Una ciudad-c¨¢ncer insostenible
Desde que se present¨® el Plan Rabassa la cr¨ªtica fue masiva, sorprendiendo a los que confiaron en el letargo de una ciudad cautiva y desarmada ante los caprichos del PP y de otros piratas de la coyuntura y la ausencia de una oposici¨®n firme. El Plan Rabassa se convirti¨® en un s¨ªmbolo: la l¨ªnea que no pod¨ªa traspasarse sin pagar un alto precio en imagen y prestigio. Era tan alta la apuesta que ante su desmesura s¨®lo cabe la sospecha, fundada en tantos ejemplos, de acuerdos oscuros adoptados a media voz. Las objeciones formuladas, refrendadas por expertos y por la Sindicatura de Greuges, son m¨²ltiples. Podemos resumirlas: A) Genera desequilibrios urbanos: no s¨®lo plantea dudas t¨¦cnicas, sino que, adem¨¢s, favorecer¨¢ que se vac¨ªen barrios consolidados para poblar la zona. B) Ninguna l¨®gica democr¨¢tica puede admitir que se entregue tanto territorio a un grupo de empresarios liderados por quien ya controla muchas obras y servicios en la ciudad, cuando podr¨ªa haberse repartido en varias unidades que hubieran permitido una mejor adecuaci¨®n a las necesidades reales y haber diversificado el uso del suelo. C) Hay dudas sobre la legalidad de algunas decisiones: ausencia de informes de la CHJ, incumplimientos de normas de competencia o la aprobaci¨®n al margen del PGOU, incluido el que ahora se tramita, en el que figura como "en ejecuci¨®n", cuando ni siquiera est¨¢ aprobado.
Pero la crisis econ¨®mica pone dram¨¢ticamente de relieve otras cuestiones. El Plan es una demostraci¨®n de c¨®mo una forma de entender la ciudad ha ayudado al desastre... y de c¨®mo se quiere perseverar en ella. Como la econom¨ªa alicantina, entregada a la fantasmagor¨ªa inmobiliaria como ¨²nico motor, se ha debilitado profundamente, tiene sentido la pregunta sobre qui¨¦n demandar¨¢ viviendas: ?se van a construir miles de casas sin comprador, cuando adem¨¢s habr¨¢ un relativo par¨®n demogr¨¢fico?, ?se va a generar empleo en estas condiciones? Obviamente no. Lo que hace m¨¢s repugnante el uso, por parte del empresario adjudicatario y del PP local, de necesidades humanas b¨¢sicas como reclamo publicitario. En la pr¨¢ctica lo que significa esto es el crecimiento de una ciudad-c¨¢ncer insostenible, dentro del cuerpo de Alicante: por largo tiempo ser¨¢ un espacio vac¨ªo, que, sin embargo, habr¨¢ que tener en cuenta para algunas inversiones p¨²blicas, pero, sobre todo, que se reserva para que un se?or haga negocios cuando cambie el ciclo. Hay que carecer de verg¨¹enza para defender esta alternativa tan soezmente insolidaria. ?Tendr¨¢ esa verg¨¹enza el consejero Garc¨ªa Ant¨®n, el mismo que pide cambios en el urbanismo valenciano, para parar la aberraci¨®n?, ?o el Plan Rabassa acabar¨¢ siendo otra urbanizaci¨®n conocida en Bruselas, otro ejemplo de arbitrariedad y mal gobierno? Por si acaso, los recursos ya est¨¢n preparados. Stop al Plan Rabassa.
Manuel Alcaraz es profesor de Derecho Constitucional de la Universidad de Alicante y presidente de la Plataforma de Iniciativas Ciudadanas.
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