Casi como ayer

El texto de Ana Diosdado, de los a?os ochenta, ten¨ªa como una carga antifranquista, quiz¨¢s regeneracionista, que ahora se pierde, como es natural, pese a que los problemas de los j¨®venes siguen siendo los de siempre. Un reparto en el que figuran algunos int¨¦rpretes estupendos de series y programas televisivos da cuerpo y voz a las presencias que la autora tal vez imagin¨® de una forma algo m¨¢s austera; quiero decir que eso sale ganando, la persistencia de su obra y de los asuntos que all¨ª se planteaban. El problema es que de la juventud que pint¨® en su d¨ªa la autora queda bien poca cosa, al que se a?ade el misterio de la resurrecci¨®n esc¨¦nica de una obra de la que ya no se acordaba casi nadie.

El argumento, que aqu¨ª se sigue en casi dos horas de representaci¨®n, es algo intrincado, pero vale la pena resumirlo sin desvelar sus secretos. Una pareja de j¨®venes vive a su aire, el chico quiere formar un grupo musical, irrumpe en el asunto una hermana mayor de la chica, reci¨¦n separada de su marido, y tambi¨¦n lo har¨¢ su marido, el d¨ªa mismo en que el chico tiene una importante cena con un productor musical. Una cena que convocar¨¢ a todos los personajes y que funcionar¨¢ como una especie de catarsis marcando en sus vidas un antes y un despu¨¦s del acontecimiento. Vale.

Un espacio esc¨¦nico muy funcional de Ana Garay acoge las interpretaciones m¨¢s esperadas por el p¨²blico, las de Antonio Hortelano y Elena Furiase, que cumplen sin problemas con un cometido, que tiene sobre todo la funci¨®n de hacer rodar sobre el escenario la experiencias reci¨¦n adquiridas de unos actores a los que, como a la mayor¨ªa de personajes que interpretan, les falta un punto de madurez, y tal vez alguna cosa m¨¢s. Ya lo obtendr¨¢n.