Como humo se va
"Oh, Dios m¨ªo, c¨®mo quiero a mi camello", exclamaba Albert Pla en el estribillo de una canci¨®n que pon¨ªa m¨²sica a un poema de Pepe Sales y que podr¨ªa haber sido una oportuna elecci¨®n para acompa?ar los cr¨¦ditos finales de este ¨²ltimo producto salido de la productiva factor¨ªa de comedias Apatow. Por extra?o que parezca, una pel¨ªcula de Hollywood centra su atenci¨®n en uno de los lazos afectivos m¨¢s problem¨¢ticos que pueda concebir el habitual visitante de multisalas: el que se establece entre un individuo cualquiera y su suministrador de sustancias t¨®xicas para colocar la vida entre par¨¦ntesis. Ser¨ªa un buen material para un telefilme sensacionalista de sobremesa, pero, tal y como subraya el obvio t¨ªtulo en espa?ol, estamos ante una comedia. Quiz¨¢s para sumar algunos decimales al desconcierto, podr¨ªa afirmarse que, pese a puntuales explosiones de violencia lacerante -puesta al d¨ªa del eterno esp¨ªritu del slapstick-, Superfumados es incluso una comedia amable. Conviene aclarar, antes de que salten las alarmas moralistas, que no se detectan en el producto significativos ¨ªndices de toxicidad contracultural y/o desestabilizadora: en el fondo, los superfumados del t¨ªtulo no son m¨¢s que una modulaci¨®n cann¨¢bica de la pareja c¨®mica de toda la vida.
SUPERFUMADOS
Direcci¨®n: David Gordon Green.
Int¨¦rpretes: Seth Rogen, James Franco, Ed Begley, jr., Rosie P¨¦rez, Danny R. McBride, Gary Cole.
G¨¦nero: comedia. EE UU, 2008.
Duraci¨®n: 111 minutos.
En Superfumados destaca una de esas secuencias merecedoras de convertirse en momentos cl¨¢sicos del g¨¦nero: la larga conversaci¨®n entre el protagonista y su camello sobre variedades cann¨¢bicas, en la que es m¨¢s f¨¢cil detectar ecos de la precisi¨®n de parejas cl¨¢sicas como Bob Hope y Bing Crosby o Abbott y Costello que de las ca¨®ticas derivas de Cheech y Chong. Ah¨ª est¨¢ una de las claves de la pel¨ªcula: la recreaci¨®n nost¨¢lgica de la comedia fumeta partiendo del control, de la construcci¨®n, de una cierta geometr¨ªa.
L¨¢stima que, como casi todos los productos de la factor¨ªa Apatow, Superfumados acabe sucumbiendo a la autoindulgencia y a la hipertrofia, a pesar de que quien ocupa la silla del director sea alguien tan inesperado como el indie David Gordon Green.
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