'All Tomorrow's Parties' (mirando con Lupa)
Ultimo y perdurable destello del Festival de Oto?o en la memoria: Factory 2, del Narodowy Stary Teatr, en el Valle-Incl¨¢n. Por obra y gracia del todopoderoso Krystian Lupa, la Factory de la calle 47 East volvi¨® a abrir sus puertas, con sus paredes plateadas y el gran sof¨¢ central y esa gente tan extra?a tirada por los rincones, bailando y durmiendo y meti¨¦ndose de todo. Aqu¨ª est¨¢, de nuevo, la corte de Warhol, el autoproclamado monarca del underground neoyorquino (f¨®rmula W: un poco de Mekas, un poco de Lichtenstein, y el sentido promocional de Dal¨ª y Capote juntos): ante nosotros desfilan el bien amado Paul Morrisey, con su c¨¢mara, y el escudero Gerard Malanga, sin su l¨¢tigo, y el bello Ondine, con su sombrero de cowboy y sus botas de pl¨¢stico, y, ah, ah, la preciosa Eddie Segwick, los mejores leotardos negros desde Hamlet, la millonaria descarriada a la que Dylan dedic¨® Just Like a Woman y Lou Reed Femme Fatale y All Tomorrow's Parties, y por supuesto Viva y Ultraviolet y Nico, y Brigid Berlin, que en las pausas entre pintar pollas y chutarse hasta en el blanco de los ojos se carteaba con J. Edgar Hoover y la duquesa de Windsor, amigos de su papi, el jefazo de la cadena Hearst. Faltan muchos, claro: falta Joe Dallesandro, y Reed y sus compinches de Velvet, y Baby Jane Holzer, pero reconozco perfectamente esa atm¨®sfera: es la misma que flotaba, con todas las distancias y mucha menos droga, en el garaje de Antoni Padr¨®s mientras rodaba Look-Out o Shirley Temple Story (yo era un deslumbrado chaval entonces) o cuando Jacinto Esteva y su tropa preparaban Metamorfosis. Atm¨®sfera de deriva y de apocalipsis inminente (con nubes p¨²rpuras), y esa peculiar lasitud que dan a) la resaca alcoh¨®lica, b) el baj¨®n de anfetas y/o ¨¢cido o c) las tres cosas. Factory 2 se parece much¨ªsimo a All Things Must Pass, el triple ¨¢lbum de George Harrison: dos discos magistrales y uno de matute. En otras palabras: la funci¨®n, que cubre cuatro a?os de las vidas de Warhol y compa?¨ªa, desde el rodaje de Blow Job hasta el disparo de Valerie Solanas en 1968, dura ocho horitas, de las que sobran guapamente un par.
El dispositivo es c¨®mico, pero por su duraci¨®n se convierte en una tragedia feroz, maravillosamente pautada e interpretada
La primera parte, alternando sus famosos screentests con fragmentos de pel¨ªculas y un cent¨®n de mon¨®logos y di¨¢logos cruzados, tiene un tempo impresionante, muy warholiano pero tambi¨¦n muy austroh¨²ngaro, con la lentitud aterciopelada y funeral del Ludwig de Visconti. La modulaci¨®n es perfecta. Para decirlo a la manera de Dylan, comienza como Stuck Inside of Mobile y cuanto te das cuenta est¨¢s nadando en la lenta lava de Visions of Johanna. M¨¢s comparaciones, porque s¨®lo se lo puedo contar as¨ª: acaba ese primer tercio con la incre¨ªble danza ritual de un bailar¨ªn tibetano (Tomasz Wygoda) que se ha tra¨ªdo a Ultraviolet (Urszula Kiebzak) y todos le contemplan como cuando los protagonistas de La Dolce Vita se topaban en la playa, al amanecer, tras una noche sin dormir, con aquel pez luna casi extraterrestre. Segunda parte: cambio de tempo y de tiempo. Han pasado dos a?os y asistimos a cuatro d¨²os. En el primero, Viva (Malgorata Hajewska), la m¨¢s sensata de la panda, le canta la ca?a a Warhol (Piotr Skiba) por no enderezar el despendolado ambiente de la Factory y, sobre todo, por permitir la politoxicoman¨ªa de Edie Segwick.
En el segundo, Lupa nos cuenta el imaginario romance de Edie con Morrisey (ella estaba entonces colgad¨ªsima de Dylan) alternando la proyecci¨®n de una pel¨ªcula a¨²n m¨¢s imposible y a ellos dos contempl¨¢ndola y hablando desde la cama, en escena, cuando ya todo ha acabado. Lupa dijo que con Factory 2 quer¨ªa hacer "la pel¨ªcula que Warhol no hizo", pero lo que le sale, pasmosamente, es puro Cassavetes. Todo ese pasaje, a cargo de los descomunales Zbigniew Kaleta (Morrisey) y Sandra Korzeniak (Edie) parece salido de Shadows y ser¨ªa una obra espl¨¦ndida por s¨ª sola: dos amantes cara a cara, dici¨¦ndose al fin todo lo que no hab¨ªan dicho, abraz¨¢ndose, rechaz¨¢ndose, mientras Tim Buckley (Sweet Surrender) y Nina Simone (Wild Is the Wind) a¨²llan como coyotes alrededor de la fogata extinguida. ?Fin? No, todav¨ªa hay un piso m¨¢s alto, donde reencontramos a Brigid (Iwona Bielska) lanzando un mon¨®logo alucinado: est¨¢ sola en casa, las drogas le han reventado la cabeza, se ha convertido en una obsesiva-compulsiva y llama a Warhol, y le cuenta minuciosamente sus rituales de limpieza dom¨¦stica para o¨ªrse hablar, para saber que hay alguien al otro lado, para no caer en el vac¨ªo absoluto. Y Warhol la escucha como quien escucha cada d¨ªa a la misma hora la misma salmodia de una madre loca, mientras intenta trabajar, y acaba pintando un cuadro detonado por esa locura: el dispositivo es c¨®mico pero por su duraci¨®n se convierte en una tragedia absoluta, feroz, maravillosamente pautada e interpretada. Luego salimos al vest¨ªbulo del teatro y, sorpresa, Brigid/Bielska sigue all¨ª, en un escaparate/pecera: no era una filmaci¨®n previa sino simult¨¢nea, se estaba rodando y proyectando mientras lo ve¨ªamos. Esos cuatro juegos de dobles bastar¨ªan para saciar la gazuza teatral del m¨¢s carpanta durante varias temporadas.
La funci¨®n pod¨ªa haber acabado ah¨ª, pero acaba, dos horas m¨¢s tarde, con lo dicho: el equivalente del Out of the Blue de Harrison. Material adicional, descartes que no suman. Volvemos atr¨¢s, a los d¨ªas del rodaje de Chelsea Girls. Otro mon¨®logo, interesante pero falto de fuelle, a cargo de Nico (Katarzyna Warnke) tratando de comunicarse con el silencioso bailar¨ªn tibetano mientras le filma, y un retrato de las muy parlanchinas estrellas de la peli (Holly Woodland, Candy Darling, Jackie Curtis), y de postre, Ondine (Adam Nawojczyk) reinventado su rol de Papa de Roma estilo Lenny Bruce: gracioso, con mala baba, pero tambi¨¦n muy cara B. La ceremonia se cierra con una foto de grupo y el disparo de la loca Solanas (en off) clausura la ¨¦poca, y los pajaritos que han sobrevivido al paseo por el lado salvaje alzan la cabeza y cantan lo ¨²nico que se puede cantar tras un apocalipsis: "Du, dur¨², dur¨², du-du-rud¨², dur¨², dur¨²...".
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