La asociaci¨®n, clave de la seguridad europea
En el d¨ªa de hoy, con la reuni¨®n en Helsinki de sus ministros de Asuntos Exteriores, el proceso de la Conferencia sobre la Seguridad y la Cooperaci¨®n en Europa (CSCE) vuelve a sus or¨ªgenes. En su tiempo, este proceso ayud¨® a superar la confrontaci¨®n entre bloques. En 1990 desemboc¨® en la Carta de Par¨ªs. Quienes la firmaron abrigaban la esperanza de un orden de paz, justo y duradero, para Europa.
Como m¨ªnimo, desde la guerra librada en Georgia somos conscientes de lo lejos que estamos de esa meta. La desconfianza e incluso el viejo pensamiento confrontacional vuelven a estar presentes. Pero lo que sigue siendo cierto es que la seguridad y la estabilidad en nuestra casa com¨²n europea no se logran mediante el enfrentamiento. Por ello mantenemos nuestro objetivo de lograr un espacio de seguridad com¨²n desde "Vancouver hasta Vladivostok".
Son vitales los progresos en la no proliferaci¨®n nuclear y en la limitaci¨®n de armas estrat¨¦gicas
Obama pidi¨® en Berl¨ªn que se supere el pensamiento en las categor¨ªas de la guerra fr¨ªa. Sugiere una asociaci¨®n que abarque a todo el continente, incluida Rusia. Mosc¨², por su parte, aboga por un nuevo acuerdo de seguridad pan-europeo. Podr¨ªa acabar acord¨¢ndose una nueva asociaci¨®n en materia de seguridad. Un texto vinculante que proporcione el marco necesario para la seguridad y la acci¨®n comunes. Una nueva "Carta" que enlace con la de Par¨ªs y la renueve para el siglo XXI.
Ahora bien, lo anterior no caer¨¢ del cielo. Se ha perdido demasiada confianza, ha aumentado demasiado el sentimiento de distanciamiento. Por eso ahora necesitamos dar pasos inteligentes, y concretos, que permitan restablecer r¨¢pidamente la confianza. Y justamente dentro de nuestra vecindad oriental. En este contexto, todos est¨¢n llamados a asumir su responsabilidad. Rusia debe disipar el sentimiento de amenaza en sus vecinos. La UE deber¨ªa ampliar su pol¨ªtica de vecindad. La propuesta de "Asociaci¨®n Oriental" presentada por Polonia y Suecia constituye un impulso id¨®neo. Para la zona del Mar Negro y el sur del C¨¢ucaso necesitamos una iniciativa de estabilidad a gran escala. Para conseguir una arquitectura de seguridad s¨®lida es indispensable lograr avances en el control de armamentos y el desarme. Con la nueva Administraci¨®n estadounidense se brinda la oportunidad de un nuevo comienzo. Los controles de armamentos convencionales deben adaptarse a la nueva situaci¨®n de seguridad, sin por ello poner en entredicho la sustancia del Tratado sobre Fuerzas Armadas Convencionales en Europa (FACE). Son asimismo vitales los progresos en el ¨¢rea del desarme nuclear. No s¨®lo en lo que a la reforma del Tratado sobre la No Proliferaci¨®n se refiere. Por ese motivo es bueno que tanto Obama como Medv¨¦dev env¨ªen se?ales positivas en este sentido. Necesitamos urgentemente un acuerdo que suceda al primer Tratado sobre la Reducci¨®n y la Limitaci¨®n de las Armas Estrat¨¦gicas Ofensivas (START I), que expirar¨¢ a finales de 2009.
Otro asunto es el Consejo OTAN-Rusia, que deber¨ªa volver a celebrarse cuanto antes. Precisamente en aquellos momentos en que nuestras opiniones divergen es cuando necesitamos este ¨®rgano para dialogar. Es m¨¢s, deber¨ªamos ampliarlo a una plataforma de la cooperaci¨®n pr¨¢ctica con Rusia. Ya sea en la defensa antimisiles o la lucha contra la pirater¨ªa en el Cuerno de ?frica, ¨¢mbitos hay suficientes.
Por ¨²ltimo, el fomento de la confianza tambi¨¦n debe aquilatarse a nivel regional. En concreto, esto significa luchar por la soluci¨®n de los conflictos en Moldavia, Nagorno-Karabaj y Georgia. Las conversaciones sobre Georgia en Ginebra son un primer paso hacia un amplio proceso pol¨ªtico. Deber¨ªamos adem¨¢s reflexionar sobre las ¨¢reas en que la UE y la OSCE podr¨ªan participar de forma m¨¢s intensa para prevenir nuevas inestabilidades, como por ejemplo en Crimea.
Una pol¨ªtica de vecindad m¨¢s activa en el Este, el desarme y la soluci¨®n cooperativa de conflictos regionales: s¨®lo si se consigue renovar la confianza por medio de las mencionadas iniciativas podremos afrontar en un segundo paso el gran envite de una asociaci¨®n de seguridad para el siglo XXI. La base com¨²n deben ser los principios y valores que asumimos en el seno de la CSCE y la OSCE: los derechos humanos y la democracia, el Estado de derecho y la integridad territorial, la abstenci¨®n de recurrir a la amenaza o al uso de la fuerza, la misma seguridad integral para todos y la libre elecci¨®n de alianzas.
A fin de evitar dudas conviene se?alar que la UE, la OTAN y la OSCE siguen siendo pilares de la seguridad europea. Para seguir garantizando la seguridad en Europa de cara al futuro es indispensable disponer de un s¨®lido fundamento transatl¨¢ntico. Lo que hemos estado construyendo durante d¨¦cadas es irrenunciable. Pero tambi¨¦n hay que tener en cuenta las nuevas condiciones marco y las nuevas tareas. Para la OTAN necesitamos una especie de nuevo Informe Harmel -que en 1967 clarific¨® cu¨¢les eran las misiones de la organizaci¨®n-, un acuerdo b¨¢sico sobre el camino a seguir. Llevamos demasiado tiempo aplazando un debate abierto sobre tareas debido a la ampliaci¨®n y cuestiones relacionadas. S¨®lo podremos articular el futuro de la seguridad europea si nos planteamos estas preguntas abiertamente. Los europeos deber¨ªamos abordar esta tarea con determinaci¨®n: juntos, con nuestros socios estadounidenses, con nuestros vecinos orientales y con Rusia.
Frank-Walter Steinmeier es ministro alem¨¢n de Asuntos Exteriores.
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