®n de clavarle unas tijeras.
La sentencia de separaci¨®n otorg¨® el uso de la segunda planta de la casa a la mujer con sus cuatro hijos. El resto qued¨® bajo dominio de Maximino, que al cabo de unos a?os llev¨® a vivir con ¨¦l a una novia. Convivieron unos tres a?os, hasta que la mujer se fue despu¨¦s de presentar una denuncia por malos tratos contra ¨¦l. Hace unos seis a?os, comenz¨® su relaci¨®n con Mar¨ªa del Rosario, viuda sin hijos, empleada de limpieza en el hospital Montecelo.
Couto ya hab¨ªa protagonizado otro suceso tr¨¢gico. Cuando ya estaba con los tr¨¢mites de separaci¨®n de Herminia, hace 12 a?os, arroll¨® con su coche, en Mar¨ªn, una moto en la que viajaba un joven matrimonio, que muri¨® en el accidente y dej¨® a una beb¨¦ hu¨¦rfana. Conduc¨ªa bebido, seg¨²n su hijo, pero consigui¨® que no le hicieran la prueba de alcoholemia. Le retiraron el carn¨¦ dos a?os. "Daba asco el desprecio con que hablaba de los muertos: 'Que se jodan', dec¨ªa", afirma Manuel.
La coexistencia de la familia escindida, Manuel con su nueva novia Mar¨ªa del Rosario en el piso de abajo, se fue haciendo cada vez m¨¢s tensa, con acusaciones y denuncias rec¨ªprocas. Dur¨® un par de a?os. Hace tres, como consecuencia de sus acosos, seg¨²n Manuel, ¨¦ste y su padre se enzarzaron en una pelea que les hizo rodar por las escaleras. Maximino acus¨® a su hijo de intento de parricidio, sin mayores consecuencias, salvo que ese incidente motiv¨® al juez para sentenciar el alejamiento de Maximino mientras sustanciaba la causa que llev¨® al hombre a la prisi¨®n de A Lama.
Couto se fue a vivir a Ponte Caldelas con Mar¨ªa del Rosario. En la parroquia de Tour¨®n, donde se domiciliaron, llevaban una vida discreta y aislada del resto del vecindario. "Saludaban como cualquier otro vecino al encontrarnos por la calle", disculpa uno. Tampoco lo ve¨ªan mucho, s¨®lo durante los permisos. Pero hab¨ªa conseguido romper las relaciones de Mar¨ªa del Rosario con sus hermanos, que en repetidas ocasiones intentaron prevenirla sobre la condici¨®n de "mala persona" de su pareja.
La orden de alejamiento envenen¨® tambi¨¦n las relaciones vecinales en Mourente, donde viven dos hermanas del homicida. Hasta ese momento, hab¨ªan mantenido el trato con Herminia Buceta y sus hijos, pero lo rompieron cuando la pareja tuvo que abandonar "la casa que sobre todo le pertenec¨ªa a ¨¦l", seg¨²n un vecino.
Todos se muestran remisos a comentar el caso para no escarbar en las diferencias vecinales, expuestas con la petici¨®n de firmas, por parte de Mar¨ªa del Rosario, para que excarcelaran a Maximino: unos firmaron y otros no.
En el ¨²ltimo a?o, seg¨²n Herminia, su ex marido obtuvo cuatro permisos. En uno de ellos, dice, sali¨® incluso sin la pulsera que controlaba su alejamiento. Por denunciarlo, le aumentaron un a?o la pena de c¨¢rcel, que conclu¨ªa inicialmente el pr¨®ximo d¨ªa 12. Esa circunstancia, y el rencor acumulado por haber sido expulsado de su casa, habr¨ªan alentado el tr¨¢gico periplo que acab¨® con la muerte de su novia en Tour¨®n. Se ignoran los motivos.
Por el camino, cargado el cinto con varios cuchillos, ya en Mourente, pidi¨® a una vecina anciana que le abriera la puerta porque quer¨ªa dejar un recado para Herminia: la acuchill¨® all¨ª mismo, a ella en la puerta, y a su marido, en el interior de la casa, tras buscarlo. Nunca le hab¨ªan hecho nada. Ensangrentado, forz¨® la puerta de la vivienda de su mujer con un pico, revolvi¨® las camas, buscando a alguien escondido debajo de ellas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.