La ocultaci¨®n de la mierda
La tortura es un crimen execrable. Es la negaci¨®n de la humanidad del otro, que pone en crisis cualquier idea de comunidad. Dec¨ªa Avishai Margalit que una sociedad decente es aquella en la que las instituciones no humillan a los ciudadanos. Una sociedad que acepta la tortura es una sociedad indecente. Una sentencia de la Audiencia de Barcelona ha condenado a tres mossos d'esquadra a seis a?os de c¨¢rcel por un delito de tortura. La sentencia es recurrible, y los afectados van a apurar todas las v¨ªas. Y en el caso de que hubiera indicios claros de que los hechos no se corresponden con el relato de los jueces, la Consejer¨ªa tendr¨ªa motivos para acompa?arles en el recurso. Montserrat Tura, la consejera en ejercicio cuando ocurrieron los hechos, ha abundando en la tesis del error judicial y ha asegurado que los resultados de una investigaci¨®n interna que ella orden¨® no concuerdan con lo descrito en la sentencia. Toda sentencia es susceptible de ser criticada y de ser anulada en una instancia superior. Pero un responsable pol¨ªtico, con relaci¨®n tan directa con los hechos, debe ser consciente de que su cr¨ªtica le compromete institucionalmente. Si los tribunales ratificaran la sentencia, Tura quedar¨ªa en una posici¨®n francamente delicada. De momento lo que hay es una sentencia judicial condenatoria, no una simple imputaci¨®n, que habla adem¨¢s de "extrema crueldad" en la actuaci¨®n de los agentes. Parece razonable la separaci¨®n inmediata del servicio.La sentencia ha sido aprovechada desde algunos sectores de la prensa espa?ola para convertirla en un proceso a los mossos d'esquadra y a su costosa implantaci¨®n. Cuando se regala munici¨®n, siempre hay gente dispuesta a utilizarla. Ni cabe sorprenderse por ello, ni cabe usarlo como coartada para disminuir la relevancia del crimen. Adem¨¢s, la sentencia ha contribuido a enrarecer el ambiente entre los jueces y la polic¨ªa auton¨®mica, con un nada edificante cruce de cr¨ªticas y acusaciones que s¨®lo sirve para dar argumentos a los que levantan la sospecha de falta de neutralidad de la justicia. Al mismo tiempo, esta semana se ha conocido un nuevo caso de abusos en la actuaci¨®n de unos agentes de la polic¨ªa auton¨®mica que completa una lista que ya empieza a ser larga.
Este panorama ha dado pie a que algunas personas de cultura nacionalista apuesten por una defensa numantina de los mossos. Mientras, en la izquierda predomina un silencio que no resiste la comparaci¨®n con la agitaci¨®n organizada en otros casos que todos recordamos.
La idea que algunos nacionalistas tienen de que hay una especie de conspiraci¨®n impl¨ªcita contra Catalu?a en casi todos los ¨¢mbitos institucionales y medi¨¢ticos espa?oles no puede ser coartada para mirar a otra parte cuando ocurren cosas desagradables en las instituciones catalanas. Los catalanes, independientemente de lo que digan los enemigos, tenemos derecho a una polic¨ªa decente. Me parece que la ¨²nica v¨ªa democr¨¢tica de defensa es clarificar los casos de tortura y abusos que haya habido y que puede haber en el futuro, como los hay en todas las polic¨ªas, y sancionar y expulsar a las personas que los han cometido. Cerrar filas en nombre del odio de los enemigos de la naci¨®n, aparte de retrotraernos a la forma de tratar estas cosas en otro tipo de reg¨ªmenes y sistemas, es puro oscurantismo. Aun en el caso de que el denunciante odiara a Catalu?a, la tortura ser¨ªa igual de execrable. Y la obligaci¨®n de los ciudadanos catalanes, y especialmente de sus responsables pol¨ªticos, es repudiar rotundamente este tipo de actividades. La raz¨®n patri¨®tica -curiosa contradicci¨®n en los t¨¦rminos- nunca deber¨ªa amparar el crimen.
En los a?os setenta se dec¨ªa del Gobierno de Allende en Chile: "Este Gobierno es una mierda, pero es el nuestro". Tengo la sensaci¨®n de que algunos est¨¢n parafraseando el eslogan: "Esta polic¨ªa es una mierda, pero es la nuestra". Es la miseria de la izquierda que calla porque gobiernan los suyos. Es la perversi¨®n del ideologismo, en este caso nacionalista. El nacionalismo como ocultaci¨®n de la mierda: una cultura kitsch. La nuestra: ?de qui¨¦n? ?Hasta d¨®nde alcanza este posesivo? El sentimiento de posesi¨®n por encima del juicio de la raz¨®n. Porque es la nuestra, todo le est¨¢ perdonado. La m¨¢s elemental ambici¨®n como pa¨ªs deber¨ªa conducir al razonamiento contrario: porque es la nuestra, tenemos que exigir que est¨¦ entre las mejores. Y no es admisible que haya un solo torturador en ella. La polic¨ªa auton¨®mica se defiende excluyendo a los que la deshonran. Ocultando la mierda s¨®lo se la deshonra. Y con ella, al pa¨ªs entero.
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