Venecia y el capitalismo
Como met¨¢fora primaria de las dificultades del capitalismo, no est¨¢ nada mal: Venecia, la Rep¨²blica que domin¨® el comercio mundial en el Quattrocento con sus 3.000 nav¨ªos comerciales y 300 buques de guerra, el archipi¨¦lago flotante de colonias confederadas que vio la infancia de Marco Polo y acogi¨® la crueldad vacilante de Shylock, amaneci¨® anegada el lunes pasado a causa de las lluvias y del siroco del sur.
No cabe paradoja mayor que la inundaci¨®n de la ciudad construida y vivida sobre el agua. Los venecianos m¨¢s osados caminaban sumergidos hasta la cadera. El nivel del agua subi¨® 1,56 metros y la ciudad qued¨® paralizada con el agua por la cintura.
No es un caso excepcional; el acqua alta llegar¨¢ de vez en cuando en tanto no se construyan las esclusas, largo tiempo prometidas, para cerrar el paso a las crecidas. Excepcional fue, por el contrario, el fen¨®meno registrado en el siglo XVI. A causa de un terremoto, durante dos horas se sec¨® el Gran Canal, la calle acu¨¢tica "m¨¢s bella y mejor construida del mundo", seg¨²n el at¨®nito embajador franc¨¦s Philippe de Commines. Durante dos horas, Venecia dej¨® de ser la ciudad en la que los buitres son los gatos.
Venecia se hunde poco a poco; el lecho de la laguna sobre el que se asienta la ciudad ha cedido 23 cent¨ªmetros desde 1900; y seguir¨¢ hundi¨¦ndose. Lo explic¨® Paul Morand, infectado por la magia veneciana: "Como una vieja con sus muletas, Venecia se apoya en un bosque de estacas".
Pueden afilarse met¨¢foras menos primarias con la econom¨ªa de mercado, como signo ominoso de estos tiempos atribulados para la econom¨ªa mundial. F¨¦lix de Az¨²a fabric¨®, no se sabe si involuntariamente, una muy l¨®brega: "Sus palacios han provocado admiraci¨®n un¨¢nime, pero son meros decorados teatrales, finas l¨¢minas de m¨¢rmol que recubren oscuros e insalubres caserones".
Los decorados ya no pueden ocultar por m¨¢s tiempo las grietas h¨²medas del interior. El firme se mueve bajo los pies y se necesitan m¨¢s pilastras para ese bosque l¨®brego y carcomido que cartografiaron Leonardo da Vinci en Venecia y los bancos de inversi¨®n en Wall Street.
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