Ojo por ojo en Ir¨¢n
El integrismo religioso alimenta una justicia vengativa incluso contra menores
El integrismo religioso que sustenta y modela al r¨¦gimen iran¨ª no s¨®lo inspira un sistema penal vulnerador de derechos de la persona, como el castigo incluso con pena de muerte de las relaciones homosexuales, sino que alimenta una justicia vengativa que no perdona siquiera a los menores. En la actualidad, 150 adolescentes iran¨ªes esperan en las c¨¢rceles la hora de su ejecuci¨®n por ahorcamiento. No s¨®lo eso: en algunos casos, la pena de muerte, en s¨ª misma repulsiva y m¨¢s si se aplica a menores, responde exclusivamente al deseo de venganza de la familia de la v¨ªctima del que el Estado se convierte en receptor y brazo ejecutor.
El fracaso de los intentos reformistas ha venido a consolidar a los elementos m¨¢s clericales y fan¨¢ticos del r¨¦gimen de los ayatol¨¢s renuentes a cumplir la Convenci¨®n de Derechos Civiles y Pol¨ªticos y la Convenci¨®n de Derechos del Ni?o, ratificadas por el Estado iran¨ª. ?C¨®mo se compagina comprometerse internacionalmente a respetar esas convenciones y, de otro lado, no hacer nada o incluso amparar pr¨¢cticas derivadas de la shar¨ªa o ley isl¨¢mica, que otorgan a la v¨ªctima o familiares el derecho de vengarse con un castigo equivalente al delito o da?o recibido, incluido el ajusticiamiento de menores? Resulta hip¨®crita esperar a que el menor alcance la mayor¨ªa de edad para ejecutar la sentencia, como si ello le despojara de la crueldad propia de una justicia regida por el b¨¢rbaro ojo por ojo de la ley del tali¨®n. Como lo es defender que la homosexualidad no se castiga, sino s¨®lo su pr¨¢ctica. Es el pretexto c¨ªnicamente invocado por las autoridades de Teher¨¢n ante la cr¨ªtica y la presi¨®n de los organismos internacionales.
Desgraciadamente, esa cr¨ªtica y esa presi¨®n encuentran puntos d¨¦biles en las propias sociedades democr¨¢ticas de Occidente de donde parten. Tambi¨¦n en estas sociedades existen sectores sociales que, en nombre o representaci¨®n de las v¨ªctimas del delito, propugnan una especie de justicia privada de la que el Estado sea mero avalista y ejecutor. Y resulta verdaderamente escandaloso que el Vaticano se oponga a la propuesta de despenalizaci¨®n universal de la homosexualidad que Sarkozy se apresta a presentar en la ONU, haciendo causa com¨²n en este punto con Estados isl¨¢micos, incluido Ir¨¢n, que castigan su pr¨¢ctica con la pena de muerte. Aunque no tengan las mismas consecuencias, los integrismos comparten intransigencia.
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