Silencio de muerte en Azpeitia
Los vecinos de Ignacio Uria s¨®lo lamentan su asesinato en c¨ªrculos reservados - Los carteles proetarras han sido tapados por otros de recuerdo al empresario
La rabia y el dolor no deben ser iguales cuando matan "a uno de los nuestros". En Azpeitia se lamentan estos d¨ªas, siempre en c¨ªrculos muy reservados, por la elecci¨®n que hizo ETA de su ¨²ltima v¨ªctima, Ignacio Uria, de 71 a?os, un trabajador y empresario a la vez que estaba reciamente vinculado con su gente. "Era un hombre del pueblo, muy conocido y bueno. ?Qu¨¦ m¨¢s se puede decir?". Se acaban las palabras de esta vecina. Azpeitia es un pueblo de pocas palabras, sobre todo cuando est¨¢ en pleno duelo y acaban de asesinar a alguien que siente suyo.
Pero ni siquiera circunstancias tan fatales como ¨¦sta consiguen cambiar demasiado las cosas. La actividad sigue su curso habitual. No hay pintadas en las calles, pero los seguidores de los terroristas tienen instalado en pleno casco urbano, a unos 10 metros de la casa consistorial, una suerte de santuario etarra. Es un local acristalado en cuyo interior est¨¢n colocadas las fotograf¨ªas de m¨¢s de una decena de miembros de ETA nacidos en la villa. Desde ese lugar se puede divisar una gran ikurri?a con un cresp¨®n negro que cuelga a media asta desde la balconada consistorial. "Le hemos pedido al alcalde que la coloque en se?al de duelo", afirma Juli¨¢n Eizmendi, ex alcalde y portavoz municipal del PNV.
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"Nos hemos acostumbrado a vivir el luto, y ah¨ª se acaba todo"
"Es un pueblo muy cerrado en s¨ª mismo y endog¨¢mico"
Se han colocado carteles impresos en las calles m¨¢s c¨¦ntricas por el asesinato de Uria y retirado los que hab¨ªan desplegado los radicales llamando a una protesta por la extradici¨®n del etarra Javier Agirre, que fue devuelto el mismo d¨ªa que sus amigos terroristas segaron la vida del constructor.
Azpeitia rumia a estas horas una muerte vil y criminal. "Esto es horroroso. No podemos quitarnos esta lacra", consigue expresar una ciudadana mayor. No hay muchas personas que quieran dar su testimonio a un periodista y, menos a¨²n, identificarse. Es lo com¨²n en el Pa¨ªs Vasco en estas ocasiones luctuosas, pero se da especialmente en Azpeitia, un municipio caracterizado por ser muy cerrado.
El nacionalismo vasco hace las digestiones muy r¨¢pido. "Nos han acostumbrado a vivir intensamente los d¨ªas de luto y condolencia, pero ah¨ª se acaba todo. A la semana siguiente se va apagando porque le parece excesivo y se le puede volver en contra. As¨ª ocurri¨® tras el asesinato de Miguel ?ngel Blanco". Es el testimonio de un intelectual, declarado azpeitiarra por los cuatro costados y comprometido con la libertad del Pa¨ªs Vasco.
Azpeitia ha repetido el ritual que sigue a cada atentado: un cad¨¢ver fr¨ªo, una conmoci¨®n social, la unidad de los dem¨®cratas y una multitudinaria manifestaci¨®n. En medio del recogimiento y el silencio m¨¢s absoluto, el recuerdo de Uria sigue a¨²n muy fresco. Aunque no para todos. En una de las calles que llevan a la plaza del pueblo, donde los radicales tienen su herriko taberna (el bar del pueblo), no han retirado el arrano beltza (¨¢guila negra) una bandera que simboliza para el mundo violento la independencia vasca. All¨ª, la actividad contin¨²a como si no hubiera pasado nada, cuando por su fachada pasan los escoltas que anteceden a los pol¨ªticos amenazados de muerte que se dirigen al velatorio para consolar a la familia de Uria.
Todo esto ocurre en una localidad que en un tiempo fue una importante plaza feudal y la cuna de san Ignacio de Loyola, vasco universal. Hoy goza de una potente industria metal¨²rgica y maderera, aunque mantiene su car¨¢cter eminentemente rural. La floreciente actividad econ¨®mica ha convertido al municipio en uno de los m¨¢s ricos de la provincia. Hace unos a?os presum¨ªan de ser el pueblo de Espa?a con m¨¢s coches Mercedes per c¨¢pita. Ahora es la principal colonia en Zarautz -a 25 kil¨®metros-, donde muchos tienen fijada la segunda residencia para el verano.
Pero el rasgo m¨¢s distintivo es su sentimiento euskaldun: "Somos vascos hasta la m¨¦dula", dicen. La lengua ha sido el principal nexo de uni¨®n, incluso entre nacionalistas de diferente afiliaci¨®n. El euskera est¨¢ por encima de todo; el castellano es un registro extranjero.
De las 30 localidades de Guip¨²zcoa con m¨¢s de 5.000 habitantes, Azpeitia es la ¨²nica donde los partidos no nacionalistas est¨¢n fuera del Ayuntamiento. Los 17 concejales son nacionalistas -ocho del PNV, seis de ANV, dos de EA y uno de Aralar-. Es el reflejo exacto de "un territorio muy cerrado en s¨ª mismo, con algunos tintes endog¨¢micos y muy nacionalista", dice un ex dirigente local.
Un municipio de nacionalistas "en permanente confrontaci¨®n entre abertzales". Ataques a las sedes del PNV, agresiones a un ex alcalde peneuvista... En los foros locales se ha abierto un cruce de descalificaciones entre ambos bandos, unos para apoyar al alcalde, I?aki Errazkin, de ANV, quien el mismo d¨ªa del atentado no quiso condenar la acci¨®n de ETA, y otros para acusarle de fascista y desearle la c¨¢rcel.
La confrontaci¨®n es en todas direcciones. El PNV maldice de EA y viceversa. As¨ª que este partido no tuvo empacho de apoyar a ANV para entregarle en bandeja el poder municipal. Ahora puede ocurrir que los nacionalistas dem¨®cratas, llevados por sus rencillas, no se pongan de acuerdo para sacar a los violentos de la alcald¨ªa.
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