Por d¨®nde empezamos
Vuelven Keynes y Roosevelt. Ante la profundidad de la recesi¨®n se disuelven las veleidades autorreguladoras que han hegemonizado la pol¨ªtica econ¨®mica durante el ¨²ltimo cuarto de siglo y se acude a las f¨®rmulas de quienes solucionaron los efectos m¨¢s nocivos de la Gran Depresi¨®n, adaptadas al marco de la globalizaci¨®n. Contra lo que se cree, las relaciones entre el economista brit¨¢nico y el presidente norteamericano no siempre fueron muy fluidas, aunque se produjo una influencia mutua entre ellos. Todav¨ªa el 31 de diciembre de 1933, 10 meses despu¨¦s de que Roosevelt iniciase el New Deal, Keynes le escrib¨ªa una Carta abierta al presidente, publicada en The New York Times, en la que le aconsejaba una serie de impulsos como "una acci¨®n predominante en el m¨¢s alto grado al incremento de la capacidad de compra nacional resultante de los gastos p¨²blicos". Y tres a?os despu¨¦s publicaba su obra magna, la Teor¨ªa general de la ocupaci¨®n, el inter¨¦s y el dinero.
Todo el mundo aplica programas t¨ªpicos de expansi¨®n de la demanda
La primera medida de Obama ser¨¢ un plan para crear 2,5 millones de trabajos
Todo el mundo aplica hoy programas t¨ªpicos de expansi¨®n de la demanda, en un giro copernicano a lo practicado hasta anteayer. Recu¨¦rdense, por ejemplo, algunas de las declaraciones hechas por los responsables europeos: "No habr¨¢ cambio de pol¨ªtica, no cederemos al p¨¢nico" (Jean-Claude Juncker, presidente del Eurogrupo); "No habr¨¢ bajada de tipos" (Jean-Claude Trichet, gobernador del Banco Central Europeo); "No habr¨¢ plan de relanzamiento de la econom¨ªa. Bastan las reformas estructurales de la Agenda de Lisboa y los l¨ªmites del Plan de Estabilidad y Crecimiento" (conclusiones de la reuni¨®n informal de ministros de Econom¨ªa de la UE, en Niza, el pasado mes de septiembre).
Pero aunque esos programas coinciden en sus grandes enunciados, difieren en los plazos de aplicaci¨®n y en la letra peque?a. No todos son iguales. Desde que comenz¨® la crisis, en agosto de 2007, se suceden los planes de rescate y de potenciaci¨®n de la econom¨ªa real, con distintos ¨¦nfasis. Merece la pena reflexionar sobre las prioridades: por d¨®nde hay que empezar para cambiar la fase descendente del ciclo. Esto es lo que ha hecho el presidente electo de EE UU, Barack Obama, una vez escogido el equipo que conducir¨¢ la pol¨ªtica econ¨®mica de su legislatura. Conviene subrayar que todo ese equipo destila rubinomics, la filosof¨ªa econ¨®mica con la que Clinton comand¨® el periodo de crecimiento m¨¢s largo y profundo de la econom¨ªa americana desde hace muchas d¨¦cadas, pero sin la presencia de quien le dio nombre. Robert Rubin, secretario del Tesoro de Clinton, no figura entre los colaboradores oficiales de Obama al estar al frente del Citigroup, el ¨²ltimo conglomerado financiero que ha necesitado de la ayuda p¨²blica para sobrevivir. As¨ª pues, rubinomics sin Rubin.
La primera medida de Obama ser¨¢ un gigantesco plan de inversi¨®n p¨²blica, con el objetivo de crear 2,5 millones de puestos de trabajo, centrado en la creaci¨®n y mejora de infraestructuras cl¨¢sicas (carreteras, autopistas, escuelas, hospitales...), energ¨ªas renovables (atenci¨®n a la sustituci¨®n del lobby petrolero que representaba Bush, por el lobby de los biocombustibles y el etanol) y tecnolog¨ªas de la informaci¨®n y la comunicaci¨®n. Se tratar¨¢ de la mayor utilizaci¨®n de dinero p¨²blico en la historia de Estados Unidos, por encima del New Deal y del plan de infraestructuras de Eisenhower, en los a?os cincuenta. El anuncio de las inversiones masivas se hizo apenas 24 horas despu¨¦s de que se conociesen las catastr¨®ficas cifras de desempleo del mes de noviembre (destrucci¨®n de 533.000 puestos de trabajo, la cifra m¨¢s alta de incremento del paro en un solo mes desde el a?o 1974; entre enero y noviembre se han perdido en EE UU casi dos millones de empleos) y poco despu¨¦s de que la Oficina Nacional de Investigaci¨®n Econ¨®mica, un grupo privado de economistas con sede en Cambridge, avisase de que la recesi¨®n comenz¨® en EE UU en diciembre del a?o pasado.
Ello significa que la recesi¨®n dura ya 11 meses en Estados Unidos, y que si persistiese hasta el mes de abril, situaci¨®n harto probable, ser¨ªa la m¨¢s larga en la historia americana desde la Gran Depresi¨®n, superior en el tiempo a las recesiones de los a?os setenta y ochenta, y a la de 1990-1991 y a la de 2001. Y que Bush ser¨¢ el primer presidente, desde Nixon, que ha sufrido m¨¢s de una recesi¨®n en sus mandatos. ?sa es la situaci¨®n.
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